Ya pasaron 42 años cuando militares y terratenientes cegados por la avaricia masacraron al Padre Casimiro Cypher, Padre Iván Betancourt, Máximo Aguilera, Lincoln Coleman, Bernardo Rivera, Francisco Colindres, Fausto Cruz, Roque Ramón Andrade, Arnulfo Gómez, Ruth A. Mallorquín, María Elena Bolívar, Alejandro Figueroa, Juan Benito Montoya y Oscar Ovidio Ortiz.
Su sangre sigue recordando que las estructuras políticas, militares y empresariales siguen siendo las principales dinamizadoras de la violencia en contra de los campesinos, indígenas, de estudiantes y de defensores y defensoras del ambiente y de los derechos humanos en el país.
Sin embargo, la historia siempre nos sorprende con nuevos brillos y resistencias. En medio del dolor, el hambre y el miedo hay signos de resistencia fecundados de esperanza. Las cenizas del movimiento obrero y sindical es un abono importante para los nuevos movimientos populares que emerge en nuestros territorios.
El brillo de lo que emerge en las comunidades está en que son incluyentes, con dinámicas horizontales que surgen tanto en la zona rural como en la urbana, con los pies bien puestos en sus territorios y con acciones definidas en la defensa de los bienes naturales.
Son movimientos conducidos principalmente por jóvenes, mujeres, campesinos con presencia de sectores de base de la iglesia católica como evangélica. Un actor fuerte son los pueblos originarios expresado en las luchas de los negros en el Caribe hondureño, en las luchas de los Lencas en la región de occidente y central del país, o expresado en la defensa del territorio de los Tolupanes en la Montaña de la Flor en Yoro.
La defensa del agua, bosque, tierra, luchas contra la minería y las represas hidroeléctricas es uno de los hilos conductores, pero también surgen nuevas expresiones urbanas en defensa de las carreteras expresada en la lucha contra los peajes, o en expresiones estudiantiles que desde sus rebeldías lucha porque la educación nunca se convierta en una mercancía.
La fuerza de las nuevas expresiones de lucha no está en la membresía de las organizaciones, sino en la cantidad de nuevas expresiones de resistencia. Con el ánimo de reflexionar, entre sus desafíos está en 1) saber identificar los vasos comunicantes entre las luchas; 2), articular las luchas locales y regionales, y desde ahí impulsar la lucha nacional; 3), avanzar en la formulación de una propuesta de país que ayude acompañar la mirada crítica con la propositiva, que ayude superar la mirada cortoplacista y reactiva; y 4), avanzar a tener una instancia nacional de lucha en contra de los olores a dictadura que nos acecha. Sin duda, son grandes los desafíos, como grande es la compañía de mártires de los Horcones.
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Junio: entre viejos dolores y n
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