Publicado en Criterio.hn / Diciembre 4,2019
Por: Víctor Meza
El Partido Nacional, que a eso me
refiero, ha experimentado una evolución tan rara que, por momentos, nos
recuerda la metamorfosis de origen kafkiano. De partido de gobierno pasó
a convertirse en partido del gobernante, subordinando su dinámica
interna a los caprichos, veleidades y ambiciones del inquilino ilegal de
la Casa Presidencial. O sea que de partido gobernante pasó a ser
partido gobernado, ente político sumido en la servidumbre y la
incondicionalidad acrítica ante el régimen de facto.
Esta transformación no se produjo de
una sola vez, de la noche a la mañana. Ha sido el resultado de un largo y
gradual proceso de desintegración orgánica, de concentración indebida
de poder en sus estructuras internas, de peligrosa contaminación por la
cultura de la corrupción la opacidad en sus diferentes eslabones y
circuitos.
Poco a poco, las redes de la
corrupción institucional fueron ampliando su radio de acción e
invadiendo los espacios de la actividad partidaria y su relación con la
acción gubernamental en todos los niveles. Buena parte de las cúpulas
orgánicas del partido quedaron de pronto absorbidas por las redes
delincuenciales del crimen organizado. Así fue como se operó una nueva
forma de la metamorfosis partidaria: la reconversión del partido en un
intrincado conjunto de redes delincuenciales, dedicadas todas ellas a
saquear los fondos del Estado y filtrarlos hacia las actividades
políticas y, sobre todo, hacia los bolsillos particulares de sus
principales actores y beneficiarios. Por la vía dudosa de muchas
fundaciones de fachada, miles de millones de lempiras tomaron el rumbo
indebido desde las arcas del Ministerio de Finanzas hacia las cuentas
institucionales o particulares de funcionarios, legisladores, líderes
regionales y comités de campaña del partido.
Como era de esperar, este proceso
interno de desintegración ética de las estructuras nacionalistas habría
de reflejarse, más temprano que tarde, en la unidad o en la división de
las filas partidarias. Y eso es precisamente lo que está sucediendo en
la actualidad, como quedó demostrado en la reciente Convención Nacional
celebrada por el PN el pasado sábado 29 de noviembre en la ciudad de
Danlí.
En ese evento, otrora ocasión para demostrar la pujanza de sus
filas, los actuales dirigentes partidarios mostraron sus fisuras
internas y su debilidad intrínseca. Importantes líderes del partido,
algunos de ellos autoproclamados ya como aspirantes a la candidatura
presidencial, no asistieron a la cita, revelando con su ausencia el
malestar que los invade y el descontento colectivo de sus seguidores.
La Convención, carente esta vez del
fulgor subvencionado de antaño, evidenció, sin quererlo, el estado de
inanición política y la ferocidad de las pugnas internas que
caracterizan el acontecer interno del partido. La Convención exhibió un
PN fracturado, casi flácido y desprovisto del vigor juvenil de otros y
mejores tiempos. Es, entre otras cosas, el precio que pagan las
organizaciones políticas por sucumbir ante las prácticas disolventes de
la ilegalidad y la corrupción.
En la Convención de Danlí, al menos
dos dirigentes – Mauricio Oliva y Nasry Asfura – dejaron evidencia clara
de sus aspiraciones presidenciales. Ambos son políticos menores, de
fulgor escaso y visión limitada, incapaces de liderar un resurgimiento
verdadero en las filas nacionalistas. Para colmo, los dos señores, por
razones de su oficio, están atados al ancla de la duda y el desencanto
público de la ciudadanía.
Pero, justo es decirlo, entre los
ausentes, los que no asistieron al evento, tampoco se vislumbra la
figura salvadora que saque al partido de la crisis en que se encuentra y
recupere, si es que ello es todavía posible, alguna parte aunque sea de
la confianza pública que alguna vez tuvo el PN. La ilegalidad de la
reelección presidencial y el escandaloso fraude electoral de noviembre
de 2017, en el marco de una corrupción generalizada y una infiltración
desmesurada del crimen organizado, han sido elementos clave para hacer
estallar la crisis interna del partido otrora gobernante y hoy
vergonzosamente gobernado.
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miércoles, 4 de diciembre de 2019
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