sábado, 30 de junio de 2012

Honduras: Lo claroscuro del golpe de Estado del 28 de junio‏

En Honduras No Pasarán

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*Alex Darío Rivera M.

Toda acción genera consecuencias, nos enseñaron en las primeras cátedras de ciencia y, la vida, 
se ha encargado de corroborarlo en la praxis. En relación al golpe de Estado perpetrado el 28
de junio del año 2009, con mucho mayor énfasis hemos ahondado en los impactos que consideramos fueron nefastos para la sociedad hondureña.


En este sentido, los análisis realizados en ese contexto, han estado enfocados en términos oscuros, pesimistas, negativos. Esta visión “oscura”, en múltiples ocasiones, nos ha enceguecido o en el mejor de los casos, nos ha nublado la perspectiva “clara” para comprender la oportunidad histórica que se abrió en favor de esa  anhelada utopía de una sociedad más justa. Si bien es cierto, es  y sigue siendo necesario señalar, reprochar, censurar y asumir una perspectiva de lucha para evitar todo aquello que ponga en riesgo la voluntad ciudadana, principalmente aquella respaldada por los sectores históricamente excluidos, asimismo es una prioridad, cosechar aquellos factores favorables, optimistas y
esperanzadores surgidos a partir de la afrenta  de aquel domingo de junio, en el que la fuerza 
bruta y el despotismo, creyó haberse impuestoante la razón y la cordura.
No olvidemos que la sombra siempre es proyectada por efecto de la luz, así 
que si hablamos de lo oscuro es imperioso comentar acerca de la claridad, de la luminiscencia, 
de la luz. 
Para efectos “didácticos o metodológicos”, es necesario volver hacer mención de esa parte
 “oscura” del golpe de Estado, no con esa sensación pesimista de estar espiando el ayer para ver
cuánto hemos sufrido, sino para dimensionar lo que verdaderamente hemos caminado, avanzado,
 madurado y desde esa “plataforma” de consciencia, cuánto nos falta avanzar y en qué 
dirección debemos remprender el viaje. Indagar el pasado, para comprender el presente y 
visualizar el futuro, se dice que es el principal objetivo de la historia.

 Por lo mencionado anteriormente, a tres años del golpe de Estado (cada vez menos hablan del
 ilusorio concepto de “sucesión  constitucional”), sigo considerando que fue un fuerte “porrazo” 
a la voluntad popular; significó la reaparición  de la policía y los militares en el escenario político; 
se abrieron heridas  viejas y profundas en términos de violación a los derechos humanos (tortura,
suspensión de derechos constitucionales y asesinato); se acentúo  la oligarquía al 
desenmascararse su viejo “modus operandi y vivendi”; se restableció la persecución, la 
sospecha y el espionaje político; se acentuaron las políticas  neoliberales propuestas por BM 
y FMI (ruptura del régimen salarial del Estatuto del Docente; firma del Honduras Open 
Bussines; se continúa buscando  la privatización de empresas estatales; aprobación de las 
Ciudades Modelo; Ley General de Educación; Ley de INPREMA; “negociaciones” ilegales del
 Salario Mínimo; incremento del precio a los carburantes; devaluación del Lempira; privatización
de recursos naturales; ruptura con la ALBA y Petrocaribe, entre muchas más); el conservadurismo
 campea con  exclusividad en los tres poderes del Estado representando los intereses de la 
oligarquía nacional y la voluntad imperialista; se emplea una fuerte campaña de manipulación 
mediática en los medios de  comunicación; el oficialismo conservador se han unido (con diferentes 
banderas) para hacer frente  al proceso de resistencia popular y se empeña en conservar el poder
 haciendo uso de sus privilegios e influencia estatal; el imperio ha enfatizado su intervención
 militar, política y económica; estas entre muchas otras miradas “oscuras” se perciben después 
del golpe de Estado. 
Ahora bien, esas sombras son visibles y proyectadas (y serán desaparecidas) por la claridad
que ahora emana del pueblo hondureño. Ese golpe de Estado del 2009, permitió el nacimiento de
un pueblo en resistencia; la organización y movilización popular; poner en evidencia los grupos
 de poder  económico y de cómo estos ejercen el control sobre las instituciones políticas quien
a su vez resguarda sus intereses; desenmascaró las jerarquías religiosas y su añejo contubernio 
con los poderes político y económico; volvió a poner en relieve los intereses geopolíticos, 
estratégicos, económicos y políticos  del imperio y de cómo ejercen su injerencia en los asuntos
internos del país y, la crisis hondureña impulsó un fuerte repudió internacional al mezquino
capitalismo que cada vez procura más indignados y adversarios. Todos esos haces de luces,
se encuentran quizás en el más significativo impacto del golpe de Estado del 2009, la 
conformación de una nueva fuerza política e ideológica comprometida con  la justicia social, 
la equidad, la igualdad, la libertad, la refundación estructural hondureña (LIBRE)
y la esperanza de un país, que si bien es cierto es sumamente rico, esa riqueza no siga 
contrastando con la pobreza y la miseria en la que vivimos la mayoría de sus habitantes.    

* Catedrático y escritor.
alexdesantabarbara@yahoo.com

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