sábado, 22 de febrero de 2014

América Latina 2014 Hacia una geopolítica de la emancipación


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Katu Arkonada
Rebelión


O inventamos, o erramos
Simón Rodríguez


A pesar de que aún no tenemos claridad si nos encontramos ante una crisis más del sistema capitalista, que sirva para reacomodar su tasa de ganancia, o si estamos vislumbrando el propio sistema capitalista en crisis (y de las crisis surgen oportunidades, pero también monstruos), lo que es cierto es que la crisis es global y civilizatoria.
El Vicepresidente boliviano Álvaro García Linera sostiene que el capitalismo ha adquirido una medida geopolítica planetaria absoluta a la vez que regresa a una acumulación primitiva perpetua, una especie de reactualización de la acumulación originaria, a la que se suma la acumulación por desposesión de los bienes comunes que define David Harvey (biodiversidad, agua, recursos naturales, conocimiento…).
Por lo tanto esta crisis se cristaliza también en un reordenamiento geopolítico, que tiende hacia un mundo pluripolar y multicéntrico.
Estamos viviendo un declive relativo del imperialismo estadounidense y un auge de los BRICS, donde hay que destacar a una China que ya ha desbancado a los Estados Unidos como el mayor consumidor mundial de energía, y una Rusia extremadamente rica en petróleo, gas y minerales, que además dentro del tablero geopolítico ha neutralizado la diplomacia de guerra de estadounidense con tres movimientos, el asilo a Snowden, la paralización de la agresión militar a Siria, y el apoyo a Irán, como nos recordaba recientemente Atilio Boron en su balance de 2013.
Lo que es cierto es que este desplazamiento geopolítico se une a la crisis en un sistema-mundo capitalista cuyo Norte no puede sostener su Estado del Bienestar en la medida en que el Sur recupera su soberanía política, económica y territorial, en la medida en que el Norte ya no puede explotar a los pueblos, las personas y la naturaleza del Sur.
En los próximos años estos dos factores (crisis y geopolítica) se van a ver intrínsecamente ligados en América Latina en la medida en que el subcontinente tiene la mitad de las reservas de agua del planeta y una gran riqueza en recursos naturales, minerales, petróleo y biodiversidad.
De hecho, nada es casualidad, y los nuevos golpes del Siglo XXI, Haití en 2004, Honduras en 2009 y Paraguay en 2012, además de los golpes/agresiones a los procesos de cambio de Venezuela en 2002, Bolivia en 2008 y Ecuador en 2010, están estrechamente vinculados con la perdida de hegemonía imperialista, la recuperación de soberanía de América Latina y el reacomodo geopolítico.
Integración latinoamericana
Si bien el año 2013 fue un año marcado por la muerte del Comandante Chávez a la vez que la demostración de la plena vigencia del chavismo, el año 2014 se presenta como un año de transición, relativa también, marcado por 7 procesos electorales en el subcontinente.
En primer lugar tenemos Centroamérica, con segundas vueltas en marzo en El Salvador, donde se espera una victoria del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, que esta vez sí se presenta con un candidato con el ADN del Frente, Salvador Sánchez Cerén, el ex guerrillero Comandante Leonel; asimismo en Costa Rica en abril a pesar de la decepción de que la izquierda articulada en el Frente Amplio no haya pasado a segunda vuelta, si esta da su apoyo al PAC, podría producirse una victoria del centro-izquierda en un año que Costa Rica ostenta la presidencia de la CELAC. El tercer país centroamericano con elecciones es Panamá en el mes de mayo donde no se esperan grandes cambios en la orientación de su gobierno.
En mayo también, y pasando a Sudamérica, se celebran elecciones en Colombia, con una mirada puesta en Cuba, donde lo importante es reforzar los Diálogos de Paz de La Habana entre el gobierno de Santos y la insurgencia de las FARC-EP que puedan conducir a un escenario de verdadera democracia y justicia social para el pueblo colombiano después de más de 50 años de desgarrador conflicto político-militar. Asimismo octubre es otro mes clave, pues prácticamente de manera simultánea se celebran elecciones en Brasil, donde cada vez está más claro que el proyecto político del PT va más allá del lulismo; Uruguay, donde el Frente Amplio de izquierda celebrará con una nueva victoria los 10 años en el gobierno; y Bolivia, donde se espera una aplastante victoria electoral del proceso de cambio liderado por Evo Morales y el MAS.
Además de todos estos procesos electorales, el 2014 comienza con la asunción de Michelle Bachelet como Presidenta de Chile, un país convertido en el Israel de Sudamérica, que tiene la oportunidad ahora de mirar más hacia los mecanismos de integración latinoamericana como UNASUR y CELAC, y menos a una Alianza del Pacifico de la que es miembro fundador.
