sábado, 26 de julio de 2014

HONDURAS / Nuestra Palabra de hoy Sábado, 26 de Julio de 2014: Luz de esperanza en medio de las tinieblas

Honduras es un país marcado por la violencia, la inseguridad y la corrupción pero también marcado por la esperanza que atraviesa a las organizaciones comunitarias o territoriales que tratan de hacerse un nudo para luchar por un país para todos y todas. Lamentablemente Honduras está entre los países con los más altos estándares de violencia y criminalidad del mundo.

Las respuestas son más duras. El gobierno tiene una clara apuesta por la militarización de la seguridad pública; su mayor inversión se expresa en el respaldo de instancias coordinadas y dirigidas por los militares. 

Nada de esto asegura que conduzca a la reducción de la criminalidad. Los analistas y especialistas en el tema de la seguridad cuestionan estas respuestas basadas en la fuerza, porque atacan un problema que deja intactas sus raíces, y al final acaban en mayor miedo y provocando mayor derramamiento de sangre.

Lo peor de un gobierno que ataca la criminalidad e inseguridad con medidas de fuerza y militarista es que al final acaba atacando por igual a quienes son criminales y delincuentes que a quienes desde las organizaciones sociales cuestionan las políticas oficiales y defienden los derechos humanos. Nadie puede alzar una bandera de exigencia al respeto a la vida de las personas y de las comunidades sin sufrir amenazas y gestos de rechazo de parte de los opresores.

El ambiente de amenaza y de persecución se ha acrecentado en estos meses de gobierno de Juan Orlando Hernández, y especialmente a dirigentes de organizaciones comunitarias, sociales y étnicas que defienden los bienes naturales ante la voracidad extractivista de multinacionales y sus socios internos. La gravedad de políticas de fuerza y de represión aumenta cuando en el caso de Honduras la institucionalidad del Estado ha colapsado, porque todo acaba conduciendo a que se imponga la ley de los fuertes como la auténtica ley que controla al Estado.

Frente a este panorama sombrío aparece la esperanza que le impregna la organización comunitaria y territorial. Es una luz en medio de las tinieblas. Ya las organizaciones tradicionales, incluso algunas que tuvieron un origen popular, han dado muestras de buscar seguridad inclinándose al lado del poder. Sin embargo, la organización que surge en la comunidad organizada en movimiento e impulsada sobre todo por la defensa y lucha de sus territorios y sus bienes naturales es auténtica, y siente con mayor fuerza los embates de este modelo deshumanizador y expulsor.
Cada año salen del país unos 100 mil hondureños y hondureñas que buscan una oportunidad que el sistema les ha quitado y los ha obligado a tomar la peligrosa ruta de la migración. Por eso desde Radio Progreso mantenemos una decisión política muy clara de acompañamiento a estos sectores que al mismo tiempo sufren en carne propia la dolorosa aplicación del cerco mediático. 
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