21 de Septiembre 2018 / Galel Cárdenas Mel Zelaya. En el Partido Liberal lo elegimos presidente. Y en las acciones preparatorias, un día cuando nos reuníamos en el Hotel Santa Lucía Resort, del coronel Mario Maldonado, leímos un texto sobre las expectativas sociales y culturales frente el recién electo presidente. Posiblemente por vez primera me vio en sus reuniones políticas, esa vez me respondió y me dijo: Galel, mi gobierno va a ser histórico, tengo en mi proyecto transformar la nación.
Habíamos un conjunto de compañeros que habíamos integrado diversas comisiones en el proceso electoral. Después del tiempo, poco a poco fue aportando sus conceptos de una nueva visión de un líder que no siguió los mandatos de la élite fáctica y mediática, ni el acompañamiento de líderes de viejo cuño, o tal vez oportunistas tradicionales. Entonces configuró un gabinete sin figuras patriarcales.
Muchos de esas figuras antañonas luego se convirtieron en sus enemigos acérrimos hasta el sol de hoy, los cuales todavía expresan que si tuvieran que apoyar un golpe de Estado contra Mel Zelaya nuevamente lo harían. El país cambió de rumbo. Las cifras económicas y sociales se volvieron positivas. E introdujo en el pensamiento popular la idea de una consulta, de una asamblea nacional constituyente y de una refundación del Estado.
Sus relaciones internacionales con la generación de presidentes socialistas fue su apoyo en la gestión presidencial, nunca habían pisado tierras nacionales líderes de aquella talla heroica de la democracia participativa. El país había salido del marasmo hipnótico de una fementida democracia representativa bipartidista dirigida por la élite económica de la nación. Entonces, Mel Zelaya poco a poco se fue apartando de aquellos lineamientos imperiales, y mesió las barbas de las transnacionales petroleras cuando no sólo cambió la fórmula que adjudica precios de los derivados correspondientes, si no que compró a Venezuela el petróleo correspondiente, y de aquel dinero recogido se establecía el uso para obras sociales, hasta le fueron donados tractores para los campesinos productores agrícolas.
Vivía el país una especie de armonía y paz que animaba a la gente, se respiraba una libertad creativa, mientras tanto se removía la oscuridad de las vísceras del anticomunismo, poco a poco, las élites confabuladas conspiraban contra el presidente Zelaya. Había caminado junto con el pueblo en diversas líneas de acción. Amigo de los escritores, de los artistas y de los intelectuales en general, había abierto la casa presidencial para inter actuar con los creadores y demás líderes populares. Y así, las conspiraciones con el monstruo del anticomunismo, con sed de sangre y venganza procaz, aupadas por el Departamento de Estado y la señora Clinton, después de la reunión de la Oea que despenalizó a Cuba con el voto adverso imperial, dio la orden respectiva de asesinar la democracia que Mel Zelaya le había dado un giro participativo y popular.
Entonces el zarpazo fue asestado con toda la violencia militar, bipartidista, y el odio mediático pagado por los dineros de la Cía y la embajada norteamericana. El mundo hondureño cambió el curso de la historia, despertó un pueblo, y fundó un movimiento socialista, popular, masivo, y esperanzador, el socialismo era la ruta, la estrella, el horizonte.
Lo demás todos lo hemos vivido con la intensidad de las convicciones, el compromiso y el amor por una patria justa, soberana y equitativa. La meta está allí. Nos acompaña y orienta en lo posible Mel Zelaya, siempre en el lado de las causas de los pobres.
Y allí vamos cada grupo, cada compañero y cada compañera en su trinchera respectiva, avanzamos, aunque no lo parezca. Vamos en la vía correspondiente. Y un día como dice el poeta Alfonso Guillén Zelaya triunfará la democracia con su divina gracia. Habrá un nuevo sol, como querían los antiguos mayas en su texto sagrado del Popol Vuh.
Tomado de facebook
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