sábado, 15 de febrero de 2014

HONDURAS / Laicidad del Estado: Pastor Rigoberto Ulloa, de la Iglesia Ágape: A los pastores que están con los grupos de poder les costará entrar hasta en el infierno por tanta maldad // UNA UNIVERSIDAD PLURALISTA, TOLERANTE, LAICA Y RESPETUOSA DE LAS DIFERENCIAS

Por Dina Meza
Para el pastor Rigoberto Ulloa quien está a cargo de la Iglesia Ágape, los pastores aglutinados en la Confraternidad Evangélica de Honduras y que le hacen el juego a la oligarquía utilizando la religión para preservar el estatus quo, les va a costar entrar hasta en el infierno porque están utilizando mucha maldad e instrumentalizando la religión para que la gente no se levante ante tanta injusticia.En actual presidente Juan Orlando Hernández que llegó al poder tras un cuestionado proceso electoral denunciado de fraudulento, mantiene a diario acciones religiosas al extremo de enviar a los empleados públicos a que participen en actos religiosos tanto en la iglesia evangélica como la católica violentando con ello la Constitución de la República que señala que Honduras tiene un Estado laico.
                                                                                    


Vea : http://www.laprensa.hn/inicio/447001-96/juan-orlando-recibe-a-evangelicos-y-les-pide-orar-por-su-gobierno.
                                                                       Hernández realiza constantes actos religiosos en su gobierno, "en la mañana ora con la Confraternidad Evangélica, en la tarde con la Iglesia Católica y estoy seguro que lo haría con otras religiones si tuvieran más fuerza en el país", satirizó Ulloa.

Desde el golpe de Estado, con más profundidad las iglesias evangélica y católica han jugado un papel protagónico en Honduras. Se recuerda al Cardenal Oscar Andrés Rodríguez que incluso hizo giras de incidencia a nivel internacional para hablar que en Honduras no se había producido un golpe sino una sucesión Constitucional y el 05 de julio de 2009 en que fue asesinado Isy Obed Murillo advirtió que si el presidente Manuel Zelaya ingresaba al país se iba a producir un baño de sangre.

“Es que las las oligarquías saben manejar la religión, lastimosamente nuestro pueblo se ha dejado esclavizar por ese concepto y lo vemos siendo carreteado, llevado por tanta superficialidad y superstición donde le dicen que Dios va a hacer esto o lo otro y que hay que obedecer a la autoridad aunque sea una bestia”, destacó.

Subrayó que la religión se presta para confundir y para esclavizar, pero Dios es liberador, siendo estos pastores los responsables de la deserción en las iglesias porque la gente ya no se cree el cuento de la sumisión ante un poder que arrasa con la dignidad de las personas.

“Los mercenarios de la fe aún no se han muerto y van a seguir proliferando, es interesante ver la actitud de Jesucristo con los mercenarios de la fe cuando él entra en Jerusalén, no comenzó a mandarles una tarjeta de invitación y que reflexionaran sino que sencillamente los sacó afuera”, dijo.

Pero él confía que Dios va a actuar porque ha sido mancillado su nombre y miles de personas pierden su fe por culpa de estos mercenarios que creen que porque fueron a tomarse una foto a casa presidencial o les dieron un diploma en el Congreso Nacional, el cielo se les abrió, “pero les va a costar entrar hasta en el infierno porque es mucha maldad usar la religión para venderse o usarla como prostitución, sin unos descaradas, pero Dios es justo y les pasa la factura”.

Ulloa expresó que en la Iglesia Ágape han levantando la bandera de justicia y también lo están haciendo otros pastores de otras iglesias de distintas partes del país que se han unido, “no es fácil porque hay todo un cerco mediático en el mundo evangélico hondureño donde todas las emisoras y canales evangélicos son pro status quo y con el poder”.

Recordó que En el 2009 se lanzó la iniciativa del Observatorio Ecuménico de Derechos Humanos, rectorado actualmente por la Iglesia Ágape.

Este Observatorio hace visitas y acompañamientos a diferentes zonas entre ellas El Aguán, a Campesinos de Comayagua, observa las movilizaciones del Frente Nacional de Resistencia Popular en diferentes momentos y participa en otras mesas de debate, “y como iglesia nos sentimos altamente bendecidos por estar en esta iniciativa , aunque se corran riesgos, no importa”.

