lunes, 6 de enero de 2014

El sindicalismo ha muerto, editorial y portada EL LIBERTADOR impreso, enero de 2014

Artículo |


Era el 20 de diciembre de 2013; ese mismo día, se juntaron un incremento promedio mensual de 300 lempiras en el salario mínimo, y en el Congreso Nacional un paquete impositivo que generará ingresos anuales al novel gobierno de unos 16, 000 millones que, como siempre, saldrán de la mayoritaria población hondureña extraviada, emotiva, temerosa y sin reacción organizada.
En Honduras es insano que no exista ni ese tipo de dirigencia social que en algunos países teje el poder para contar siquiera con oposición imaginaria hacia adentro y con crítica consensuada hacia afuera, que sirva en función de “negociar” medidas impopulares.
Eso es requisito en toda superestructura ideológica y económica, sobre todo, en el reino del capital donde sindicatos y organizaciones similares de defensa ciudadana son en esencia amortiguadores del sistema, creados por las elites que imponen de manera absoluta la senda del Estado.
Visto de esa forma, la vieja guardia del sindicalismo del país ya perdió el colmillo del empleo, ahora no grita sobre tarimas el primero de mayo pidiendo un costo accesible de la canasta básica; ya no amenaza a los poderosos con que mayo es el camino de los trabajadores.- Aunque después de la caminata por la misma sucia calle del año pasado, las mismas consignas y el mismo discurso, toda la revolución termine en la triste sede sindical con un económico almuerzo bailable para darle un instante de alegría a la vida de sus bases sencillas y frustradas.

Sería recomendable clases de arte dramático para las antañonas figuras obreras, incluyendo cuadros de la sociedad civil, aunque ya no extraña, pero callaron en diciembre anterior cuando se aprobó el paquetazo fiscal aun cuando se sentaron con empresarios y gobiernos y acordaron congelar por tres años el salario mínimo.
Aunque su silencio fue obvio, días atrás se habían tomado las fotos del recuerdo y se fundieron en abrazos y risas en citas privadas con el presidente electo por el Tribunal Supremo Electoral (TSE).
Esa conducta sólo es comprensible porque en el país la vieja guardia del sindicalismo es semejante a caciques sin tropas; el movimiento popular desapareció.
Las últimas cifras registraron hace años que sólo el 15 por ciento de los trabajadores hondureños está sindicalizado en el sector público; los sindicatos en empresas privadas se extinguieron, apenas subsisten dos, por eso durante el golpe de Estado, jamás pudieron parar la economía.
El honor histórico como expresión genuinamente popular se lo llevó La Resistencia, de donde ojalá florezca el nuevo movimiento social de Honduras.
El sindicalismo local como se conoció en la huelga de 1954 es historia, ha muerto.
La nación hondureña jamás contó con el movimiento obrero brasileño o boliviano, ambos llegaron al poder; mientras en aquellas latitudes el liderazgo sindical sacó a sus pueblos de la indigencia, colocaron sus países en la era espacial y colmaron de dignidad su historia, en nuestra tierra se conformaron con puestos en el gobierno corrupto o sirviendo en comisiones e instituciones a cambio de dietas, o en espera de la palmadita empresarial cuando en cada diciembre les fijan un miserable salario mínimo.
Los últimos años demostraron que la decisión y valentía del pueblo hondureño superó en las calles el acomodo funcional del sindicalismo. Del Camino de Junio que marcó La Resistencia viene otra Honduras.

No hay comentarios :

Publicar un comentario