El peligro que corre una mujer cuando va a la tienda del barrio en Guatemala
Por
Emiliano Castro Sáenz - Guatemala, 11 de enero de 2021
Al menos cuatro mujeres
desaparecieron cada día durante los primeros 11 meses de 2020 en
Guatemala y más de 4.000 alertas fueron emitidas por la sustracción de
menores, en su mayoría niñas y adolescentes. Ir a una tienda en el
barrio y no volver es una realidad diaria en el país centroamericano
para muchas mujeres.
En los últimos 18 años, unas 42.000
personas han desaparecido en Guatemala y más de la mitad de ellas son
mujeres, según la organización humanitaria Grupo de Apoyo Mutuo (GAM),
una entidad surgida en 1984 en la época más cruel del conflicto armado
interno que dejó en el doble de tiempo (1960-1996) un total de 45.000
desapariciones forzadas.
Los casos se acumulan a diario y en
diciembre el tema volvió a estar en el foco público con la desaparición
de la futbolista de 17 años Sharon Santa Cruz, a quien se le perdió el
rastro el 20 de diciembre tras un partido de la Liga Mayor femenina en
el estadio Cementos Progreso, al norte de la Ciudad de Guatemala.
Las redes sociales se volcaron con la
desaparición de la menor y también su equipo, Comunicaciones, que no
cesó de reclamar la búsqueda sana y salva de la futbolista. Las
publicaciones con la alerta Alba-Kenneth, un mecanismo de reacción
inmediata interinstitucional para detectar menores de edad sustraídos,
fueron reproducidas por otros clubes, personajes públicos y medios de
comunicación.
Desenlaces distintos
El alcance de las publicaciones tuvo un final
satisfactorio cuando el 23 de diciembre por la noche Santa Cruz fue
liberada y encontrada por las autoridades en el departamento de Izabal
(este), debajo de un puente, intoxicada aparentemente por sus captores y
con el mismo uniforme de fútbol con el que salió del último partido que
jugó días antes, en el que su equipo venció 10 goles a 1 a su rival en
cuartos de final del torneo.
En contraste, otra futbolista, una seleccionada
nacional del equipo guatemalteco sub-20, Karen Barrera, de 20 años de
edad, cumplió el pasado 30 de diciembre tres meses sin saber su paradero
y, según publicó la familia de la joven en un anuncio de rescate, el
día que le perdieron el rastro Karen salió a hacer una compra en la
tienda que está en la esquina de su casa, pero no volvió.
Su caso, sin embargo, tuvo menos auge
en redes sociales pese a tener activa una alerta Isabel-Claudina (para
mujeres mayores de edad).
La diferencia en el abordaje social y
mediático en ambos casos fue abismal, pues “en época de redes sociales
es muy importante (la difusión), porque ahora, si a esta niña Sharon
Santa Cruz la hubieran visto en otro país, eso para mí habría sido un
avance (al reconocerla)”, asegura a Efe la coordinadora del área de
Transparencia de la organización humanitaria Grupo de Apoyo Mutuo, Karla
Campos.
“Es difícil ser mujer en Guatemala.
Significa tener miedo, hacer el doble de las cosas que hacen los hombres
para demostrar que se es capaz de hacer ciertas cosas. Nos cuesta más
la universidad, salir a la calle porque hay miedo, trabajar y ponernos
en posiciones de poder. Pero lo hemos ido logrando y vamos paso a paso
para poder cambiar el país”, subraya Campos, experta en la materia.
La investigadora del GAM, una entidad
que surgió en 1984 para denunciar las desapariciones y atrocidades del
Ejército durante el conflicto armado, asegura que los actores o
perpetradores han cambiado “levemente”, pues “ahora no son instituciones
estatales que desaparecen a la gente, sino organismos del crimen
organizado”.
Izabal como destino
Las organizaciones criminales como la que
supuestamente intentó raptar a la futbolista de 17 años podrían tener
intereses en Izabal, un departamento en el noreste del país colindante
con Belice y Honduras y con salida al mar Caribe.
“Izabal es fronterizo, tiene playa y
turismo. Todo ese corredor del noreste del país es similar. Es muy
probable que haya más presencia del crimen organizado en este sector que
en el oeste de Guatemala, que tiene frontera (con México) y donde hay
mucha población indígena con sus propios estrictos controles, como la
llamada justicia indígena”, apunta Campos.
En el papel crucial del departamento
de Izabal como un “centro de distribución” del crimen organizado
coincide la directora ejecutiva de la Fundación Sobrevivientes, Claudia
Hernández Cruz, quien agrega a Efe que, además del narcotráfico y la
salida al mar con uno de los principales puertos del país, también
coinciden en la región “fincas de palma africana, minería y mucha
conflictividad social”.
Hernández añade que han identificado
casos de “jóvenes universitarias que han aparecido drogadas y dejadas en
el mismo departamento (Izabal)” e incluso menciona que hay
“antecedentes de casos de trata con fines de explotación sexual, pues
del lugar salen barcos por el tema de importaciones y exportaciones.
Hemos visto casos de organizaciones con catálogos de las jóvenes previo a
ser secuestradas”.
Durante los primeros 11 meses del
Gobierno de Alejandro Giammattei, quien tomó posesión en enero de 2020,
se reportaron 1.025 desapariciones de mujeres, según los datos del GAM.
El dolor que acompaña a las familias
con personas desaparecidas no cesa. Es un delito que no pierde vigencia y
la angustia, como señala la investigadora Karla Campos, “no tiene fin,
pues la etapa de duelo no se logra cerrar” y las secuelas psicológicas
“son fatales”.
Fuente: www.elespectador.com |
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