Martes, 06 de enero de 2015
Foto: Red FIAN |
El
acto de desprecio a la colectiva orientación del voto, que fue además
terrible bofetada para un vasto sector juvenil que sufragó por vez
primera y por los partidos Libre y Anticorrupción, ha sido considerado
por analistas serenos como grave error político, casi vaticinio de la
venganza social que devendrá en el próximo escrutinio y que amenaza
incluso con borrar, en cuanto ente decisorio, al liberalismo.
Casi
de inmediato las organizaciones parlamentarias europeas fijaron su
vista en la integración y desempeño del nuevo Congreso Nacional, del que
hilaron comentarios decepcionantes: lo que actuaba allí, repetidamente
comprobaron, no es el músculo de una masa popular que usa el mando así
comisionado para agitar el recinto sino la imposición de políticas
irrespetuosas hacia grupos de diputados opuestos, veda y censura de la
palabra, maniobras que tipificarían perfectas dentro de los ejercicios
lumpen y gansteriles que aplican quienes tratan de controlar una
asamblea y que se complementan (y vician) con el abuso del dinero
oficial para articular sobornos. La instancia tal no es, por ende,
modelo alguno de ética ni de democracia...
El
tercer escollo para el avance del proceso cívico hondureño se conoció
pronto en 2014, cuando la Presidencia de la República reafirmó la
continuidad (dicho mejor, la profundización) de las estrategias que el
más mediocre gobierno del siglo XXI, el de Lobo, había iniciado y que se
contenían en el apoyo a las “ciudades modelo”, el secretismo y la
militarización de la sociedad, entre otras menores.
A
esta altura del ensayo, tres años post, es obvio que el diseño actual
de las ZEDE carece de motivación para el inversionista universal ya que
encierra excesivos Catch 22, es decir trampas legales de arriesgada
explosión si cambiara el gobierno, dada su fantasmalidad dentro de la
doctrina internacional (poco influye que las hayan declarado
“constitucionales”).
Simplemente
no son de confianza, prometen demasiado, son altamente vulnerables
frente a una asamblea constituyente y para el gran capital, que es
financiero y de volante inversión, alondra, urgido por redituar, es
proyecto lentísimo. Como se observa, a pesar de todos sus blindajes
fracasará y entonces deberá llamarse a cuenta a sus responsables, igual
que acontece con los desbarates de Coalianza.
Esta
es precisamente la más encubierta operación gubernamental. No porque no
se sepa en qué actúa sino por lo que se procesa detrás; sería ingenuo
suponerla inmune a la corrupción. Compartimentación similar se da en
otras instancias de gobierno cuyo portal de información pública existe
pero se mantiene desactualizado, de modo que encubre lo que la ley exige
que se dé a conocer. Pero la población es sabia, lo que más se oculta
es con frecuencia lo que más se ve...
También
es claro que cuando se privilegia la represión como receta contra el
deterioro social se genera fracaso. Por más guardias de calle y
maquillaje de estadísticas la tendencia es al alza: más delincuentes y
violencia, pobreza y miseria, más desigualdad e inequidad, aumento de
gente enferma física y mentalmente, más analfabetos, más barrios
marginales y covachas.
El
sistema no funciona, algo marcha mal y error será craso del gobernante
esperar para corregir durante el año (re)eleccionario lo que es
imposible ocultar: el hecho de que la estrategia neoliberal castiga al
pueblo y que se la debe sustituir no por el socialismo, si no quieres,
sino por gobiernos con ética, democracia y honestidad.
Tres sencillas palabras que definen cuánto camina errado y la ruta política y humanista para hacerlas verdad.
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