El
ciudadano presidente de Honduras, Don Juan Orlando Hernández, reconoce
que el sistema de salud es un desastre. Y actúa en consecuencia. Toma
decisiones, militarizando gran parte de los centros hospitalarios y con
ello deja en claro el trasfondo de su proyecto autoritario.
En
el sistema de salud se expresa el deterioro de la institucionalidad
hondureña. No es un asunto que haya nacido con la actual administración
pública, es el resultado de un prolongado proceso de más de tres décadas
de acumulación de conflictos no resueltos. Los recursos del Estado
destinados a atender el derecho de salud que tiene la población, han
sido factor de despilfarro por parte de los funcionarios públicos, de
manera directa por los dos partidos históricos tradicionales.
A
lo largo de las más de tres décadas el conflicto de la salud se ha
asumido a partir de cálculos políticos y de intereses particulares de
quienes han conducido el sistema de salubridad. Para decirlo pronto y
rápido: la salud y la enfermedad de la población hondureña han sido
negociadas a partir de la comprensión de los políticos y de empresarios
de que la salud es un negocio, de la misma manera que todo el Estado ha
acabado siendo un negocio.
Lo
novedoso de esta crisis en el sistema de salud --la cual se expresa en
robo de medicamentos y de equipos médicos y la utilización clientelar de
los empleos para intereses partidarios--, es la decisión del actual
gobierno de dar respuesta a la misma a través de la militarización de
los centros hospitalarios. ¿Es esa la función de los militares? ¿Es la
militarización la respuesta para resolver un asunto fundamentalmente de
corrupción y de latrocinio?
Ante
todo, el sistema hospitalario no necesita militares. Lo que necesita es
un proceso profundo de auditoría e investigación por parte de la
fiscalía y los órganos contralores del Estado con el fin de establecer
responsabilidades en el robo de medicamentos y equipos médicos, y llevar
a los delincuentes ante los tribunales de justicia.
Este
es el paso necesario, como condición para que se proceda a una
reestructuración a fondo del sistema de salud, la cual ha de estar unida
a la reestructuración general de la institucionalidad del Estado. La
militarización lo único que hace es crear una falsa apariencia de
seguridad, un ambiente de amenaza, al tiempo que desnuda el talante
autoritario y de fuerza de un gobierno que está recibiendo el repudio de
amplios sectores de la sociedad hondureña. Escuchar y descargar Nuestra Palabra
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