Julio 23,2018 / Galel Cárdenas
Con gran esperanza política Libre condujo la
organización de la Alianza de Oposición contra la Dictadura,
incorporando la personalidad de Salvador Nasralla con el propósito de
derrotar a Juan Orlando Hernández, el dictador malevo de Honduras.
Libre, su dirigencia y su militancia acogieron aunque con reservas
justificadas, aquella propuesta audaz de elevar a calidad de candidato
presidencial de una coalición política, sin merecer tan extraordinaria
oportunidad política, pues en el decurso del tiempo pasado, Salvador
Nasralla había declarado su fuerte antipatía contra el Partido Libre.
Era el outsider que sacado de la manga de la camisa estratégica se
ponía al frente de la coalición política opositora, con el fin de
presentar a la población hondureña, en su mayoría dominada por los
estragos propagandísticos del poder mediático, un candidato light capaz
de derrotar al gran dictador JOH.
Y de inmediato todos los
integrantes de la oposición y el partido LIBRE empezaron a vender la
imagen de anticorrupción que ya había manejado Salvador Nasralla con su
partido PAC en las recientes elecciones del año 2013.
Fue una
gesta electoral opositora contra toda la corriente aplastante de la
dictadura, sus aliados partidos políticos liliputienses creados para el
efecto necesario y su gran compinche Partido Liberal que puso al frente
otro outsider sin carisma ni valentía programática ante un electorado
que fue bombardeado por el aparato mediático pagado por el dictador con
millonarias cantidades de dinero saqueado de las mismas arcas nacionales
con el cinismo tradicional de los ministros y activistas nacionalistas
especializados en el drenaje del erario público.
El propio líder
indiscutible de LIBRE lo fue presentando de departamento en
departamento, de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo, levantándole la
mano en señal de su bautismo y preferencia eleccionaria correspondiente.
Y aquel viejo director de programas deportivos inserto en una de las
cadenas de televisión más poderosa del país, casi fue arrancado de su
matriz mediática deportiva para ser lanzado al ruedo político como un
candidato presidencial de gran factura de honestidad, decencia y
rectitud en medio de unas de la crisis política de mayor impacto que
haya sufrido la nación, devenida de un Golpe de Estado cruento,
represivo y fascista que haya ascendido al poder político con tanta
rabia y rencor anticomunista.
Y el Partido LIBRE se volcó de
manera entusiasta al apoyo incondicional de un candidato que no
representaba su espíritu de combate ideológico contra el sistema
encabezado por el dictador asesino y más corrupto que haya parido la
nación hondureña.
Pero fue tanta la fuerza que desarrolló el
partido LIBRE que logró el objetivo de derrotar a JOH en las urnas,
pero, la embajada norteamericana ya tenía sus máquinas informáticas
manipuladas para que en cualquier caso de derrota sustancial de JOH
pudieran quitar o poner, sumar o restar, los votos de la hondureñidad
honesta del país.
La injerencia norteamericana descarada dio
finalmente su veredicto, JOH era el presidente re electo de manera
ilegal y con un fraude del tamaño del cinismo inconmensurable del
imperio.
El fraude provocó entonces una batalla campal contra las
fuerzas represivas del Estado, en todo el país. Tiempo después aquella
lucha desigual fue apagada por las propias decisiones del candidato
presidencial ganador, el ingeniero Salvador Nasralla que dio un paso al
costado para desligarse del Partido que lo hizo vencer la dictadura con
los votos dignos de la población hondureña.
Y así en un acto
desleal de su personalidad controvertida, un día manifestó que se
separaba del Partido LIBRE que puso muertos, heridos y presos por haber
luchado a brazo partido, entregando vidas, corazón e ideales, a su
favor.
Entonces con su Estado Mayor de asesores expuso que
entraría al diálogo con la dictadura, que crearía un nuevo Partido y
hasta expresó que el Departamento de Estado le había comunicado que la
presencia de Mel Zelaya a su lado, era un lastre del cual debería de
deshacerse.
Y emprendió su carrera de manera solitaria, haciendo
declaraciones a veces atingentes y en otras desacertadas y hasta
ridículas, y se entregó en los brazos del diálogo dictatorial con un
Partido Liberal torpe y desechado por los votos populares, que ha
acompañado a su par del bipartidismo en la estructuración y
consolidación de la dictadura nacionalista.
Y ahora es un trompo
que baila sobre su propio eje ya olvidado por el pueblo que lo llevó al
pináculo de la victoria electoral sin precedentes, triunfo que se negó a
defender con la hidalguía que correspondía, mientras el dictador
legitimado por el vencedor de las elecciones mueve sus hilos bajo la
protección imperial que lo auxilia poniéndole a la orden personajes
siniestros como el Secretario General de la OEA y negociadores de la ONU
que traen máscaras domingueras para validar al régimen más corrupto de
toda la historia hondureña y latinoamericana.
Hoy Salvador
Nasralla y su grupo asesor lanzan voces desperdigadas que van hacia
ninguna parte, ya apartados de la credibilidad de un pueblo que se ha
propuesto derrotar la dictadura en las calles, o en otros campos
posibles, en cuanto el momento propicio llegue insospechadamente.
Tomado de FIAN-Honduras
martes, 24 de julio de 2018
Honduras: DEL PINÁCULO ELECTORAL A LA DILUÍDA IMAGEN POLÍTICA
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