En
nuestros países, donde estamos viviendo la crisis estructural del
capitalismo, vemos y sufrimos como en su intento desesperado por
continuar a flote, el sistema decrépito necesita de las guerras. Esa ha
sido históricamente una de las formas de las que el capitalismo se
sirve para remontar las crisis. Hoy, el capitalismo se encuentra en su
fase imperialista, sumergido en una crisis de sobreproducción y acude
nuevamente a la guerra; necesita, en lo externo, de la guerra
imperialista para sobrevivir.
En
esta clave debemos ver las agresiones imperialistas que se están
sucediendo: de Libia a Mali, de Irak a Afganistán y de Siria a la
siguiente agresión… La posibilidad real y cierta de una guerra
generalizada crece exponencialmente a medida que el sistema se
descompone.
No
podemos omitir que el sistema criminal también ejerce su violencia en
lo interno de nuestros países, si bien no es objeto de esta
breve contribución merece señalarse que las mujeres trabajadoras nos
estamos viendo directa y principalmente afectadas por las medidas que
adoptan nuestros gobiernos (sean del signo que sean) que, al dictado de
los mandatos de la U.E. y al servicio de las oligarquías, nos están
convirtiendo en una especie de “ejército invisible de reserva” que
garantiza la supervivencia de las familias frente a la dramática caída
de los salarios, que tenemos que aceptar trabajos cada vez más
precarios y sin ningún tipo de derechos laborales y que estamos siendo
duramente golpeadas por el paro.
Ciertamente
lo mismo sucede con el conjunto de la clase obrera, pero nosotras,
además, tenemos que soportar la influencia misógina de la religión
católica, la religión de las clases dominantes y por tanto la ideología
dominante y la del reino de España, la cual nos manda ser sumisas,
obedientes y regresar dócilmente a las tareas del hogar.
El
rol asignado a las mujeres está inserto en la superestructura del
sistema dominante, donde el patriarcado es un subsistema coherente con
toda la estrategia de violencia de la dictadura del capital, que, en
situación de crisis e incremento de la violencia (guerra), utiliza las
agresiones (también sexuales) a las mujeres como un arma para humillar
al enemigo "que no es capaz de defender la ya oprimida sexualidad de sus mujeres".
Así, la construcción cultural de los géneros forma parte de la lógica
interna del sistema que se supedita -como todo- a la acumulación de
capital, también en la estrategia de la guerra.
Por
tanto, género, patriarcado, violencia contra las mujeres y acumulación
capitalista constituyen una unidad coherente, sostenida y reproducida
por la superestructura del sistema para ayudar a garantizar su
estabilidad.
Además,
mientras crecen las inversiones en armamentos, al avión europeo de
combate, al mantenimiento de tropas invasoras en el extranjero, al
escudo antimisiles y a todo lo que se deriva de la pertenencia del país a
la OTAN y a la unión imperialista europea, disminuyen y se esquilman
por privatización la sanidad pública universal, la educación pública en
todos sus niveles (infantil, primaria, secundaria y superior), los
servicios sociales, las casas de acogida, las residencias de tercera
edad… todo un largo etc. Y a consecuencia de ello recaerá sobre las
espaldas de las mujeres trabajadoras toda esa ingente cantidad de
trabajo de cuidados socialmente necesarios. Ese, a grandes rasgos, es el
capitalismo del siglo XXI y una poderosa razón para articular la lucha
de las trabajadoras para su derrota.
Por
otro lado, los conflictos impactan directamente y de un modo particular
sobre nuestras vidas: de un lado son hijos e hijas de la clase obrera
quienes terminan, por las circunstancias apremiantes, siendo la carne de
cañón que va a morir y a matar a los hijos e hijas de la clase
trabajadora de los países a los que las potencias imperialistas van a
robar su soberanía y recursos, de otro el cuerpo de las mujeres es un
campo de batalla para someter al enemigo y la violación masiva de
mujeres se ha convertido en una arma de guerra.
Desde que
comenzaron las invasiones imperialistas (Afganistán, Irak, Libia, Siria,
Mali…), en cualquier medio de comunicación, incluso del sistema,
encontramos titulares que tienen como protagonistas a mujeres asesinadas
por ataques de la OTAN, con drones o no, estos asesinatos son
denominados como “daños colaterales” desde el cinismo más profundo de
los gobernantes imperialistas. Otras veces son las mujeres las que sufren
las consecuencias directas en las zonas ocupadas por las tropas
imperialistas, en las que la precariedad y la vulnerabilidad aumentan:
Son violadas por los soldados u obligadas a prostituirse, asesinan a
sus hijos e hijas, se declara la yihad sexual o los gobiernos aupados
por las potencias imperialistas, como recientemente en Libia, anuncian
cambios de leyes para ajustarlos a la “sharia” o ley islámica
provocándose un terrible retroceso en cuanto a los derechos
fundamentales y libertades de las mujeres de ese país.
Curiosamente
la propaganda de muchas de las invasiones recientes, para ocultar los
oscuros y obscenos intereses reales, se presenta por la maquinaria
mediática como una “intervención humanitaria” cuyo foco de atención se
instala en “liberar a las pobrecitas mujeres” de sus “opresores”, para
acabar convirtiendo a esas mismas mujeres en víctimas mortales de la
invasión o en víctimas al privarlas de todos los derechos que tenían
hasta ese momento.
La guerra provoca profundos cambios en la vida de quienes la sufren y especialmente en la vida de las mujeres. Y no sólo la guerra, el hecho de la existencia de bases militares extranjeras regadas por el orbe, dan lugar al incremento de la prostitución
asociada a esas bases militares, dicho incremento de la prostitución
igualmente está vinculado y aparece con las expediciones militares
invasoras. Da igual el casco que porte el invasor, las violaciones y la
violencia hacia las mujeres también por los "cascos azules" está
sobradamente documentada.
Por
todo ello, si miramos un poco hacia atrás y vemos la historia de la
lucha de las mujeres, encontramos que la lucha por la paz y contra la
guerra ha sido un poderoso motor en la organización y articulación del
movimiento de masas de mujeres. Esa es también la urgencia de hoy:
levantar un amplio movimiento de mujeres contra la guerra imperialista
que forme parte fundamental de la lucha antiimperialista.
DERROTEMOS A LA OLIGARQUIA
ACABEMOS CON EL CAPITALISMO
CONTRA LA GUERRA IMPERIALISTA
VIVA LA LUCHA DE LAS TRABAJADORAS
Atenas, 24 de noviembre de 2013
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