domingo, 2 de agosto de 2015

Honduras: Colegiala hondureña es encontrada decapitada en La Lima // Otro joven estudiante: Había soñado que llegaba al cielo ante de que lo mataran

La jovencita Heidy Guardado Herrera desapareció el pasado domingo y el viernes fue hallado su cuerpo sin cabeza.
 Heidy Guardado Herrera (18) estaba cursando el tercer año de plan básico en el instituto Patria, de La Lima, en la jornada de la tarde.
Heidy Guardado Herrera (18) estaba cursando el tercer año de plan básico en el instituto Patria, de La Lima, en la jornada de la tarde. 
La Prensa.hn/  1 Aug 2015 / 10:37 Pm  La Lima, Honduras
Los familiares de la colegiala Heidy Nohemí Guardado Herrera (18) recibieron ayer la noticia que menos querían al enterarse que su cadáver está en la morgue de la Dirección Regional de Medicina Forense.
El cuerpo de la jovencita, a la que decapitaron, fue identificado por su padre César Gustavo Guardado Alvarado.
La adolescente se había desaparecido desde el pasado domingo a las 8:00 pm que salió de su casa en la colonia 15 de Septiembre de San Manuel, Cortés.
Las autoridades policiales informaron que el viernes a las 6:00 pm recibieron una llamada al teléfono 911 informándoles que en el Canal Maya cerca de los bordos de la colonia Oro Verde de La Lima estaba el cadáver sin cabeza de una mujer.
 Unos patrulleros se desplazaron al lugar y constataron la presencia del cuerpo femenino sin cabeza.
Las autoridades forenses, fiscales y de la Dirección Nacional de Investigación Criminal (DNIC) levantaron el cadáver a las 10:00 pm de ese día.
El cadáver fue ingresado a la morgue forense como desconocido en vista de que no se halló la cabeza de la víctima y porque no portaba documentos. Ayer llegaron a la morgue forense los familiares de la colegiala. El padre de la jovencita, César Gustavo Guardado, confirmó que el cadáver de la mujer decapitada es el de su hija. Guardado relató que su hija desapareció el domingo a eso de las 8:00 pm. El papá de la jovencita dijo que a esa hora ella recibió unas llamadas a su teléfono celular y salió de la casa. La colegiala les dijo que ya iba a regresar.
Guardado manifestó que al ver que su hija no llegaba la estuvieron llamando a su celular y primero no contestaba y después el teléfono sonaba apagado. “Estuvimos insistiendo todos los días llamándola al teléfono y lo dejamos de hacer hasta el viernes que apareció su cuerpo”, indicó Guardado.
Al preguntarle si tiene alguna sospecha del porqué mataron a su hija, él contestó que ignora por qué le quitaron la vida.
Expresó que su hija no tenía problemas con nadie y tampoco le comentó que la habían amenazado. “La desaparición de mi hija es muy rara porque era una muchacha bien portada que se dedicaba a sus estudios”, señaló.
Guardado dijo que su hija cursaba el tercer año de plan básico en la jornada de la tarde en el colegio Patria, de La Lima.
Recordó que uno de los planes de la joven Heidy Nohemí Guardado era superarse; pero todavía no había decidido qué carrera iba a estudiar.
“Ella me decía que quería superarse para poder ayudarte papá y algún día vamos a mejorar la casa humilde en que vivimos”, recordó.
“Lo que yo pido es que se siga con la investigación que ya se había iniciado a raíz de la denuncia que hicimos de su desaparición en la DNIC de La Lima”, expresó Guardado.
Dijo que a las personas que la mataron les pide que Dios toque sus corazones porque lo que hicieron es “algo malo y yo no le deseo un mal así a nadie, sino que le dejo todo a Dios porque yo no soy hombre de violencia”.
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Heidy Guardado Herrera (18) estaba cursando el tercer año de plan básico en el instituto Patria, de La Lima, en la jornada de la tarde.

Sospechosos
La Policía citó a dos personas sospechosas César Guardado dijo que la Policía citó a dos sospechosos de la muerte de su hija; pero no sabe qué pasó porque las autoridades manejan en secreto ese caso.

Datos
Heidy Guardado (18) estaba cursando el tercer año de plan básico en el instituto Patria, de La Lima, en la jornada de la tarde. Residía en la colonia 15 de Septiembre de San Manuel, Cortés.
 http://www.laprensa.hn/sucesos/864866-417/colegiala-hondure%C3%B1a-es-encontrada-decapitada-en-la-lima  
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Había soñado que llegaba al cielo ante de que lo mataran

Javier Bautista López, un apasionado de los tambores y fiel creyente, fue asesinado en Cofradía.

