Honduras, país vulnerable

Una hora de lluvia en el Valle de Sula y en el occidente del país, pone a temblar a muchas familias que viven en zonas vulnerables o hasta en las propias ciudades, lo que desnuda la grave vulnerabilidad ambiental y social que vive nuestro país. Sin embargo, nadie se preocupa por hacer algo y los lamentos se han vuelto una cosa casi cíclica: todos los años son los mismos problemas, en los mismos lugares y los afectados son las mismas familias.

                    Si una hora de lluvias provoca el caos, ¿cómo nos iría si llegara a impactar un huracán como los que han impactado a los países del caribe o en las costas de los Estados Unidos?, sin duda que hasta con sólo imaginarlo genera temores.

Es casi la misma sensación de lo que provocaron los destrozos ocasionado en el país hace 19 años con el paso del huracán Mitch que en 1998 destruyó a Honduras, y puedo convertirse en una bonita oportunidad para reconstruir al país, pero lamentablemente no estuvo presente en “la nueva agenda” del entonces presidente liberal Carlos Flores Facussé.

Han pasado 19 años desde entonces, y las repercusiones de esas malas decisiones se siguen sintiendo, con más intensidad en nuestros días. Ante las lluvias que se presentan en Honduras vinculadas con lo que pasa en los países de América del Caribe, golpeados por los huracanes, al igual que lo que vive México con las fuertes sacudidas de terremotos, hace que salten voces que señalan que son signos de los tiempos, y que el fin de la humanidad está cerca: en tiempos de muchas zozobras, como ahora, se corre el riesgo de ser gobernados por el miedo y por los que imponen el miedo.

Honduras vive en una crisis política, social y económica permanente, pero también en una vulnerabilidad ambiental constante. En esta temporada de invierno, las lluvias que nos azotan han metido en serios problemas a muchas familias que en medio de la tragedia son acusadas de ser generadoras de su propia suerte por habitar en zonas de alto riesgo y por tirar la basura a los drenajes de la ciudad.

Se olvidan que no hay una política de generación de viviendas para las familias y que las ciudades están creciendo de manera desorganizada, mucho menos hay una política pública orientada a trabajar en la prevención y en la mitigación de desastres.

Honduras entera está expuesta a inundaciones, a sequías y hasta temblores. Las tormentas, huracanes y terremotos son naturales, sin embargo, lo que no es natural son los impactos directos, fuerte y trágicos que estos fenómenos tienen sobre la población.

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