11.10.2013
La retrograda propuesta de seguir militarizando la nación abanderada por los sectores facticos y sus aliados es una peligrosa profundización de caos socio-cultural de Honduras. Cuando digo retrograda es porque desde hace dos siglos las elites gobernantes han mantenido su postulado “gobernar para el pueblo pero sin el pueblo” y para ellos siempre le han apostado a la represión policiaca para imponer sus “buenos gobiernos”, en otras palabras gobiernos impuestos a punta de fusil con beneplácito imperialista.
El aumento del gasto militar es una
estrategia intimidatoria y todas luces manipulativa para engañar a los
y las hondureñas que viven en zonas marginales y rurales (70 % de la
población vive bajo la línea de la pobreza, según la CEPAL), así mismo
un buen sector de la clase media esta mecanizada para apoyar políticas
autoritarias, debido a la constante alienación a que es sometida, y es
que estos sectores piensan que el crimen es un asunto de “chumas”.
Esta retardataria lógica de impulsar
violencia de Estado ha contribuido a que el constante aumento del gasto
público se incline a “defensa” y “seguridad”, en el presupuesto del
presente año 10,688.2 millones de lempiras se han destinado a este rubro
(12% de presupuesto nacional), y tomará mayor gasto ante la aprobación
impuesta por el régimen en congreso de una Policía Militar, que sin
temor a equivocarme vendrá a provocar más violencia.
Ante la propuesta retardataria del
régimen político actual la candidata Xiomara Castro del partido LIBRE ha
propuesto regresar a sus barracas a los militares –otros candidatos han
tenido una posición ambigua sobre el tema- y apostar por la creación
consensuada con diversos sectores sociales de una POLICIA COMUNITARIA
que busque soluciones colectivas a la problemática de violencia
provocada por la profunda marginación y por los intereses
multimillonarios del capital internacional. El problema de la violencia
es un asunto estructural en términos socio-políticos y económicos, por
ello es necesario generar un pacto social, alejado de la vieja
concepción burguesa de familias ricas, donde participen todos los
sectores propiciando la urgente necesidad de democratizar el accionar
político participativo para esa manera dinamizar la producción y
fortalecer los medianos y pequeños productores en el ámbito agrícola y
en las ciudades.
Hay que entender que la propuesta de
Xiomara Castro de LIBRE busca alternativas más viables al problema, es
perceptible en la propuesta que busca soluciones reflexivas, oponiéndose
a la actitud de crear más grupos armados – actualmente hay cien mil
uniformados entre militares, policías y guardias de seguridad- que
definitivamente contribuirán a generar mayor violencia.
La historia de Honduras nos deja
grandes aprendizajes, claro está no a los ojos de las elites
retrogradas, para buscar soluciones frente a la lógica impositiva de
grupos oligárquicos que han monopolizado recursos y siguen transando en
beneficio de multinacionales el patrimonio natural y cultural del país.
En las reflexiones que debemos hacer es necesario que partan de una
serie de preguntas lógicas: ¿si piensan que con militares en la calle se
eliminara la violencia, porque no se detiene si ellos ya días están
por la calles del país?, ¿es más importante un fusil en manos de una
persona formada para matar o es más importante invertir en libros, arte,
becas académicas, investigación científica, educación en base a la
diversidad de derechos?, yo me contestaría objetivamente, que la
respuesta para derribar la violencia y la pobreza pasa por fortalecer la
democracia en lo económico, político y cultural. Honduras necesita de
arte, de ciencia, de trabajo comunitario, Respeto a la diversidad,
laicidad institucional, salud preventiva y participación ciudadana en la
dinámica socio-política en general.
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