miércoles, 17 de junio de 2020

Honduras: Reflexiones sobre la pandemia (11) // Otras informaciones en Criterio.hn

Publicado en Junio 17,2020 en Criterio.hn /


                    En lo que a la pandemia se refiere, recién hace una semana que el gobierno se ha visto forzado a reconocer lo que muchos médicos han estado advirtiendo desde el comienzo, esto es, que la información estadística oficial no era correcta. Que los contaminados y los muertos han sido muchos más, porque esta tiene un retraso de entre quince y veinte días. Y lo más grave  -y turbio-  es que esto se hubiera mantenido oculto a la población.

                   El domingo anterior, por ejemplo, un enfermero grabó un conmovedor vídeo en el que daba a conocer que, únicamente ese día, en el Hospital Escuela le ordenaron retirar dieciséis cadáveres de contagiados. Que uno de ellos aún vivía, pero que los médicos le indicaron que también se lo llevara porque ya lo daban por muerto. Esa misma noche, sin embargo, Sinager reportó el deceso de solamente cuatro personas en todo el país. 

Cómo es posible que, a pesar de que en todo el mundo  -la OMS incluida-  se ha estado insistiendo hasta la saciedad en la imperiosa necesidad de hacer el mayor número de pruebas y de que los mismos médicos del gobierno habían anunciado que se iban a practicar entre dos y tres mil diarias, no ha sido sino hasta pasados casi noventa días que se están efectuando alrededor de mil.

Hasta ahora, pues, caemos en cuenta que lo que don Juan Orlando nos ha estado diciendo de la pandemia ha sido su “realidad alternativa”, esto es, la misma en que vive Trump. Y que las presentaciones sobre el virus que todas las noches nos hace Sinager solo son películas viejas, como las clásicas del canal Fox. O clases de virología astronómica, ya que los datos, que ingenuamente creemos que corresponden al mismo día, en realidad, son como gran parte de las estrellas del cielo, que dejaron de existir hace miles de años, pero que las seguimos viendo porque Sinager, digo la luz, no ha terminado de llegar hasta nosotros.

Ahora nos enteramos, igualmente, que don Juan Orlando no incurrió en ningún lapsus cuando habló de “la Honduras de acá y la Honduras de allá”. Puesto que los dramáticos reclamos que diariamente hacen los médicos sobre el completo desabastecimiento y riesgo inminente de colapso del sistema sanitario del país, si bien son completamente ciertos en “la Honduras de acá”, parece que no lo son en la “Honduras de allá”. O sea, en la que viven él y sus corifeos, que pasan repitiendo como loros que las denuncias son falsas y que los centros de salud todavía tienen capacidad suficiente.

Pocas veces la expresión “querer tapar el sol con un dedo” ha sido tan cierta. Hasta el alcalde de San Pedro Sula reconoció que los hospitales de la ciudad están ”al máximo de su capacidad”. Un médico relató al periodista Edgardo Melgar, del programa de televisión 30/30, que el lleno es tal que ya los doctores están decidiendo quién vive y quién muere. Y el propio gobierno informó que muy pronto tendrá que recurrir a los hospitales privados. Lo que, de paso, me hace preguntar. ¿Y cuándo van a habilitar el Centro Cívico Gubernamental, que el gobernante tan “generosamente” ofreció para este propósito?

De otra parte, en el campo político la campaña del presidente también ha pasado a otro nivel. Ha dispuesto que se le defienda a ultranza, es decir, exaltando su personalidad al máximo. E inmediatamente, con obediencia automática ¡a la orden, mi Fuhrer! ya empezaron varios funcionarios, políticos, diputados y hasta pastores de iglesias, a ensalzarlo hasta lo sublime, vale decir, hasta lo ridículo. Un pastor, para el caso, dijo que Dios directamente le encargó salvar a Honduras de la pandemia. Y a una diputada no le dio ninguna vergüenza declarar lo mismo, agregando que era el mejor presidente que ha tenido el país en toda su historia. Como quien dice, más genial que Morazán y más honrado que Cabañas. ¿Qué hacemos, Señor, con tanto dislate?

Aunque es posible que algo tenga que ver con esto la conducta mesiánica que don Juan Orlando ha observado en todo su mandato. Recordemos que él mismo se encargó de aclarar, desde el principio, que quien lo llevó al poder no fue su partido sino Dios, y que Éste sería, además, quien directamente gobernaría a Honduras. A través suyo, claro está. Releamos el primer párrafo de su discurso de toma de posesión en enero de 2014:
             “Ante todo, agradezco a Dios haberme dado la oportunidad de servirlo a Él y a Honduras con humildad. Acepto esta responsabilidad, solicito su guía, acepto su sabiduría y juro seguir sus dictados a través de mi conciencia, en todos los actos de mi gobierno”.

No es extraño, por tanto, que hoy lo estén queriendo endiosar. Y solo falta que se haya dejado crecer la barba para transmitir una imagen bíblica. Porque nadie le va a creer que, como ocurre con el resto de nosotros, no haya podido disponer de un barbero. O que trabaja tanto que no ha tenido tiempo. Como sea, quienes lo están alabando como a un dios no se dan cuenta que lo que hacen es arrastrar la democracia hondureña por el lodo. Y olvidan que aún los romanos, que confirieron carácter divino a muchos de sus líderes, en la celebración de sus triunfos militares siempre encargaban a un esclavo que les estuviera susurrando al oído: “memento mori”, o sea, “recuerda que morirás”, para que tuvieran presente que seguían siendo tan mortales como cualquiera.

Nota relacionada Reflexiones sobre la pandemia (10)

Lo que don Juan Orlando está promoviendo no es otra cosa que el famoso “culto a la personalidad”. A la mejor usanza de muchas dictaduras. Pero. ¿Con qué intención? ¿Acaso no repite a cada rato que no aspirará más a la presidencia de la República?  La oposición  -y, por supuesto, también los precandidatos nacionalistas-  deben tomar debida nota de esta sospechosa estrategia, que pareciera encaminada a dar respuesta a la pregunta que todo el mundo se hace. ¿Cómo piensa salir del problema que le espera con la fiscalía de Nueva York?
Tegucigalpa, 16 de junio de 2020.

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