Diciembre 13,2016
Por: Carlos Zelaya Herrera
La
serie de conflictos intestinales que de forma tumultuosa enfrentan casi
desde su origen los dos principales partidos políticos de oposición del
país, libertad y refundación, libre y el partido anticorrupción, PAC,
parecen emanar de la propia naturaleza política-social conflictiva de la
que se derivan.
El
panorama político de cara a las primarias de marzo y a las generales de
noviembre, luce una dinámica pocas veces vista en el que por un lado se
muestra la reagrupación de fuerzas del bipartidismo, mayor
fraccionamiento opositor y la posibilidad de un consenso interpartidario
frente al proyecto de reelección presidencial.
Los
primeros disensos se dieron en libertad y refundación, cuando al nomás
tomar posesión de sus curules en el congreso nacional, se anunció la
salida de su bancada del diputado Eduardo Coto, que sin disimulos se
alió a la bancada oficialista.
A esto
vino una sucesión de deserciones hasta que libre perdió un número de 10
parlamentarios que a esta jornada ahora forman parte de los asientos del
partido liberal y vamos, otrora democracia cristiana, hasta que su
membresía mermó a 29 parlamentarios fieles a sus electores y a la
coordinación que ejerce el ex presidente, Manuel Zelaya Rosales.
Similares
situaciones tocaron vivir al partido anticorrupción, PAC, cuando en
marzo de este año trascendió que las diputadas Kritza Pérez, Ana
Joselina Fortín, Marlene Alvarenga y Oscar Palacios fueron suspendidos
por desobedecer la línea de la entidad política.
A
finales de octubre Kritza Pérez se alió al partido liberal, Ana
Joselina Fortín ya lo había hecho en septiembre al partido nacional,
Marlene Alvarenga, a la que se le unió el parlamentario Liberato Madrid,
mantiene una fuerte pugna legal porque su corriente sea inscrita para
participar en las elecciones primarias de marzo del 2017.
En
agosto pasado tanto el tribunal supremo electoral como el propio
Salvador Nasralla confirmaron que la entidad cuyo símbolo es la flor de
lis, afirmaron que dicha entidad no celebraría elecciones internas
debido a que contaba únicamente con un movimiento interno.
En
libre la dicotomía política no permeó en favor del disentimiento
político que representan el movimiento renovación partidaria, MRP,
liderado por Rasel Tomé; 5 de Julio, que dirige el economista Nelson
Ávila y pueblo libre, representado por Benedicto Santos.
Es
así como antes del mes de octubre, en que acontecieron las primarias en
libre, ya se hablaba de que varios movimientos llevaban a Xiomara
Castro de Zelaya como candidata presidencial, no así el MRP y 5 de
Julio, hoy con la espalda en la lona por determinación del organismo
electoral.
Este
órgano determinó no inscribirlos por presuntas inconsistencias en
dichas facciones, debido al número insuficiente de firmas conforme a
determinado porcentaje de votos obtenidos en las elecciones generales
del 2013.
Tomé
consideró que la exclusión es una actitud recurrente del oficialismo de
su partido, que hoy le corta el derecho de ir a elecciones primarias
por pretender poner de dedo a los candidatos a diputados, diputadas,
alcaldes y alcaldesas.
En
este mar revuelto, plagado de acusaciones y contra acusaciones en ambos
partidos, trasciende una tendencia que también ha sido vituperada a lo
largo de estos tres años de gobierno, como es el reto de construir una
alianza que impulse la candidatura única opositora.
Quienes
más suenan en esa dirección son Libre, PAC y el minoritario Innovación y
Unidad; y agazapados lucen algunos movimientos internos del Partido
Liberal proclives a una mayor oposición al gobierno nacionalista y a su
proyecto de reelección presidencial.
http://criterio.hn/2016/12/13/conflictividad-interna-una-posible-candidatura-unica-oposicion-politica/
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