miércoles, 28 de junio de 2017

Honduras: Aquel 28 de junio y el agrandado Leviatán // Ocho años a Golpes

Criterio.hn / Por Edgar Soriano Ortiz
Recuerdo muy bien lo que percibí y razoné en aquellas horas del 28 de junio de 2009. Una noche antes me fui a dormir con muchas dudas sobre lo que podía pasar el domingo 28, no era parte del partido Liberal y mucho menos funcionario del gobierno del “Poder Ciudadano”, sin embargo en conversaciones con mis amigos intelectuales, como Fabricio estrada, Rafael Murillo Selva, Rigoberto Paredes o Jorge Amaya, coincidíamos en nuestra condición de ciudadanos en la profunda necesidad de reformas políticas encaminadas a desarticular el perverso control fáctico que ejercen reducidos grupos de poder económico en Honduras. 

                 Al despertar esa mañana, eran como las 6:30 encendí el teléfono móvil, inmediatamente me cayeron tres mensajes de amigos informándome que el presidente Zelaya había sido secuestrado y que estaba en cautiverio. La energía eléctrica había sido cortada y los canales internacionales bloqueados en los principales sistemas de cable. Rápidamente me vestí y me dispuse a salir a protestar a la Casa Presidencial, cuando iba en camino sobrevolaron los aviones de combate F5 de las Fuerzas Armadas, entendí rápidamente que lo que se venía no era nada bueno para los demócratas y militantes de las causas populares.

La mañana transcurrió y las personas comenzaron a llegar a las afueras de Casa Presidencial, mientras a lo interno de esta cientos de militares armados y con gas lacrimógeno esperaban ordenes. Cerca del mediodía ya se sabía que Manuel Zelaya estaba en San José, Costa Rica y que había dado su primera conferencia de prensa en el aeropuerto Juan Santamaría en ropa de dormir y acompañado del presidente Arias de aquella nación. Un helicóptero sobrevolaba sobre los manifestantes, mientras la gente desencajada votaba por la “Cuarta Urna” entre lágrimas y semblantes de impotencia enfrente de la Casa Presidencial.

En la tarde en el Congreso Nacional continua el contradictorio guión elaborado por los conspiradores que violentaba muchos artículos constitucionales, tremenda paradoja violentar la constitución que se decían defender. Se leyó una supuesta carta de renuncia del presidente, que minutos después en medios internacionales el presidente Zelaya desmintió. Luego se procedió a nombrar a Roberto Micheletti como presidente, nombramiento que no fue aceptado por las naciones y organismos internacionales.

Al día siguiente la represión se intensificó provocando en los siguientes meses y años asesinatos, intimidación y una serie de violaciones a los derechos de la ciudadanía, todo por imponer el sostenimiento de un orden históricamente desigual y violento.

8 años han pasado y las consecuencias de aquel hecho político que le costó al bolsillo de los trabajadores unos 20,000 millones de lempiras y la incertidumbre de no tener un futuro social aceptable para la mayoría poblacional. Un agrandado Leviatán (mucho más grande que el de Hobbes) ha crecido atropellando con su peso a todos los obstáculos. Obstáculos generados por la valentía de cientos de miles que salieron a las calles y enfrentaron la violencia represiva estatal y paramilitar. Obstáculos enmarcados en la memoria de una conciencia que siempre ha aspirado a superar el orden colonial cuasi feudal, desarticular la arrogancia e imposiciones de elites acostumbradas a ver el Estado como una fructífera hacienda personal.

Ese Leviatán no es simplemente el arquetipo del “poderoso dictador” JOH, es cara y cuerpo de un orden histórico que articula las fuerzas en beneficio de élites corporativas y favorecidos intermedios anclados en las estructuras institucionales y clericales. 

Finalmente ese monstruoso Leviatán pela sus colmillos y frunce sus músculos faciales en sonrisas al momento de lanzar migajas a las empobrecidas poblaciones, que subyugadas por esa historia desigual se inmovilizan quedando simplemente como trabajadores funcionales y votantes legitimadores.  

