jueves, 9 de mayo de 2019

Honduras: En junio se va vocero de la MACCIH por discrepancias con Luis Almagro // Con cierta pena y con escasa gloria

Por: Redacción CRITERIO 
Mayo 9,2019 / redaccion@criterio.hn
Tegucigalpa.-  El dirigente del Partido Liberal de Honduras, Eduardo Martell, , manifestó que Luiz Antonio Guimarães Marrey  se va de la Misión de Apoyo para el Combate de la Corrupción e Impunidad en Honduras (Maccih), por supuestas discrepancias con el Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro.

                                        
                                                           Eduardo Martell
El político liberal manifestó que, con la Maccih ha ocurrido lo que sospechábamos, que al ser un órgano que depende de la OEA, ha sucumbido a los arreglos diplomáticos, a los acuerdos entre este organismo y el Gobierno de Honduras.

Agregó que prácticamente ha sido maniatada para que no cumpla con su rol, sino que desarrolle una actividad cosméticamente de combate a casos de corrupción sin ninguna relevancia para el país.

De acuerdo al criterio de Martell, Guimarães ha hecho un trabajo dentro de lo que ha estado a su alcance, pero lamentablemente el vocero, dentro de unas semanas estará dejando la Maccih, y lo puedo confirmar con conocimiento de causa que se va el 30 de junio, dijo Martell.

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Agregó que la salida sería porque nunca encontró el acompañamiento de la OEA y por lo tanto no tendría su continuidad dentro de la Misión de Apoyo para el Combate de la Corrupción y la Impunidad en Honduras.

Martell mencionó que la partida de Luiz Guimarães Marrey, es por las discrepancias iniciadas algunos meses, donde empezaron a señalar a altos funcionarios y diputados vinculados a casos de corrupción.

El detonante de la salida del vocero de la Maccih, es el último informe que era sumamente duro con funcionarios a la administración de Juan Orlando Hernández.

El secretario general de la OEA solicitó un informe mucho más manejable para los intereses de la actual administración hondureña a la cual el vocero en una posición bastante digna ha dicho que no, señaló Martell.

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Con cierta pena y con escasa gloria



Publicado en Criterio.hn
Por: Víctor Meza
Así se va el señor Luiz Guimarães Marrey, vocero oficial de la Misión de Apoyo en la lucha contra la corrupción y la impunidad en Honduras, un organismo creado por la Organización de Estados Americanos (OEA), financiado por la comunidad cooperante internacional, solicitado formalmente por el gobierno hondureño y, lo que es más importante, fruto inmaduro de las exigencias multitudinarias expresadas en las Marchas de las Antorchas de los meses de julio y agosto del año 2015.

De hablar pausado, con ese tono simpático del portugués brasilero, el señor Guimarães, hombre bueno si los hay, muy circunspecto, amable, huidizo ante las cámaras y partidario siempre de bajo perfil, estuvo poco tiempo entre nosotros. Le tocó la desagradable tarea de llegar a Honduras para sustituir al jurista peruano Juan Jiménez, primer vocero de la MACCIH, quien, poco a poco, con delectación de artista y paciencia de monje, logró ir conquistando las simpatías de mis compatriotas y el visto bueno de los críticos y escépticos de siempre que no confiaban en su misión. Entre la gestión de Jiménez y la de Guimarães hay un abismo de diferencias, pero también hay otro de condiciones dispares y momentos distintos.

Jiménez se va en el momento en que la imagen de la MACCIH iba en ascenso, en la medida que se lograba colocar las piezas de lo que habría de ser un sistema integral de anticorrupción, el sueño más acariciado del abogado peruano. Guimarães llega en momentos de confusión y duda, cuando el escepticismo vuelve a cobrar fuerza, ante la abrupta salida de Jiménez, como resultado de conspiraciones palaciegas conjuntas de cierta cofradía internacional en Washington y de algunos políticos corruptos locales. Pero, aun así, en tales condiciones, el gobierno se negaba inicialmente a aceptar la designación de Guimarães, hasta que la presión de Washington subió su volumen y se hizo inevitable la llegada del abogado de Sao Paulo.

O sea que Guimarães no llegó en su mejor momento. El origen de su gestión no fue ni el más oportuno ni el más venturoso. La sombra de Jiménez pesaba todavía con demasiada fuerza y su fantasma merodeaba por los pasillos de una MACCIH desmoralizada, en proceso casi de desintegración laboral, con fugas importantes de capital humano y un interinato tan provisional como intolerante.

Los hondureños debemos ser justos al valorar la gestión del doctor Guimarães. Hizo lo que pudo y lo que no pudo lo habrá dejado escrito en su agenda. Su desempeño estuvo marcado por no pocas incomprensiones locales, urgencias inapropiadas para encontrar soluciones inmediatas a problemas que requieren más tiempo y paciencia. Sus iniciativas, modestas y discretas, chocaron más de una vez con ese muro de impunidad y silencio que rodea y protege a las élites corruptas del país. Con su estilo prudente y con frecuencia incomprendido, el doctor Guimarães impulsó algunos de los procesos que ya estaban en marcha, alentó investigaciones cautelosas y prudentes sobre redes tan sensibles como peligrosas. Pero no fue más allá. El recuerdo de Jiménez y las lecciones de su frustrada gestión siempre estuvieron presentes en su desempeño y en su aprendizaje.

El círculo de hierro que toma decisiones en Washington siempre está atento a lo que hace la MACCIH, vigilante para que no rebase los límites ni cruce la línea de prudencia que la diplomacia cretina y el compadrazgo político aconsejan. Allá, en las cómodas oficinas de la capital estadounidense, están los burócratas que parten y reparten el presupuesto que los países cooperantes aportan para el funcionamiento de la MACCIH, allá se toman las decisiones clave y se decide, en última instancia, si es o no prudente investigar a tal o cual o judicializar este o el otro caso. Así son las cosas, por desgracia.

¡Adiós doctor Guimarães! Buen viaje y mejores recuerdos, si los hay, para tener siempre a Honduras en la mente y en el corazón. 

Disculpe a quienes le ofendieron, repudie a quienes le obstaculizaron su trabajo y sonría a los que, a veces, por imprudencia y hastío, exigimos más de lo que usted y la MACCIH podían y pueden dar. Ojalá que la sombra de otro interinato, no termine por fin de aplastar las alicaídas energías de la Misión de apoyo.

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