Galel
Cárdenas
Vivimos
tiempos de huracán represivo, tiempos de buitres comiendo carroña, tiempos de
bestia arrebatando vidas, tiempos de esclavistas modernos que toman la vida
humana como un guiñapo de miserias,
tiempos de fusil, caza y muerte expandida por doquier.
Vivimos
el tiempo de la injusticia, el tiempo donde la equidad es signo de epidemia
enfermiza que se debe borrar del mapa humano.
Honduras
es un coto de caza, un páramo de persecución
inmisericorde, una llanura con horizonte de sangre y sufrimiento. Estamos en
una estepa de dolor sin límite, una época de voraces monstruos que arrebatan
sueños, utopías, mediante la garra deslumbrante del sicariato descomunal.
Es
el ciclo de los perseguidos, o como decía Roque Dalton, el turno del ofendido,
el que con la verdad en la mano paga su denuncia, su palabra, su grito, su
expresión, con la muerte, la represalia, el desquite y la revancha.
La
tiranía ha sido erigida como una pirámide donde el vértice pertenece al
sátrapa, al déspota, que gobierna al
pueblo con las manos de asquerosa estafa, sangre y fraude escandaloso.
David
Romero Ellner, el periodista del pueblo, el comunicador de los humildes y de
los explotados, el indagador de las verdades ocultas por los depredadores de la
democracia, la honestidad y la vergüenza, es la quilla del barco que en la proa
va expandiendo la verdad como un alimento que hace crecer los pechos de los
indignados, de los exasperados, de los enfurecidos hombres, mujeres y niños que
desean tomar la verdad como un océano de dignidad humana, donde la decencia y
el decoro construyan el nuevo país, la nueva nación, refundada por los valores
de la justicia, la igualdad y la soberanía.
David
Romero Ellner es la voz de los silenciados por la aplastante compraventa
de la verdad política, moral, económica,
social, cultural.
Los
medios de comunicación pertenecientes al poder mediático inclinan su cerviz
ante la dictadura maquillada por la pintura de una democracia falsa,
fraudulenta, y sobre todo, tragicómica, donde los payasos convertidos en
energúmenos del poder político, absoluto y pendenciero, usan la tramoya del
circo para ejecutar los malabares de la mentira, la falsedad, el fingimiento y
la simulación grotesca, y en donde la palabra es un saltimbanqui de mala muerte
que distribuye la indecencia, la obscenidad y la desvergüenza en cada acto
público aplaudido por una claque procaz, cínica e insolente.
David
Romero Ellner es en este momento histórico, de esta larga marcha de indignación
y rabia, la antorcha insigne del decoro de un pueblo cansado ya de tanta
corrupción palaciega, cortesana, repugnante, inmunda y repulsiva.
Su
palabra de verdad y conciencia de ciudadano indignado, sufre hoy las consecuencias
de un sistema político, financiero y moral, que es utilizado para la represión
material, judicial, e inhumana, que desea acallar la veracidad de una
corrupción espeluznante, jamás antes practicada por partido político alguno,
grupo partidario, o banda criminal de gobierno en los últimos
cincuenta años, corrupción que es responsable de la muerte de 2888
usuarios de un sistema social concebido para la salvaguarda de la vida, la
vejez y la invalidez.
David
Romero Ellner es el blanco de toda la trama cirquera represiva de un partido
político manchado de sangre, muerte y robo descarado, a una institución
benemérita y por esencia altamente humana.
Un
periodista de esta talla moral necesita el pueblo que lucha en las calles por
una sociedad donde no exista la iniquidad, la depravación ética, la manipulación falaz y perversa.
Es
David Romero Ellner en este instante del corte sincrónico de la sociedad nacional
reprimida, la figura de la vanguardia de la juventud rebelde, insurrecta, que solicita
en las calles antórchidas, la renuncia del presidente de la república que logró
el poder político absoluto gracias al fraude, el saqueo, y la maniobra institucional
electoral y financiera.
Ubicado
en el ojo del huracán represivo de JOH, y como su nombre lo señala, está hoy cumpliendo
con su rol de hombre beligerante, periodista del más alto quilataje moral, como un David que emprende la batalla contra el
Goliat, usando su honda cargada de pruebas fehacientes contra la más oprobiosa de
todas las corrupciones que protagoniza aquel personaje mítico que todo lo convertía
en oro, pero, que en nuestro caso, todo lo convierte en lodo, fango y desperdicio
fecal, Juan Orlando Hernández.
Tegucigalpa,Honduras,jueves 18 de Junio 2015.
Tegucigalpa,Honduras,jueves 18 de Junio 2015.
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