8 años después de aquel 28 de junio las lecciones son muchas, la conciencia política en su dispersión tiene conclusiones, el problema es la articulación de fuerzas para detener las andanzas del autoritarismo y su germinación en el imaginario colectivo. La Honduras golpeada sigue su curso de sometimiento poblacional, mientras un buen sector poblacional ve una esperanza con el posible gobierno de transición con la Alianza de oposición. Las cartas están tiradas a favor de la imposición, pero la mano del domador de Leviatán (en el norte del continente), aun no está convencida del todo, si seguir soltándolo a discreción o encadenarlo momentáneamente para que se respire un leve ambiente de cambio frente una globalización asfixiante que encarcela en la marginación  a miles de millones en nuestro planta tierra. 
Tegucigalpa, 28 de junio de 2017.
http://criterio.hn/2017/06/28/aquel-28-junio-agrandado-leviatan/ 

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                                                  Ocho años a Golpes 

Criterio.hn/ Junio 20,2017         Por: Daysi Flores*
Hace 8 años Cambiamos todas: las pequeñas, los grandes, las viejas, los jóvenes, las pobres, las intermedias, los ricos y hasta las que aún no habían nacido… Las vidas hondureñas, NUESTRAS vidas, cambiaron para siempre. Algunas empeñaron sus carreras, otras la vendieron al mejor postor y otras simplemente las perdieron. Hubo miles que ganaron conciencia a pesar de sus cortos años, otras se escondieron en miedos aterradores, a otras se les cayó la máscara y otras vidas simplemente fueron arrebatadas de las calles o de la placidez de sus casas.

                Nuestras vidas transcurren desde entonces en una esquizofrenia desenfrenada. El péndulo se mueve sin compasión entre la esperanza de las luchas que se levantan cada día y el terror más escalofriante: que un día la muerte, de tanto visitarnos, ya no nos duela.

La falta de amor acelera el transcurso de la dictadura y las emociones se confunden tanto que no hay un moji que pueda representarlas. No hay espacio que se salve de la amargura de la desesperación y el miedo a aceptar que esto en realidad nos está pasando. Que en realidad nos convertimos en los protagonistas de esta dictadura que tanto vimos venir y que tan valientemente intentamos evitar en las calles. Que los golpes que iniciaron aquel 28 de junio frente a casa presidencial aún duelen; no sólo porque no logramos como sociedad ni verdad, ni justicia, ni reparación de aquellos sino porque no paran a pesar de que condenen descaradamente “las violaciones a los derechos humanos” en Venezuela. Porque siguen midiendo nuestro aguante, porque no paran ni siquiera para dejarnos llorar y sacar de nuestro pecho el dolor de nuestras rasguñadas almas.

Hace poco me preguntaron si tenia miedo de vivir aquí. Mi primera intención fue decir “valientemente” que NO, pero no es cierto. Tengo miedo. Tengo miedo por las y los estudiantes y por mi compañera y todos los y las maestras que les apoyan y acompañan, en realidad, ahora temo hasta por sus padres y madres. Tengo miedo por todas las personas que salen de su casa y que aunque no lo saben, no regresarán con vida y se convertirán en una cifra estadística de impunidad.
Tengo miedo por las mujeres que esta noche serán violadas, golpeadas o asesinadas por sus seres más cercanos. Miedo por los jóvenes, uniformados o no, que caerán en manos de otros jóvenes porque sus jefes se pelean los territorios del crimen. Miedo a que la esquizofrenia nos paralice y que ya nunca más sepamos cómo construir puentes en sociedades que admiran y aspiran a muros. Miedo a que la luz se apague con cada vida que se llevan. Miedo a perder la claridad que emana la negritud de un pueblo que nos enseña a reconstruirnos. Miedo a que estos dolores no se vayan y que tal como sucede con la rectora y los monigotes de los medios de comunicación, eso nos haga temer a las libertades y las voces de quienes lideran el camino a una Honduras de verdad para todas y todos (incluso para ellos y sus hijos e hijas).

Respondí a la pregunta con honestidad y dije que sí, que sí tenía miedo pero que me asustaba más no hacer nada mientras su dictadura va consolidándose. Por eso escribo hoy estas líneas. Para convocar el poder de quienes han tenido miedo y aun así no se han detenido; el poder de quienes han decidido sanar ésta falta de amor. Para agradecer el significado de 8 años, como símbolo del infinito: sin principio ni final. Porque es en esa infinitud donde la resistencia no tiene debacle o acaso ven como casualidad que se nos convoque a la Mamá de las marchas el mismo 28 de Junio?

Este día defendemos infinitamente la democracia y apagamos con el sudor del pueblo el fuego su falta de amor por la vida. Lo hacemos en las calles, testigos de tanta represión, y colectivamente invocamos estos 8 años de resistencia que cruzaron tantas historias. Y así, encontraremos en este 8 infinito el silencio del movimiento constante que aún vibra en la vida, el arte, la cultura ancestral, en los ojos de cada hondureño y hondureña que resiste al despojo, en la fuerza que sana los dolores y construye espacios que aunque no son los mismos de hace 8 años, laten en igual cercanía con los corazones de nuestras hermanas, presentes y ausentes, junto a sus hijas e hijos que al igual que nosotras buscan tercamente el principio del fin.
*Daysi Flores, JASS-Mesoamerica 
http://criterio.hn/2017/06/28/ocho-anos-golpes/

 

 

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