El
reciente despliegue de artículos en los medios hondureños, señalando a
los pueblos indígenas que habitamos la Moskitia, como cómplices en el
trasiego de drogas ilegales, forma parte de una campaña destinada a
satanizar los pueblos y promover una militarización posiblemente
destinada a generar un éxodo masivo desde nuestras comunidades y
territorios.
El artículo "En poder de narcos 15 comunidades de la Moskitia de Honduras",
publicado por el diario La Prensa (11-3-12), resalta una vez más la
condición de estado fallecido inducido que prevalece en esa zona del
país, área totalmente militarizada, la cual incluye bases de tropas
hondureñas y estadounidenses.
La masacre de indígenas Miskitos en Ahuas ,
en mayo del año 2012, se puede considerar como el inicio de una
ofensiva militar, con el propósito de instigar un desplazamiento
poblacional, que de por sí paulatinamente se viene dando desde la década
pasada.
El operativo militar
conjunto realizado en mayo 11 del 2011, por la DEA y policía hondureña,
utilizando helicópteros del Departamento de Estado, tripulados por
pilotos guatemaltecos, culminó con la masacre de cuatro indígenas
Miskitos que navegaban en un piante (canoa) en el río Patuca.
La presencia de los helicópteros estadounidenses se dejó sentir desde inicios del mes de abril del 2012, cuando iniciaron vuelos rasantes sobre la costa norte de Honduras, incluyendo los centros urbanos. La Operación Anvil, fue el nombre otorgado a la misión de terrorismo psicológico y supuesto combate a las drogas, a manos del FAST (Foreign-Deployed Advisory Support Team). La masacre de Ahuas dejó una marca indeleble en el pueblo Miskito, el que ha estado con la complicidad de las "autoridades" a merced de los narcotraficantes durante las últimas décadas,
La Moskitia, Terra Nullius y Petróleo
En el año de 1864, el
Imperio Británico reconoció a la Moskitia través del tratado Wiky-Cruz
como parte de la república de Honduras. Sin embargo, hasta la fecha el
basto territorio permaneció prácticamente ignorado por Tegucigalpa. La
nación Miskita ha sido escenario de varios conflictos a lo largo del
siglo XX, siendo uno de los más notorios el de la guerra fría en los
años 80, cuando existió una fuerte presencia estadounidense como parte
de la guerra interna en Nicaragua provocada para desestabilizar el
régimen Sandinista.
La oprobiosa y
fallida guerra en contra de las drogas, ignoró el escenario de la
Moskitia durante décadas, situación que fue aprovechada por los
narcotraficantes para instalar sus redes en la zona. Es interesante como
los Estados Unidos asume "combatir" el tráfico de cocaína en el Caribe
occidental de forma tardía, cuando su consumo ha descendido en ese
país, suplantado por drogas sintéticas y opiáceos farmacéuticos.
Es una enorme
contradicción que países como Afganistán y Colombia intervenidos por la
maquinaria bélica estadounidense, se encuentren entre los mayores
productores de heroína y cocaína del planeta. A pesar de la presencia
militar y la supuesta persecución a las drogas ilegales, estas continúan
arribando a los mercados, y los paraísos fiscales conservan su
condición de intocables.
Petróleo,
hidroeléctricas, bosques, bancos de pesca, conforman parte de la enorme
riqueza de la Moskitia; territorio de una mínima densidad de población, y
donde la presencia del estado, más allá de las fuerzas de "seguridad"
es inexistente. El territorio fue entregado al crimen organizado, ante
la inapetencia del gobierno central de promover una verdadera política
de fronteras e inclusión.
El aislamiento, la
pobreza e ingobernabilidad han sido promovidos como un aliciente para
incitar el desplazamiento poblacional que se está dando hacia los
centros urbanos del país. La visión de la Moskitia como Terra Nullius
(Tierra de Nadie), persiste a pesar del tardío y parcial reconocimiento
territorial concedido a las comunidades Miskitas.