San Pedro Sula, Honduras.

Comenzaba a anochecer en San Pedro Sula el viernes antepasado. En una casa sencilla enclavada en una loma del sector La Puerta, don Julio y su esposa Marta esperaban que su hijo Javier regresara de Cofradía cuando cayó la llamada.

Lo habían ultimado a balazos a los pocos minutos de haber terminado de practicar en la banda de guerra del Instituto Departamental Evangélico de Cofradía.

Es posible que para la Policía el asesinato de Javier Bautista López (18) pase a formar parte de los anales del olvido, como ha sucedido en casos similares, pero el recuerdo del joven no desaparecerá del corazón de sus padres.

Ellos le enseñaron a andar por los caminos del cristianismo y el trabajo. Don Julio, experimentado maestro de la construcción, se lo llevaba para que lo acompañara como ayudante desde que tenía 10 años.

“Manejaba la piocha y la pala, jalaba arena y hacía poquitos de mezcla”, recuerda el padre un poco repuesto por el golpe de haberlo perdido a sus 18 años. Era el último de cuatro hermanos.

Amaba su “tarola”, una batería de tres tamboriles unidos que tocaba en la banda del colegio por puro amor al arte porque ya había terminado sus estudios de secundaria y no ganaba más que puras satisfacciones.

Hasta ayudaba a instruir a los otros integrantes de la banda ganadora de varios trofeos. Precisamente el domingo siguiente, el grupo iría a competir con otros colegios en Yoro, pero la muerte se interpuso y se canceló el viaje.

Ser músico fue su sueño de niño. Hacía sonar cuanto traste encontrara a su paso. Así fue aplastando los calderos de la cocina, que golpeaba como si se tratara de instrumentos de percusión.

“Solo falta que practiqués en mi cabeza”, le decía el papá sin el ánimo de ofenderlo porque era un cipote obediente y educado. “Nunca decía malas palabras”. No era para menos si servía en la iglesia del Ministerio La Cosecha desde que tenía seis años.
Un joven ejemplar
Cuando lo mataron tocaba la batería en el grupo de la iglesia y servía como supervisor de diaconado. Así satisfacía su vocación cristiana y su pasión por la música. Le gustaba evangelizar a sus amigos, incluso a los integrantes de pandillas que viven en la colonia en la que creció, dice su padre.

Uno de sus sueños era ver terminada la casa que estaba construyendo con su padre allí mismo en la La Puerta número dos, frente al Campo Agas, pero quería que, aunque sencilla, fuera de dos pisos.

Unos días antes de que las balas terminaran con su sueño había llevado arena y varillas de hierro a la construcción que hoy más que nunca don Julio se ha propuesto terminar.

“Cuando la termine se la voy a dedicar a él”, dice el hombre.
El joven decía que sería pastor y a la vez estudiaría para abogado, para lo cual se matricularía el otro año en la universidad.

Caminaba por una oscura y empedrada calle con un amigo y una amiga, después de practicar en el colegio, cuando fue ultimado en circunstancias aún no esclarecidas.

La directora del colegio, Mirian Pineda, dijo que la muchacha le pidió que la acompañara a su casa antes de que él abordara el bus que lo transportaría a San Pedro Sula.

Su madre solía esperarlo al pie de la loma donde está la vivienda, pero todavía no había bajado cuando a don Julio lo llamó la novia de Javier, que vive en Ocotepeque, para darle la noticia.

Lo raro para el padre es que a la muchacha le avisaron del suceso desde el mismo teléfono celular del muerto. “Acaban de joder a Javier”, escuchó ella al otro lado de la línea y de inmediato se comunicó con don Julio. ¿Por qué la Policía no recogió el celular?, se preguntó el hombre sin esperar respuesta.

Mejor piensa en la eterna sonrisa del muchacho mientras muestra el pensamiento que le dedicaron sus amigos: “Apagaron tu música, pero tu alma se queda con nosotros, ahora formas parte de la banda celestial”.
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Los familiares de Javier siempre se sintieron orgullosos de su hijo.

HONOR
“De todos los cipotes que he tratado, a él no le escuché ni una mala palabra; eso se justifica porque era cristiano”, dijo la madre de uno de sus compañeros. El próximo trofeo que gane la banda se lo dedicarán a él y se lo entregarán al padre, dijo.

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