Estos días todo el país está girando alrededor de las fiestas patrias: el imaginario social hondureño está en función de ello. Unos lo hacen por devoción, otros por obligación, otros por necesidad, otros por ser un medio para rebuscarse en medio de esta economía tan pichicata para los pobres y mayorías, otros por propaganda política; otros más por publicitarse como grandes ciudadanos en los medios de comunicación, los oficialistas para controlar un poco más el campo político catracho tan rígido, uniforme, previsible y caminando por un solo carril. Y, en fin, los buscan otros desfiles y marchas que respondan a otro tipo de sociedad, ciudadanía y país.
Lo mejor es que dejemos que los hechos hablen por sí mismos y después sacar consecuencias. Así, pues, se nos dice, que para “cancelar la deuda del país que alcanza los 8,885 millones de dólares sería necesario que cada hondureño girara unos 1,000 dólares (=24,000 lempiras) a los acreedores nacionales e internacionales”. “De esta deuda 6,996.4 millones de dólares corresponden a deuda externa y 2,232 a deuda interna. Lo que hace un total de 208,547 millones de lempiras”. Un 40% del PIB.
La deuda por hondureño representa caso tres veces el salario mínimo vigente de unos 8,000 Lps (¿???) y casi ocho veces el ingreso “per capital” de los hondureños de 3.103 lps. Aquí se incluyen a bebés, niños, adolescentes, desempleados y personas de la tercera edad que suman 2.1 millones de personas. Además, el 60.1% está en el nivel de la pobreza y vive con menos de dos dólares al día. Y si se repartiera la deuda entre la población económicamente activa tendrían que pagar en promedio una cantidad de 50,743 Lps.
Lo peor del caso es que, según los economistas, la deuda sigue en aumento. Desde junio del año pasado la deuda creció casi mil millones de dólares. Solamente el servicio de la deuda es de 34,000 millones de lempiras. El destino del endeudamiento externo es en obras de infraestructura vial y eso impulsará el desarrollo privado.
Por otra parte, esta semana nos informamos por la prensa nacional que “las Alianzas Público-Privadas” (APP) es un gran negocio para Honduras y que generó inversiones por 2,361 millones de dólares en obras de infraestructura y servicios públicos como carreteras, puertos y aeropuertos. No hay que olvidar que las APP son uno de los ejes de la política de Juan Orlando Hernández constituyéndose en una de las fuentes de endeudamiento del país, pero, como contraparte, gran negocio para quienes controlan y se benefician de las concesiones a muy largo plazo y la privatización de lo público, que no son más que las élites económicas que se reparten el festín político-económico.
El lema que preside la bandera nacional indica que somos un país “libre, soberano e independiente”. Los datos, como hemos visto muy bien, nos indican otra cosa. Y lo peor de todo es que el gobierno nacionalista, apoyado por los organismos financieros y las transnacionales, no ofrece un camino de retorno, rectificación o replanteamiento posible. Lo cual se refuerza porque a nivel político cierran todos los espacios para construir sociedades que, en vez de vivir de los eslóganes repetitivos y vacíos heredados del “criollismo colonial” sean capaces de asumir una identidad nacional “libre, soberana e independiente” de los actuales poderes económicos, políticos, culturales y geopolíticos.
Queda, pues claro, que tenemos que repensar “fiestas, aniversarios y celebraciones” que encubren, esconden y tergiversan las luchas liberadoras que harían país más digno, justo, plural e inclusivo.
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