Casualmente "Bent,
Tuxidaxa, Usibila, Ahuas, Patuca, Jerusalem, Tocamacho, Ivans,
Palacios, Wampusirpe, Plaplaya, Belén Norte y Las Icoteas en Gracias a
Dios. Iriona, Sico y Limón en Colón", sindicadas como narcocomunidades
se encuentran localizadas sobre la Cuenca de Tela y la Plataforma de la
Moskitia, áreas donde se presume la existencia de enormes yacimientos
de hidrocarburos.
Satanización de los pueblos de la Moskitia
Tawahkas, Pech,
Miskitos y Garífunas compartimos el territorio de la Moskitia, además de
las problemáticas que se vienen agudizando en los últimos años: desde
la destrucción de los bancos de pesca a manos de la flota industrial,
pasando por la disminución de la producción agrícola, el cambio
climático, la presencia de frentes de colonización y de grupos armados
relacionados con el crimen organizado forman parte de la pesadilla
cotidiana sufrida por nuestros pueblos.
Un indicador de la
cruel realidad de la Moskitia son los 400 buzos fallecidos y los mas de
4.000 lisiados que viven en un total abandono. Los propietarios de los
barcos langosteros, responsables del etnocidio nunca han sido
proseguidos en Honduras, y las intervenciones del Estado no pasan de
amonestaciones. Se supone que el caso incoado ante la Comisión
interamericana de Derechos Humanos (CIDH) se diluyó en un supuesto
acuerdo amistoso, sin que existan medidas concretas para frenar la
explotación de los buzos miskitos.
El señalamiento por parte del diario La Prensa (3-10-2012), de la participación de un 60% de los pescadores indígenas en el trasiego de drogas ,
carece de fuentes de información al respecto. Y parece ser que está
destinado a justificar una persecución de los pescadores artesanales,
para lograr de esta forma ir cercenado una de las pocas fuentes de
ingreso y alimentación tanto de Miskitos como de Garífunas.
Cabe señalar que la Moskitia en el año 2011 fue objeto de un estudio geográfico-militar denominado Centroamérica Indígena,
relacionado con las Expediciones Bowman, financiado por la Iniciativa
Minerva del Departamento de Defensa estadounidense. Este proyecto toma
como punto de partida los derechos territoriales y la estabilidad,
señalando a la propiedad comunitaria como un incubo ligado a la
violencia y el caos.
La satanización de
los pueblos indígenas del caribe hondureño, promovida por el diario La
Prensa, está impregnado de un siniestro racismo. Hasta la fecha los
medios de comunicación nacional o las autoridades, han eludido
investigar a los alcaldes y diputados de la costa norte, que desde hace
décadas se encuentran íntimamente ligados al crimen organizado.
El Comando Sur de los Estados Unidos ha iniciado en conjunto con la Fuerza Naval de Honduras un escudo naval en la Moskitia, además del inicio de un mapeo del fondo del mar en
la costa norte de honduras hasta una profundidad de 50 metros. Es
indudable que la tardía atención prestada al caribe hondureño, servirá
para que los carteles simplemente cambien de tácticas y rutas.
La supuesta guerra
contra las drogas esta impregnada de una fuerte dosis de hipocresía,
hasta el punto que podemos señalar a la narcodemocracia vigente como
una estrategia imperial de intervención y dominación. Es hora de
comenzar a investigar quienes son los verdaderos amos y señores del
narcotráfico en Honduras y desarticular sus imperios, más que
intensificar la campaña contra pescadores artesanales y comunidades
indígenas de la costa caribe del país.
Sambo Creek, 12 de Marzo del 2014
Organización Fraternal Negra Hondureña, OFRANEH
http://wp.me/p14hXY-cI
OFRANEH
Organizacion Fraternal Negra Hondureña
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Sambo Creek, Atlántida.
Honduras
telefax: 504-24541513 / 504-24490003
email:garifuna@ofraneh.org / ofraneh@yahoo.com
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