miércoles, 1 de enero de 2020

Honduras y su radiografía mortal de fin y comienzo de año

31 / 12 / 2019 /  Hector Flores (Chaco de la Pitoreta) Poeta y Gestor cultural hondureño.
No podía ser diferente en una historia que se escribe desde las líneas impunes y asesinas del partido nacional. Nuestro año se va teñido de sangre, con luto, extrañamientos y destierro. Más lleno de militares que de médicos y profesores y con más armas que libros. Con una enorme peregrinación al norte o a los nortes donde sean posibles, y una encarnecida lucha por sobrevivir de los que acá decidimos quedarnos.

                              Para nuestra desgracia cerramos el 2019 con Joh asaltando la indeleble democracia que profesamos y abriremos el 2020 con él ahí mismo, pero seguramente más corrupto y criminal y con una nación menos Estado. Es decir, sobrellevamos una dictocracia nacionalista al mero estilo de Pinochet en Chile, solo que con menos dinero de la derecha reaccionaria de aquellos tiempos y más de los carteles criminales de la era moderna.

En esta radiografía básica de Honduras nos iremos sobre un par de tópicos que han de determinar el andar del 2020 y las opciones posibles de cambio si nos asumimos en la tarea de construir otra historia. Pero, obviamente, para que ese cambio sea posible primero tenemos que despertar del letargo al que nos han llevado y de una buena vez dar el golpe final a esta dictadura antes de que las instituciones y lo que queda del Estado se lo coma la polilla cachureca en el poder.

Una red criminal más allá de lo transnacional

En alguna parte una vez leí que la globalización en el fondo lo que había universalizado era el crimen, y quizá tengan razón. Hasta lo legal que desde la globalización se impulsa tiene en los pequeños territorios, expresiones radicales de violaciones de derechos humanos, de destrucción de la casa común y de entreguismo jurídico a los proyectos comerciales globales dirimidos en las grandes cortes y en contra de las pequeñas resistencias de los pueblos y con la veía de las dictaduras criminales que los administran.

Sin embargo, el éxito de la red criminal instalada en Honduras no está en su ascenso al gobierno en donde tienen hasta presidente, ni en lo letal de sus armas y militares dispuestos a masacrar al pueblo entero, no importa donde, por mantener la hegemonía de la red, ni en las gargantas tarifadas que se encargan de ir creando perfiles y limpiando la imagen criminal desde sus medios de desinformación, sino en la capacidad de articular tentáculos que son capaces de llegar a cualquier parte del mundo en donde piensen que hay cabos sueltos para asegurarlos. Muy al mero estilo de Pinochet, quien, junto a aquel premio novel de la paz, articularon una red para matar a los intelectuales del cono sur que se oponían a su forma de gobierno, estuvieran donde estuvieran y con los recursos que fueran necesarios.

Esta red criminal hondureña se organizó con una estructura tan potente que incluye funcionarios en todas las esferas de la administración pública nacional, ongs inventadas y otras cooptadas para plegarse y a predicadores de la fe y adoradores del dinero que no escatiman en vender a su dios a cambio de un poco de poder. Pero va más allá. A lo largo de estos últimos 10 años se pone en evidencia que el poder hegemónico de la dictadura moderna se ha articulado por región, apoyada por la extrema derecha de los Estados Unidos y por organismos internacionales como la OEA que prefieren narcodictaduras como la de Honduras, que gobiernos progresistas como el de Evo en Bolivia. Es tal su estructuración que no tienen problemas en asesinar a privados de libertad cuya vida está bajo la tutela de la justicia hondureña y el Estado mismo o, en su defecto, mandar a intimidar a jurados en las cortes de New York donde les siguen los pasos por narcotraficantes.

Si los narcotraficantes a lo largo de estos años habían encontrado formas efímeras de colaboración para hacer que la droga llegará a su destino, esta red ha conseguido legitimarse de tal manera que la misma OEA, el gobierno de los Estados Unidos, la Comunidad Europea y la cooperación internacional son sus avales incondicionales. Bueno eso hasta que el usurpador del poder en Honduras deje de ser el tonto útil que ellos necesitan, después quien sabe cuál sea su historia. Lo que si es más que claro es que el daño causado a Honduras no será superado de la noche a la mañana y serán más que muchos sino frenamos ahora los ataques destructivos contra el Estado de esta banda criminal que nos gobierna.

La oposición como respuesta y el deslegitimado camino electoral como propuesta

Parafraseando a Boaventura de Sousa diré que el peor mal de Honduras es que mientras la oligarquía criminal y asesina se articula de manera disciplinada para arrancarnos la dignidad hondureña, la oposición – izquierda – centro izquierda – pueblo en resistencia, como se le quiera llamar está desorganizada y camina en la búsqueda del poder de forma fragmentada. Y así, estoy absolutamente seguro los siempre ganadores serán los opresores y los pequeños caudillos de los pueblos.

