Sergio Ferrari
ALAI AMLATINA, 10/08/2016.-
Una
manifestación festiva abrió el martes 9 de agosto en Montreal, Canadá,
la 12da edición del Foro Social Mundial (FSM). Por primera vez desde su
origen en el 2001 en Porto Alegre, el mismo se realiza en el “norte
desarrollado”. Varios miles de participantes
lanzaron así este encuentro internacional en el que el movimiento
altermundialista se confronta no solo a reflexionar sobre sus utopías
estratégicas sino también a compartir sus desafíos locales/diarios e
interpelaciones de fondo. Y preguntarse sobre su propio futuro.
Los organizadores, positivos
Aunque parezcan lejanas e
irrepetibles las grandes movilizaciones de apertura de las ediciones
anteriores, sea en Brasil, India, Senegal, Kenia o Túnez, el joven
Colectivo de Organización de Montreal reitera su mirada optimista. “Es
erróneo decir que el FSM se está estancando. Vemos una vitalidad
creciente”, anticipa Carminda Mac Lorin.
“Hay que superar la fractura entre
el Norte y el Sur…las desigualdades humanas aumentan en todas partes”,
subraya por su parte Raphael Canet, otro de los obstinados albañiles de
esta convocatoria.
“Los problemas que vivimos en el
Sur se viven de la misma manera en los países industrializados”, insiste
por su parte Chico Whitaker, uno de los co-fundadores del FSM y uno de
los intelectuales-militantes sociales más identificados con este espacio
en construcción.
De la retórica a la realidad, una
hipótesis preocupante que se barajaba ya desde el anterior FSM en Túnez
(2015) parece sin embargo corroborarse. La política migratoria
restrictiva de Canadá restringió la participación de representantes del
Sur. Los datos lo comprueban: el 70 % de las solicitudes de visas para
participar fueron rechazadas por las autoridades migratorias a pesar del
esfuerzo gigantesco de los organizadores por destrabar esta encrucijada
restringente.
Con los ojos del Sur
Tal vez los organizadores pecaron
de cierta ingenuidad, pensando que como la convocatoria propugnaba
valores como la solidaridad, se flexibilizarían las exigencias
migratorias, reflexiona Filomena Siqueira, una de las responsables de
Ação Educativa, pujante ONG brasilera implicada desde el inicio mismo en
la dinámica forista.
En los primeros días de agosto
ante la constatación de las dificultades para obtener el permiso de
entrada, decenas de organizaciones canadienses e internacionales
enviaron una misiva al Gobierno solicitando rápidas soluciones.
Señalaban que los más perjudicados habían sido dirigentes sociales de
República Democrática de Congo, Marruecos, Irán, Haití, Nigeria y Nepal.
Las negativas de visas había también perjudicados a ciudadanos de
Benín, Brasil, Burkina Faso, Ghana, Malí, Palestina y Togo.
Esa decepción explica la
indignación y críticas a las autoridades de muchos de los participantes
en la marcha de apertura que “fue muy colorida y participativa, con
temas variados y bella participación ciudadana” enfatiza Siqueira,
sorprendida positivamente de lo que se vivió el 9 de agosto.
Las primeras actividades se están
desarrollando exitosamente, explica la dirigente brasilera que participó
antes en una media docena de foros en distintos países del mundo. “Todo
muy organizado a pesar de la amplia dimensión de la universidad que
cuenta con varios campus lo que no facilita ubicarse bien en un primer
momento”. Más de 1000 actividades auto-gestionadas se desarrollarán en
los cinco días del Foro, en una maratón participativa, que, según los
organizadores, podría reunir unos 50 mil participantes de un centenar de
países.
Desafíos abiertos
El FSM, y Montreal lo está
demostrando, sigue siendo un importante espacio para compartir ideas y
prácticas en la perspectiva de construir sociedades más justas y un
mundo mejor, posible y necesario, enfatiza Filomena Siqueira.
En ese sentido, aunque saluda la
organización de varias conferencias centrales temáticas en esta edición
–retomando lo que se vivió en las primeras ediciones de los FSM en
Brasil-, advierte “que no se debe crear la expectativa que de las mismas
va a llegar la verdad absoluta y que se va a promover una toma de posición en tanto Foro”.
Las reflexiones e intercambios que
lograremos promover en Canadá, deben “ayudarnos al regresar a cada uno
de nuestros espacios locales y nacionales, para seguir promoviendo la participación y el cambio”, insiste.
¿Podrá dar respuesta la edición de
Montreal a la pregunta sobre el real estado del FSM y su potencialidad
de futuro? Es una interrogante esencial, responde la dirigente de Ação
Educativa de Brasil. “Pero no estoy de acuerdo con los que pregonan la
muerte del Foro o anticipan que en Montreal se realizará el duelo del
mismo”.
El FSM es “un espejo, un reflejo
directo de los movimientos y organizaciones sociales, de la sociedad
civil mundial. Los que anticipan la muerte del FSM deberían entonces
decretar la muerte de dichos movimientos y organizaciones… No hay que
olvidar que el FSM no es una institución en sí misma. Es un espacio que
congrega, las luchas, pensamientos y sueños que se dan a nivel local”.
Mundo globalizado
Participar
al movimiento altermundialista y apostar a otro mundo posible y
necesario, implica reconocer que estamos todos en el mismo barco y todos
sentimos los efectos de la mundialización en nuestra “Tierra Patria”.
Pero es también cierto que las consecuencias sociales y medioambientales
de esa globalización son diferentes en cada lugar, reflexiona el
sociólogo suizo Jean Rossiaud, co-responsable del Foro Democrático
Mundial.
“Y la
sociedad civil que se organiza para defender o ampliar sus derechos es
diferente en cada sitio, así como los movimientos sociales que
transforman sus luchas según relaciones de fuerzas culturales, sociales y
políticas”, continúa.
En ese
sentido, hoy, aquí, en Montreal, “percibimos la diferencia con otros
foros anteriores”, explica. En los cuales, como en Porto Alegre, se
sentía la dinámica fuerte del Movimiento de los Trabajadores rurales sin
Tierra (MST); o en Mumbai la de los Dalits, o en Belem de Pará, de los
pueblos autóctonos. “Aquí es especialmente el movimiento estudiantil el
que lo promueve para relanzar la dinámica de movilización creada hace
tres años, ampliarla a otros actores e internacionalizarla”.
En cuanto
a la reflexión sobre el futuro del FSM a promover en Montreal, Jean
Rossiaud aporta claves de interpretación y propuesta. “Los
FSM no deben desaparecer pero no pueden limitarse a ellos mismos y
deben ser superados por otras formas de movilización social. Las mismas
deben ser más descentralizadas y más continuas en el tiempo. Demostrando
que ya existen soluciones inmediatas y concretas para vivir en un mundo
solidario”. Hay que ver por ejemplo el impacto del film Mañana, puntualiza. Dichas
movilizaciones deben convocar más inteligencia colectiva; construcción
ideológica compartida y más política, es decir, interesarse más a la
gobernanza mundial, pasando de lo local a lo global”, concluye.
- Sergio Ferrari, colaboración de prensa de UNITE, Asociación suiza para el intercambio de personas en la cooperación
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