Este es tu país
Porque si tuvieras que
hacerlo
Lo elegirías de nuevo
Para construir aquí
Todos los sueños
Marco Martos
Es este mi país: Honduras.
Bueno el mío y el de todos Uds. mis compatriotas. Es el país que amamos entrañablemente,
el país al que seremos fieles por siempre, por el que lucharemos para su liberación
de quienes lo han mantenido en la miseria y el atraso durante casi dos siglos.
Bueno, realmente no es nuestro país, la verdad es que solo nos ha pertenecido
en los actos cívicos escolares y en el corazón con que le queremos, pero no ha
sido nuestro, de los que somos la mayoría, de los de abajo, de los que ni
siquiera han llegado a comprender que realmente tienen o deberían tener un país.
No ha sido nuestro, ni de quienes han pretendido cogerlo para sí, porque
tampoco es de ellos: lo han vendido e hipotecado a girones y se han comportado
como verdaderos capataces de los amos extranjeros y sobreviven de las migajas
que les dejan caer los nuevos capitanes conquistadores, ahora en limusinas y con
maletines llenos de billetes para el soborno de funcionarios y computadoras laptops (si seguimos así, vendrán los
acreedores a reclamar lo suyo y nos echaran al mar).
Qué
país pudo haber tenido Don Maximiliano Guevara, padre de Xenón, un niño que fue
reclutado a la brava, en una auténtica cacería de chicos para carne de cañón, por
los militares y que murió en la guerra con El Salvador, en defensa de una
patria que no fue nunca suya.
Qué país
pueden tener los indios de la sierra de Intibucá, despojados de la tierra,
abandonados por siglos a la miseria, la ignorancia, la insalubridad, la
explotación y el deterioro como humanos.
Qué
país pueden reivindicar los muchachos mareros, jóvenes a los que el Estado no
les permitió una oportunidad de crecer en un auténtico hogar, con sus
necesidades esenciales resueltas, con acceso sin restricciones a la escuela, al
colegio o a la universidad y con un trabajo que le permitiera una vida digna.
Qué
patria pueden reivindicar los jóvenes dedicados al consumo de drogas e
integrado en las pandillas que han convertido a este país en un sitio de paso
del contrabando de estupefacientes hacia los Estados Unidos, el gran consumidor,
si Honduras les ha ignorado y les ha dejado a la deriva, sin ninguna orientación
para hacer de sus vidas algo valioso.
Qué
patriotismo auténtico pueden albergar las madres abandonadas que envían a sus
niños a mendigar para conseguir unos pesos que les permita comprar algunos
magros alimentos que les conduce a la desnutrición y al abandono del desarrollo
de cualquier aptitud intelectual, huérfanos completamente de las letras,…
Cuál
patria pueden adjudicarse los obreros que se esfuerzan en la producción con su
fuerza de trabajo y que reciben un salario de miseria (ni siquiera el salario mínimo
acordado por el Estado) y que los encomenderos que nos gobiernan les
criminalizan si elevan su voz de protesta.
Qué país
podrán tener en el altar de sus cosas amadas quienes reciben la engañosa e
infame oferta electoral que se reduce a unas palmaditas, la chineada de un niño
juco, una ecofogoncito, y unos pesos a cambio de la dignidad de elegir por
quien les dicta su conciencia.
Pero
viéndolo bien, este es nuestro país, nuestra Patria, este es nuestro Morazán -que
no queremos el de a caballo de bronce, inmóvil, muerto por quienes ahora
utilizan su nombre. Si es nuestro, de los desposeídos, de los de abajo, de los
que ni siquiera han llegado a comprender que realmente tienen o deberían tener
un país.
Es nuestro,
¡que no le quepa duda a nadie! Pero
cuidado, hay que recuperarlo, hay que llevarlo entero a nuestro corazón, no
como imagen de sábado cívico o desfile de 15 de setiembre, con palillonas y
todo el boato para rendir culto a los capitanes encomenderos. Por eso el clamor
popular exigiendo una refundación, un cambio de timonel, un cambio de rumbo,
una recuperación total para hacer de Honduras una patria que nos ame a todos
por igual, buenos y malos, con las correcciones para quienes andan y han andado
por caminos torcidos y los premios para quienes la dignifiquen.
Esa
patria que en verdad nos pertenece pero que no poseemos por ahora, está al
alcance de nuestras manos cuando en las elecciones del 24 de noviembre votemos
conscientemente por tener patria de verdad, por recuperar la dignidad, por
hacernos, todos a una, como en Fuente Ovejuna, del rumbo de nuestro propio
destino de ser, por fin, libres.
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