Juan Orlando Hernández tomó posesión de su segundo mandato en medio de
una profunda crisis social que está muy lejos de acabar. En Tegucigalpa y
en varias partes del país, miles de hombres y mujeres sufrían la brutal
arremetida de las fuerzas de seguridad.
En su discurso pronunciado en un estadio medio vacío y ante el sólo
cuerpo diplomático acreditado en el país -ningún mandatario participó
del evento- Hernández abrió la puerta al diálogo y la reconciliación,
vaticinando escenarios de paz, progreso y desarrollo que nada tienen que
ver con la realidad dramática del país.
Más del 60 por ciento de la población sigue hundida en la pobreza, el 44 por ciento de la cual en pobreza extrema.
Los índices de violencia e impunidad siguen situándose entre los más altos a nivel mundial.
Además, la corresponsabilidad de las principales instituciones en la
legitimación del fraude electoral, así como el uso desproporcionado de
la fuerza para intentar acallar las multitudes que se han levantado
contra este abuso, han contribuido a derrumbar lo poco que quedaba de la
institucionalidad en Honduras.
De acuerdo con el Monitoreo de violaciones de derechos humanos en la
coyuntura del fraude electoral realizado por la Coalición contra la
Impunidad, entre el 26 de noviembre 2017 y el 23 de enero 2018 se
registraron 33 muertes de personas que participaban en la protesta
contra el fraude electoral.
Asimismo, se registraron más de 200 personas heridas, más de 1350
detenidas, 34 personas desplazadas por violencia y más de 60 casos de
grave violación a la libertad de expresión. También hay una persona
desaparecida.
En particular, los derechos a la libertad de expresión, opinión e
información fueron estratégicamente atacados por las fuerzas militares y
policiales para mantener el manto de silencio y el cerco mediático.
Esta estrategia se llevó a cabo tanto con ataques sistemáticos contra
destacados defensores y defensoras de derechos humanos y líderes del
movimiento social, como contra medios de comunicación alternativos.
“Estamos ante un Estado completamente violador de los derechos
humanos, que no sólo quiere reprimir la protesta contra el fraude, sino
que lo hace con crueldad, de forma deshumanizada, violentando los
protocolos internacionales”, dijo a La Rel, Gilda Rivera, directora del
Centro de Derechos de Mujeres (CDM), una de las 40 organizaciones que
integran la Coalición.
Principales responsables de las violaciones en el marco de la crisis
post electoral son las fuerzas de seguridad del Estado, en especial la
Policía Militar de Orden Publico (PMOP), las Fuerzas Armadas y la
Secretaría de Seguridad a través de la Policía Nacional y la Dirección
Policial de Investigación (DPI).
En el informe se identificaron 11 patrones de violación de los
derechos humanos por parte de las fuerzas de seguridad, entre otros, uso
desproporcionado de bombas lacrimógenas, allanamientos ilegales,
aplicación de castigos y humillaciones públicas y empleo de instrumentos
militares y policiales no autorizados.
También se registró la infiltración de agentes de seguridad en las
protestas para identificar a líderes y dirigentes, acciones de
seguimiento, hostigamiento y persecución, y el uso desproporcionado de
la fuerza en contra de personas detenidas.
La Coalición contra la Impunidad señala también el “papel deficiente e
irrelevante” del Mecanismo Nacional de Protección de Defensores y
Defensoras de Derechos Humanos
“Honduras vuelve a colocarse como un país donde no existe el marco
legal formal de respeto a los derechos humanos para quienes se oponen a
la dictadura.
Sufrimos una violencia de Estado, con instituciones cooptadas por los
grupos de poder económico y político, que tienen muy clara su
estrategia represiva y que son expertas en reprimir, violentar derechos y
acosar a la población”, aseguró Rivera.
El informe evidenció también la reacción de la población al fraude
electoral, subrayando las diferentes formas de resistencia y lucha.
“Los actores sociales y políticos de esta coyuntura opuestos al
fraude electoral son los movimientos sociales, las organizaciones
territoriales, las organizaciones campesinas, comunitarias y pueblos
originarios.
En las movilizaciones ha sido protagónico el papel de las mujeres, de la juventud y los sectores de clase media.
Defienden con profunda dignidad el respeto a la soberanía popular
contra quienes violentan la Constitución. Ha sido lo más trascendental
en estos dos meses de lucha”, concluyó Rivera.
http://defensoresenlinea.com/gilda-rivera-honduras-sufre-una-terrible-crisis-de-derechos-humanos/
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