El
secreto que se dejaba escuchar a grandes voces fue confirmado por la junta
interventora del Instituto Hondureño de Seguridad Social: la corrupción se comió
las bases principales de la economía que lo sostenía.
El
seguro social es producto de una gran lucha de la clase obrera y sobre todo
fruto de la gloriosa huelga de 1954. La institución fue creada en 1959 con el
objetivo que fuese un instrumento del Estado al servicio de la justicia social a
efecto de garantizar el derecho humano a la salud, asistencia médica, protección
de los medios de subsistencia y los servicios sociales necesarios para el logro
del bienestar individual y colectivo de los trabajadores en general.
Pero
con el correr de los años el seguro social pasó a ser una institución de
beneficio particular y al servicio de unos cuantos políticos sinvergüenzas. Su
función pasó a ser otra. Se convirtió en un nido de activistas impuestos por los
políticos y en la gallinita de oro que ha servido incluso para financiar
campañas políticas. Se convirtió en un nido de corrupción donde se sobrevaloran
compras, se asignan altos sueldos sin justificación alguna, se contrata personal
sin estar capacitado y algunos sin necesitarlo, se asignan proyectos a empresas
fantasmas o a empresas que se prestan para desarrollar algún tipo de corrupción
en la prestación de servicios.
Los
datos que revela el informe de la comisión interventora son importantes, pero
tomarán mayor trascendencia si se castiga a los culpables y si dicho informe
sirve de partida para reformar ese sistema de salud. Que el informe no se quede
en papel mojado, sino que se juzgue a los delincuentes, pero que no sirva de
excusa para pasar esa atención social del Estado a manos privadas.
¿Quién
es el perdedor?, el derechohabiente, por supuesto, que en cada pago que recibe
le descalfan su aportación al seguro social, pero cuando va a una clínica del
seguro es mal atendido, lo maltratan, y si tiene suerte lo revisa el médico, lo
manda con receta en mano porque no hay medicamentos. Y si necesita de atención
especializada debe hacer fila porque la demanda es grande y no hay tantos
médicos especialistas contratados. Mientras eso pasa, otros hacen fiestas con
los dineros de las aportaciones.
Lo
del seguro social es sólo un ejemplo de lo que pasa en otras instituciones del
Estado. La corrupción es un cáncer para el que sí hay cura pero para lograrlo
debe haber un esfuerzo mayor para aplicar la ley, sembrar antecedentes
castigando a los verdaderos culpables sin importar su vinculación política
partidaria o su poder económico, y un buen caso para empezar es el Instituto
Hondureño de Seguridad Social.
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