sábado, 23 de marzo de 2013

HONDURAS: LA PROSPECCIÓN DE UN DICTADOR



Galel Cárdenas


Todos los perfiles e historial político de Juan Orlando Hernández, en su carrera política lo sitúan, como  el dictador prospectivo que Honduras tiene en estos momentos, en que la crisis provocada por el golpe de estado, del cual él es actor protagónico, está en su fase pinacular.

La venta  a retazos del país, la entrega de las cuencas hidrográficas a las empresas de energía renovable, la concesión de los territorios mineros a las transnacionales, las leyes anticonstitucionales como las correspondiente al juicio político en la cual el congreso tiene la facultad de destituir presidentes, la reforma a la ley referente a las comunicaciones nacionales, son las diversas normas parlamentarias que ha venido impulsando para construir y reforzar su dictadura legislativa y convertirla, más tarde, en la dictadura ejecutiva de acuerdo a las proyecciones que, en su desmedido afán por llegar al poder, ha desarrollado  para servir, como lo ha sido siempre, de títere lacayo del imperio norteamericano.


Con la inteligencia de un prospecto dictatorial que se avizora venir, en el decurso de los días y meses, posee las características de un político cínico, mentiroso, manipulador, inescrupuloso, insolente e impúdico, mueve los hilos de toda la parafernalia gubernamental en el sentido que sus caprichos políticos le dicten, y paga los dineros que se necesiten para cambiar los rumbos de la opinión pública que lo respaldan de manera mercenaria e inmoral.

Su estilo de liderazgo legislativo está refrendado por las millonarias cantidades de dinero que en ese aparato, nunca representativo del pueblo, circulan como si fuese el mercado de las canonjías, privilegios y hasta de las asquerosas distribuciones del pastel normativo en que ha convertido la sacra sala de la representatividad soberana hondureña.

JOH, es el midas hondureño, de la segunda década del siglo XXI, todo lo convierte en norma parlamentaria con su respectiva factura engrapada en la espalda de la nota pertinente.

Los votos de  los diputados allí reunidos tienen los precios de un supermercado de leyes, decretos y disposiciones, cuyas tapas publicitarias poseen los colores más comunes que persisten en tal adefesio institucional, el color verde del dólar imperial.  



La carta escrita el 20 de julio de 1920, por H. V. Rolston, enviada al abogado de la compañía bananera,  Luis Melara, tiene un mandato que se cumple a cabalidad bajo la presidencia del congreso actual, el primer mandato dice: “…para que nuestras cuantiosas inversiones no hayan sido hechas en vano, debemos adquirir y apoderarnos de tantos territorios de la Nación, como de particulares y todas las riquezas que nos permita nuestra capacidad adquisitiva, y nuestro poder de absorción”.  Como se puede observar, este congreso liderado por este político JOH ha asumido aquel mandato como si el tiempo no hubiese transcurrido y se hubiera detenido en el lejanía temporal, para caer de un solo golpe en el período comprendido entre 2010 y 2013. Vivimos algo fantástico y cruel a la vez.

El cuarto mandato dice a la letra: “debemos obtener concesiones, privilegios, franquicias, abrogación de impuestos aduaneros, exonerarnos de toda carga pública, de gravámenes, y de todos aquellos impuestos y obligaciones que mermen nuestras utilidades y de nuestros asociados. ]debemos erigirnos una situación privilegiada, a fin de imponer nuestra filosofía comercial y nuestra defensa económica”.

Cómo se puede observar todos estos mecanismos han sido cumplidos a cabalidad por la actual legislación  apátrida  nacional. Pero, además, esta carta expresa precisamente la psicología del lacayo y del títere que muy describe en su mandato número 5 el señor Rolston: “..es en nuestro interés preocuparnos porque se dobleguen a nuestra voluntad, esta clase privilegiada, que necesitaremos a nuestro exclusivo beneficio; generalmente, estos como aquellos, no tiene convicciones, carácter y menos patriotismo; y sólo ansían cargos y dignidades, que una vez en ello, nosotros los haríamos apetitosos..debemos producir un desgarramiento en la incipiente economía de este país, para aumentar sus dificultades y se faciliten nuestros propósitos. Debemos prolongar su vida trágica, tormentosa y revolucionaria; el viento solo debe soplar a nuestras velas, y sus aguas humedecer no más que nuestras quillas”.

Doce años después  el Partido Nacional habría de montar la más cruel y despótica dictadura,  cuya cabeza estuvo comandada 16 años por Tiburcio Carías Andino, en cuyo desgobierno fue practicada la estrategia  del entierro, el destierro y el entierro, como sus más  connotadas políticas ciudadanas, tácticas  que hoy se experimentan a partir del golpe de Estado del año 2009 y del cual este gobierno es el sucedáneo.

Carías, cruel asesino, desarrolló en todo su esplendor los mandatos Rolston,  que hoy se actualizan con lujo de detalles, en este gobierno que precisamente  es el hijo perfecto de la dictadura momentánea de Roberto Micheletti, puesto allí por conveniencia política que con sabiduría cínica impulsó el Partido nacional, y que ahora con el mayor descaro JOH echa la culpa a las víctimas, a los asesinados, a los presos, a los perseguidos, al presidente derrocado, a los dirigentes del partido LIBRE, un partido que no tiene las manos manchadas de sangre, ignominia y desfachatez.

Es posible que aquella fementida carta Rolston actualizada y ensanchada en este gobierno apátrida, ponga en las manos de JOH, la dictadura con la cual sueñan los más rancios conservadores de clase elitista nacional, que con una varita mágica quiere desaparecer al más portentoso movimiento soberano que lidera el comandante Manuel Zelaya Rosales y la candidata a la presidencia,  Xiomara Castro, del Partido LIBRE, cuyos porcentajes de aceptación popular superan al prospectivo dictador del país, candidato a la primera magistratura nacional,

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