                                              **********************************************



 UNA UNIVERSIDAD PLURALISTA, TOLERANTE, LAICA Y RESPETUOSA DE LAS DIFERENCIAS


A raíz del debate suscitado en torno de la postura de la Rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), de prohibir la celebración de un acto religioso en el auditorio principal, considero necesario, en mi condición de Rectora de la máxima Casa de Estudios, explicar los fundamentos de tal decisión ante la comunidad universitaria en particular y la comunidad nacional en general.
El Estado hondureño es un Estado laico que protege la libertad de culto y el pluralismo religioso. Por tal razón, está obligado a mantener una clara línea de demarcación entre los asuntos que competen a la Iglesia y la religión, que son privativos de cada persona, y los asuntos públicos, que atañen a toda la ciudadanía.
La laicidad del Estado, una de las banderas morazanistas más adversadas en su época, se cristalizó en el artículo 7 de la Constitución de 1880, al establecer que los ciudadanos tienen la libertad “de profesar cualquier culto. El Estado no contribuirá al sostenimiento de ningún culto. Los cultos se sostendrán con lo que voluntariamente contribuyan los particulares (…)”. Este principio se ha mantenido incólume en los textos constitucionales posteriores, como lo demuestra el artículo 77 de la Constitución de la República vigente.
Como se recordará, bajo la conducción de Marco Aurelio Soto y Ramón Rosa, el Estado hondureño secularizó los cementerios, instituyó el matrimonio civil y declaró la educación primaria laica, gratuita y obligatoria. Quizás hace falta aclarar que laico no significa, de ninguna manera, lo opuesto a “católico”, ni alude a un agnóstico o a un ateo. La laicidad es un avance de la humanidad hacia la libertad de pensar y disentir, y constituye el fundamento ético y político de la vida civil. Por tanto, distingue entre los ámbitos de las distintas competencias, dando “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
Ramón Rosa, uno de los pensadores más lúcidos que ha producido nuestra patria, planteó con toda claridad esa línea de demarcación que debe existir entre las competencias del Estado y la Iglesia. En su célebre discurso pronunciado en la inauguración de nuestra Universidad, él argumentó lo siguiente: “Separada entre nosotros la Iglesia del Estado, éste no puede, a virtud de ninguna de sus funciones administrativas, imponer un credo religioso, cualquiera que éste sea. En materia de enseñanza tiene, pues, que proporcionar una instrucción puramente civil. La consciencia (sic) es y debe ser extraña a la acción del Estado. La consciencia de los individuos, que es, por así decirlo, su sentido religioso, no debe recibir las inspiraciones de la escuela oficial, que sólo debe dar ideas, conocimientos. La consciencia de la juventud únicamente debe formar su fe, recibir sus inspiraciones religiosas bajo los auspicios de la familia y del sacerdocio. Tal separación ennoblece al Estado y dignifica a la religión (…)”[1].
Como autoridad universitaria, me siento depositaria del legado intelectual de Ramón Rosa pero, sobre todo, responsable de observar y hacer que se observe el principio de laicidad de la UNAH, en su condición de institución educativa pública adscrita a un Estado laico. El artículo 151 de la Constitución proclama:
“La educación nacional será laica y se fundamentará en los principios esenciales de la democracia…”.
Según esta norma —a la que me adhiero plenamente—, las escuelas públicas, los colegios públicos y las universidades públicas no pueden ser utilizadas como lugares de culto religioso pues, antes que inculcar credos o ideologías, su función es enseñar los fundamentos de esos valores comunes que constituyen la base de la vida democrática y que comparten todos los ciudadanos y las ciudadanas, creyentes o no creyentes.
Como bien lo expresó el académico Mario Argueta en un reciente artículo, en la comunidad universitaria confluyen personas que profesan diversos credos religiosos, así como agnósticas y ateas. “A las unas y a las otras debe respetárseles su filosofía de vida, sin pretender influir, abierta o encubiertamente, en sus principios y valores”.
En conclusión, la Rectoría de la UNAH, en lugar de atentar contra las libertades estudiantiles —como se ha planteado en algunos medios, al acusarnos de intolerantes—, está reivindicando el ejercicio de la libertad de culto para cada uno de los estudiantes universitarios. Este es un derecho humano esencial, consagrado en la Constitución de la República.
Como señaló la catedrática Leticia Salomón, cualquier miembro de la comunidad universitaria puede sentirse incómodo cuando en el recinto de la UNAH —que es un espacio público—, una iglesia, que quizás no es la suya, celebra un acto religioso, “lo cual es válido porque, mientras lo público es nuestro, lo privado es de cada cual, lo que supone la existencia de límites a los derechos religiosos…”.
En consecuencia, mantenemos nuestra posición de que la UNAH es y debe ser un centro de altos estudios donde priva el pluralismo, la apertura, la tolerancia y el debate fraterno entre ideas y sistemas de pensamientos divergentes.
En nuestra Alma Mater,  rendimos homenaje a nuestro padre fundador, el presbítero José Trinidad Reyes por su visión y entrega a la juventud de mediados del Siglo XIX,  y  al legado de los ilustres hondureños  Marco Aurelio Soto y  Ramón Rosa que  plasmaron en el último cuarto del siglo XIX  con la Reforma Liberal los principios  fundacionales del Estado Laico.  

Ciudad Universitaria, febrero de 2010
Julieta Castellanos
Rectora




No hay comentarios :

Publicar un comentario