Alianza del Pacifico que no es sino un mecanismo impulsado por los Estados Unidos para reeditar un Área de Libre Comercio de las Américas que junto al Plan Colombia y las bases militares en torno a la Amazonia, pretende recuperar el terreno perdido por el imperialismo desde la derrota del ALCA en Mar del Plata 2005 y la conformación del ALBA en 2006.
Pero el ALBA, UNASUR y la propia CELAC, que en la reciente Cumbre de La Habana demostró que se consolida como un importante mecanismo de concertación política que va sustituyendo progresivamente a la propia OEA (logrando una importante victoria diplomática para la revolución cubana), tienen el reto de precisamente pasar de ser instrumentos de concertación a verdaderos mecanismos de integración política y económica a nivel latinoamericano.
Si bien ese es el reto general, hay otros desafíos estructurales entre los que destaca el debate sobre el modelo de desarrollo de los procesos de cambio en el continente. Es importante pensar desde la izquierda un nuevo modelo que combine el derecho al desarrollo de pueblos que han sido expoliados durante 500 años de colonización y 20 de neoliberalismo en un equilibrio con los Derechos de la Madre Tierra. Pero todo ello desde una conciencia antiimperialista, anticolonial y anticapitalista, porque como nos recuerda Isabel Rauber, la ecología no puede estar separada del modo de producción y reproducción de la vida social.
Y entre los desafíos concretos para lograr una verdadera integración latinoamericana, están los casos de (neo)colonialismo que persisten en el continente, la independencia de Puerto Rico; el fin de la ocupación británica de las Malvinas y del bloqueo criminal contra Cuba; o la resolución en clave pacífica y negociada del enclaustramiento boliviano, encaminarán a América Latina hacia la plena independencia y soberanía.
En definitiva, todo lo anterior debe servir para romper el paradigma de la democracia liberal, construyendo una democracia continental real, viva, dinámica, de alta intensidad que deje atrás las democracias fosilizadas que promueve la Alianza del Pacifico y la derecha continental, y conviertan los diferentes procesos de cambio del continente en un proceso de cambio continental.
Bolivia 2014
Y es precisamente el proceso de cambio que se vive en Bolivia el que más tiene en juego en este 2014 con unas elecciones en las que aunque en principio no está en riesgo la perdida de la conducción política del mismo, sí tiene otros dilemas que ir resolviendo.
En clave geopolítica, Bolivia transita entre la plena implicación en los mecanismos de coordinación del ALBA, a través de una estrecha relación con Cuba y Venezuela, y un vínculo cada vez más fuerte con Brasil como forma de acercamiento al Mercosur y especialmente a los BRICS. Todo ello con un discurso claramente antiimperialista y anticolonial.
En clave de proyecto, el reto está en pasar de la revolución política y descolonizadora que lidera Evo Morales, a una revolución social que profundice aún más en el modelo de Estado Plurinacional y en el nuevo modelo económico, pilar fundamental de la nueva Constitución Política.
Porque es difícil, como reflexiona el compañero Hugo Moldiz, construir socialismo a partir del capitalismo de Estado dentro de un capitalismo planetario. Pero el reto está ahí, en cómo construir ese socialismo comunitario bajo el horizonte del Vivir Bien, en como continuar el desmontaje de un Estado heredado colonial y patriarcal, construyendo y refundando un nuevo Estado sobre las ruinas del anterior. Y la principal amenaza para construir este socialismo comunitario no viene de la restauración conservadora, de una derecha derrotada política y militarmente entre 2008 y 2009, sino de la izquierda lightberal, de la instalación de una nueva socialdemocracia similar a la europea que busque más la consolidación de una concepción liberal de la democracia que la profundización del proceso. Es crucial la lucha emprendida contra la pobreza y continuar la senda del crecimiento económico, pero siempre si es bajo un horizonte poscapitalista que radicalice el proceso de cambio.
En cualquier caso, y dada la más que previsible victoria de Evo Morales en las elecciones presidenciales de octubre (actualmente la popularidad y posible intención de voto del Presidente se sitúa en torno al 60%), en estos momentos lo importante es continuar la buena gestión gubernamental traducida en políticas publicas y en los numerosos eventos internacionales programados para este 2014.
