sábado, 30 de abril de 2022

“Estuve horas luchando por mi vida en el río”: migrante hondureña tras muerte de su hermano

Hondudiario Redacción,

Su hermano, Cristopher Alvarado Sabillón, de 14 años, murió en el río Grande el pasado 9 de abril. Ella, Roxana, de 16 años, que viajaba junto a él, se temía lo peor porque lo vio desaparecer de noche en el agua del río fronterizo.

El adolescente cruzó junto a su hermana mayor y sus dos primos, de 9 y 13 años, quienes sobrevivieron a la tragedia del 9 de abril y estuvieron en custodia de las autoridades estadounidenses desde entonces y hasta este miércoles 27 de abril, cuando se reencontraron con su familia en Estados Unidos.

Llevaban más de cinco años alejados de sus mamás y se criaron juntos, como hermanos, con sus abuelos en Honduras.

“No me esperaba esa noticia, pero estoy feliz por verlos de nuevo”, dijo Roxana al empezar la entrevista con Noticias Telemundo Investiga, que sacó a la luz la desaparición y muerte de este joven emigrante en la frontera entre Eagle Pass, Texas, y Piedras Negras, Coahuila.

–¿Por qué querían venir a Estados Unidos?

-Necesitaba bastante a mi mamá. Desde bien pequeña no estoy con ella. Necesitaba el afecto de mi madre, que me ayudara con muchas cosas. Me sentía un don nadie en Honduras. Pensé que, al venir aquí con ellos, podría superarme de alguna manera.

–¿Vinieron a Estados Unidos su hermano, sus primos y tú sin contárselo a tu mamá?

-Por no preocuparla, porque yo sabía que no iba a estar de acuerdo que nos viniéramos así: solos, sin nadie, sin dinero. Yo fui la de la idea, yo los convencí. Un día de la nada yo dije ‘nos vamos’. Les pedí a mis abuelos no decirle nada a ella hasta ya estar muy cerca de aquí.

-Muy largo, más de un mes. Difícil, muy difícil. Traía bajo mi responsabilidad a tres niños. Tenía que ver cómo les daba de comer, cómo les buscaba un lugar seguro para dormir, que no les pasara nada ni a ellos ni a mí. Había días en el que yo sentía que ya no podía con la carga de los otros niños y ellos mismos me ayudaban.

–Hasta que llegaron al río Grande. ¿Qué pensaste al verlo?

-Lo vi bien peligroso. Incluso no quería cruzarlo. Pero por miedo a que me pasara algo del lado de México tuvimos que. Y, pues, decidimos cruzar y pasó lo que pasó.

–Entraron…

-Decidimos entrar. Todo iba a la perfección. No estaba tan hondo por la parte donde decidimos entrar, pero de un momento a otro la niña pequeña se me estaba ahogando. Y por auxiliarla a ella, dejé a los otros. La corriente estaba muy fuerte. Nos separó. La niña y yo nos empezamos a ahogar. La corriente me llevó muy lejos. No supe más de mi primo ni de mi hermano. No volví a verlos hasta que salí. Ya vi a mi primo, pero no encontré a mi hermano. Y sí, fue bien difícil estar varias horas ahí, en el agua, luchando por mi vida.

–¿Duró mucho la situación?

-Sí, entramos al río a las 8 de la noche y salimos como a la 1.

–Cinco horas y tú no sabes nadar… ¿cómo lo lograste?

-No sé, de los mismos nervios y pidiéndole a Dios que me ayudara porque tenía a la niña conmigo. Mi cuerpo estaba solamente flotando.

–¿En qué momento llegaron las autoridades?

–Llegaron a las horas, cuando ya el río nos había separado a todos. Yo no sabía dónde estaban ellos y no sabían dónde estaba yo. Yo ya me estaba hundiendo y de la nada sentí que alguien me sacó debajo del agua y me ayudaron con la niña y ya ellos nos sacaron. Fue horas después de estar ahí luchando.

–Fue la Patrulla Fronteriza…

–Ellos me ayudaron a sacar a la niña. El oficial y yo batallamos bastante para salir, y ya estando arriba vi a mi primo. Yo ya estaba muy desesperada porque mi hermano no me contestaba y, no sé como pude, le expliqué lo que pasó al oficial. Caminamos como 40 minutos buscando en las orillas y luego nos subimos a la Patrulla buscando otro rato, de arriba hacia abajo, y no encontrábamos nada.

-No puedo hablar de eso ahora. De hecho, no puedo. (Intenta no emocionarse).

–Es normal. Gracias por la confianza de decirlo así. Tú seguiste a un albergue (que depende del Departamento de Salud y Servicios Humanos) del Gobierno de Estados Unidos. ¿Cómo fue?

-Bastante incómodo por estar con gente desconocida, pero todo muy bien. El trato, muy bien también. Les agradezco mucho que me ayudaron a mí y a mis primos.

–¿Allí te dio seguimiento una psicóloga?

-Yo tenía llamadas con ella o ella llegaba a hablar conmigo y ahí le podía hablar, expresar lo que yo estaba sintiendo en el momento. Y sí, me ayudó bastante hablar con ella.

–¿Qué plan tienes en Estados Unidos?

-Ir a la escuela. En Honduras no estaba estudiando por la inseguridad. Mientras cumplo los 18, quiero llenar mi cerebro de toda la información que pueda en la escuela.

–¿Y cómo te imaginas en unos años?

-Graduada y ayudando a mi familia.

Su familia ahora lucha para obtener una visa humanitaria que permita a los abuelos maternos de Cristopher, con los que se crió en Honduras, llegar a Estados Unidos para asistir al funeral de su nieto. También recaudan dinero en Internet, piden en semáforos en Houston, y venden comida hondureña para sufragar el coche fúnebre en el que transportaron el cuerpo del chico desde México a Estados Unidos, cruzando el puente sobre el río en el que se ahogó. Telemundo/Hondudiario

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