Es doloroso tener que aceptar que aquellos en quienes como pueblo hemos puesto la esperanza, ponen las suyas en un proceso electorero que no les favorece, que los denigra y sobre todo los utiliza para legitimarse y por una miserable cuota de poder se van con la corriente. Bien dicen por ahí que las ansias de poder son capaces de cambiar el corazón del hombre y hacer trastabillar sus buenas intenciones. Sin embargo, yo creo que en el caso hondureño lo que ha fallado no es la intención sino el proceso. Lo que ha faltado es una renuncia a esas simplezas populistas y egos particulares que no permiten cuajar un camino verdadero hacía la conquista del bien común y la consolidación del Estado de Derecho.

Yo esperé, con sinceridad y pena lo digo, que todos los funcionarios públicos que son de la oposición hubieran tenido el coraje y la disciplina de doña Xiomara Castro cuando, en aquellos días de elecciones, en obediencia absoluta a las causas del pueblo, depuso sus aspiraciones presidenciales en favor de la alianza cuando ella sabía que todos estábamos dispuestos a seguirle en la ruta que fuera. Pero en este caso las cosas no fueron así

Toda la oposición se volvió electorera y distante del pueblo, parecida al tradicionalismo, pero con un discurso y una bandera diferente. Se fueron tras reformas electorales que no cambiarán para nada las reglas del juego político y se quedaron en silencio cuando debieron ser la voz de quienes en ellos y ellas pusimos la esperanza. Hoy eso, que pudo ser nuestra mayor fuerza|, no es más que una estira y encoje con alcance electoral. En el discurso fueron y siguen siendo coherentes, pero en la práctica no pasan de zafarranchos que más que demostrar fuerza termina reflejando la impotencia y la desorganización que nos mueve, cuando el objetivo está puesto en el lugar equivocado, tal es el caso del electorero.

No es que no se deba ir a lo electoral, lo que no puede ser es que toda la esperanza la dejemos ahí. Especialmente en circunstancias como estas en las que, es obvio que, aunque haya miles de reformas las relaciones verticales que impone esta dictadura no van a dar pie para que desde ahí se construya la libertad del pueblo.

Luces al final del túnel

Cada día del año he visto como muchas personas siguen haciendo resistencia contra la dictadura de Joh. He visto a varias ser agredidas, violentadas en su dignidad, procesadas y hasta asesinadas, pero aún así siguen saliendo. Esa es la primera luz al final del túnel que veo como esperanza que todo puede cambiar para bien. Noan Chomsky dice que si asumimos que no hay esperanza entonces, garantizamos que no hay esperanza, pero, por el contrario, sostiene él, si te asumes en un instinto a la libertad, entonces, hay esperanza de cambiar las cosas. Esa esperanza es la que me deja esas pequeñas luchas, con esos pequeños grupos que se fajan contra los asesinos de esta dictocracia.

Sin ninguna posibilidad en Honduras de hacer verdadero peso político confío en que, en los pueblos del mundo haya más fuerza. Hay una fuerte dinamización de personas por el mundo intentando poner en evidencia lo que hace la mente criminal de Joh y su pandilla y lo están logrando. El discurso falso y mal elaborado de Joh cada vez tiene más peso en los pueblos, aunque los gobiernos de esos pueblos lo sigan protegiendo. Pero un día crecerá tanto esa ola que esos gobiernos, de esos pueblos, tendrán que dejar solo al payaso hondureño y ese circo tendrá que cerrar. Ellos y ellas son otra pequeña luz al final del túnel.

Finalmente veo con un brillo interesante ese grito de boicot electorero que se levanta en Honduras por parte de las personas que, hastiadas de la farsa democracia electoral sin distingo de bandera e igual de falsa, están llamando a no participar en un proceso que no es respuesta. Estoy seguro de que, si logramos que esta ola crezca y que los politiqueros se queden con sus ornas vacías entenderán que el pueblo ha tomado el control y que sus mentiras dejaron de ser eficientes. A los politiqueros hay que ponerlos en su lugar y el pueblo puede conseguirlo si se junta para que este boicot por fin les de una bofetada a los mentirosos que solo ven sus egos en las urnas.

Cierro este artículo casi como lo empecé, diciendo que la historia de Honduras no podía ser diferente…no si todos y todas seguimos con ese conformismo al que nos ha llevado la pacificación impuesta. Pero, a diferencia del párrafo inicial yo creo en la gente, creo en los pueblos y le apuesto a la lucha digna de quienes en sus pequeños espacios están buscando hacer la diferencia.

Podemos darle otro rostro a Honduras, podemos si queremos. Cuando estemos listos veremos toda la luz del túnel y vamos a celebrar el fin de Joh y su dictadura, el nuevo proyecto social para la patria que amamos y a nuestros hijos e hijas andar libremente en una patria sin violencia y con dignidad.

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