Las falacias del régimen fueron creadas por expertos en fabricar, en la guerra informática, falsedades revestidas por ciertos fragmentos de verdad que perviven en el contexto local, nacional o internacional.
La información emitida primero por las estructuras supranacionales debidamente preparadas en cápsulas que contienen un compuesto de elementos falsos y verdaderos están destinados a aparentar sentimientos muy hondos de nacionalismo patriótico.
Las agencias de inteligencia y la embajada norteamericana envían personajes asesores que son especialistas en deformar, re orientar, re conducir, re componer e instalar élites políticas, económicas, militares y mediáticas en los gobiernos escogidos por el Departamento de Estado para gobernar mediante una política económica extractivista, privatizar empresas estatales, impulsar legislaciones, a fin de favorecer un neoliberalismo ligado a las transnacionales y a los intereses de una gobernanza que contribuya al secuestro definitivo del Estado Nacional.
Para lograr tal objetivo, el Departamento de Estado y sus agencias injerencistas, ha establecido diversos modos de configurar un gobierno títere, una especie de protectorado invisible, partiendo del golpe de Estado a fin de imponer un jefe tan comprometido con los intereses del imperio que se convierta en un titiritazgo con libertad absoluta para enriquecerse personalmente y a su equipo de saqueo institucional.
Todo parte del big bang del Golpe de Estado de 2009, mismo que se encuentra en constante renovación cada vez que se haga necesario violar la Carta Magna del país.
Todo ello es necesario para avanzar hacia el Estadio de la dictadura neoliberal fascista, en una especie de concatenación continua sobre la base, primero de una plataforma argumental falsa (como por ejemplo la satanización de la consulta popular), la defenestración del presidente y la respectiva expulsión del país, la instauración del grupo golpista en la cabeza del gobierno del grupo de políticos, militares, empresarios, religiosos y periodistas, quienes asumen distintos roles en el proceso desinformativo correspondiente con el fin de persuadir y dominar la ciudadanía desprevenida, ingenua, crédula y sobre todo analfabeta.
Para lograr estas metas de consolidación del secuestro del Estado Nacional se necesitan todas las falacias posibles que sean capaces de montar un gobierno que siendo impopular se sostenga con un nuevo modelo de país instaurado a partir del primer gran impulso de violencia militar golpista.
Se trata en el primer momento de desestructurar el modelo liberal beneficiario y para lograrlo se recurre a la represión generalizada con el consiguiente asesinato de activistas opositores, la captación de la élite dominante fáctico mediática ya existente en la reciente historia de la clase burguesa apátrida, pero, a la vez se necesita captar mediante un método que un empresario liberal describió un día: se les paga o se les pega.
También se trata de absorber la élite periodística de mayor rango nacional, la dirección de las iglesias cristianas mediante canonjías financieras, las ONG S dispuestas a percibir financiamiento espurio sin ambages morales, en fin, todo planificado al detalle para finalmente fundar una red de falsedades convertidas en verdades inicuas y repulsivas.
Seguido de ello, continúa la estructuración de un fraude electoral sistemático basado en la alta tecnología informática proporcionada por la embajada norteamericana a través de sus agencias asesoras especializadas en tal rubro.
El fraude electoral es un paquete prefabricado por las agencias secretas imperiales con mecanismos integrales diseñados para ganar elecciones continuas; en el paquete se contempla el pago desmesurado de periodistas muy bien cotizados en el mundo de las noticias y de la criteriología para ocultar, resaltar, desviar, manipular, enfatizar sobre las grandes bondades del modelo que se ha impuesto a rajatabla sangrienta.
El asalto al aparato legislativo es un pivote fundamental, pues, desde ese monstruo constructor de leyes, se legitima la dictadura, el fraude y el neoliberalismo a ultranza, ya que desde este espacio representativo de una democracia fraudulenta se derogan leyes que obstaculicen el imperio de la privatización, la explotación contractual de los servicios del Estado, el vaivén de las transferencias financieras, en fin, el muro de la ignominia neoliberal.
Así entonces, desde toda esta base impuesta desde el año 2009 es que se ha instaurado la dictadura con licencia para saquear, asesinar, desfigurar, con toda la fuerza legal necesaria.
Es así que se ha montado la dictadura perfecta, donde no se mueve una hoja si el dictador no quiere, y desde el vértice del trono olímpico, como un dios maléfico puede ver hacia abajo todas las piezas movidas en su ajedrez infernal.
Sólo tiene una fisura esta tiranía, la conciencia del pueblo que se manifiesta siempre aquí, allá acullá, pero, para eso montó tres fuerzas: el ejército hoy financiado hasta la saciedad, la policía depurada de su mafia narcótica y sustituida por su propia élite policial y finalmente su ejército personal que reprime a diestra y siniestra con un odio especializado en asesinar, golpear, destruir todo aquello que huela a resistencia popular.
En medio de esta batahola, sus cuadros saqueadores del erario público siguen drenando la riqueza que posee el Estado como si fuera el cuerno de la abundancia.
La red de comunicadores mercenarios entre tanto prosigue el libreto que la embajada escribe para cada momento de crisis que asola al país como un tsunami impredecible.
Defiende, ataca, manipula, destruye, incentiva, crea paraísos mentirosos, y cultiva el cinismo, la procacidad, la vulgaridad, la insolencia, el descaro, la desfachatez y hasta la osadía de la estupidez que avergüenza realmente al ciudadano más común posible.
Ahora bien, tan asquerosa ha sido la impunidad que hasta los gringos genocidas del mundo les da vergüenza de tanta inmunidad, tal que, al menos, van atacando los viejos saqueadores para ir recomponiendo sus gastados cuadros políticos impúdicamente hiperbólicos, pues no caben ya en ninguna clasificación infernal de la inmoralidad demoníaca.
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