En junio se va a celebrar en Santa Cruz, ciudad del oriente boliviano donde hace pocos años hubiera sido impensable el trabajo conjunto entre el ejecutivo, legislativo y los sectores de oposición regional, una importantísima Cumbre del G77+China por el 50 aniversario de este organismo de coordinación intergubernamental. Ya han confirmado su asistencia los presidentes Raúl Castro, Nicolás Maduro, Cristina Fernández y Rafael Correa, y se espera la presencia de más de 20 presidentes de todo el mundo junto a delegados/as de los 133 países que conforman el G77+China. Además, en julio en Cochabamba se realizará un encuentro sindical internacional coordinado junto a la Federación Sindical Mundial (FSM) con la presencia de sindicatos que cuentan millones de afiliados de India, China y otras partes del mundo. Finalmente, y ya en plena campaña electoral, a finales de agosto se celebrará en La Paz el Foro de Sao Paulo, foro que cumple 20 años en 2014, reuniendo a los principales partidos de izquierda del continente, muchos de ellos en tareas de gobierno.
Desafíos
Volviendo a la mirada regional, es obvio que nos encontramos ante un proceso político de alcance continental que no es lineal, que tiene avances y retrocesos. Proceso continental con un motor que son los procesos de cambio y los países del ALBA, y un freno que son los países de la Alianza de Pacifico. Alianza que hay que erosionar trabajando estrechamente con los pueblos, movimientos sociales y organizaciones de izquierda de México, Colombia, Perú y Chile.
Pero el freno a los procesos de cambio no se da simplemente desde el desgaste a la integración continental y la apertura de áreas de libre comercio con Estados Unidos y la Unión Europea, sino que con los recientes sucesos de Venezuela, con el golpe de Estado encubierto que ya ha dejado varios muertos y decenas de heridos, tenemos la demostración palpable de que la derecha y el imperialismo no han tardado en recuperarse de su última derrota electoral de diciembre y no van a parar de golpear y desgastar al gobierno bolivariano y al chavismo en general, en un laboratorio venezolano de las prácticas contrarrevolucionarias que después podrían ser aplicadas en Bolivia.
Porque estos procesos de cambio han producido importantísimos cambios, la refundación del Estado y nacionalización de los recursos naturales, y con ellos la recuperación de la soberanía, pero no son suficientes. Es necesario irradiar el sentido común de época de los procesos de cambio al resto de países del continente. Tenemos que pasar de la voluntad de poder a la consolidación hegemónica de los proyectos de cambio rupturistas, en una transición desde los proyectos posneoliberales a los proyectos anticapitalistas. Para ello hace falta mucha audacia, y como recuerda García Linera, reivindicar la dimensión heroica de la política. O convertimos estos procesos en irreversibles, o el enemigo seguirá buscando la desestabilización y retroceso de los mismos.
Esa dimensión heroica de la política pasa necesariamente por asumir las tensiones y contradicciones al interior de cada proceso. Es muy fácil sacar el lápiz rojo para señalar lo que está mal, pero la dirección y el sentido común de cada proceso se disputa desde dentro. No hay un afuera de los procesos de cambio y las fuerzas revolucionarias y transformadoras al interior deben empujar para impulsarlos desde abajo y hacia la izquierda.
En ese sentido, son también numerosos los retos que tenemos para este 2014. En el ámbito de los partidos políticos el ya mencionado Foro de Sao Paulo en Bolivia; en el ámbito de los movimientos sociales la coordinación continental de ALBA Movimientos se reunirá a finales de marzo en Colombia además de organizar un encuentro latinoamericano de escuelas de formación política en Venezuela y un encuentro de economía autogestionada en Argentina, todo ello en el primer semestre de 2014. Para el segundo semestre, la Red de Redes de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad prepara un encuentro al cumplirse de los 10 años de conformación de la Red en diciembre de 2004 en Caracas junto al Comandante Chávez. Y si bien la agenda política, social e intelectual es densa y llena de propuestas, seguimos teniendo el reto de cómo articular estos espacios en un nivel de coordinación más amplio, una internacional de partidos, movimientos e intelectuales orgánicos que ayude a pensar mejor las propuestas para la transición hacia un nuevo proyecto político pos y anticapitalista.
Tenemos límites, demasiados límites, tanto externos derivados del propio sistema-mundo capitalista, como internos propios de las particularidades de cada proceso e inherentes a la propia izquierda. Pero estamos acumulando, y solo a partir de la acumulación de estas experiencias, de las tensiones (creativas) y contradicciones, podrá surgir algo nuevo. Y ese algo nuevo traerá nuevas formas de entender la democracia, la economía y el Estado. Mientras tanto, solo queda seguir trabajando en defensa de nuestros procesos de cambio y de un nuevo orden geopolítico, tampoco exento de contradicciones, pero que supone un avance respecto al orden anterior.

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