Igor Garafulic enviado de Naciones Unidas para el Diágolo Nacional y Ebal Díaz, representante del régimen / 23 de Agosto 2018 Por Gilberto Ríos Munguía (•) Debemos
seguir analizando la forma de actuar de las élites en nuestro país, el
apoyo sistemático que reciben de los sectores conservadores de la
comunidad internacional y la necesidad de enfocar nuestros esfuerzos
políticos en combatir esa estructura de dominación. Esta caracterización
es fundamental para tener una medida de las necesidades más inmediatas
en nuestras fuerzas y la dimensión y temporalidad de esta lucha que
emprende el pueblo hondureño por su liberación.
En
esto hemos seguido de cerca el papel de Naciones Unidas y de sus
representantes en el país; acá no vale la pena mencionar personas, sino
el papel de las instituciones que poco o nada han contribuido a resolver
la crisis en favor de los afectados por el golpe de estado, la
represión política, el fraude electoral de 2013 y el nuevo fraude
electoral de 2017. Lo más importante para las diferentes agrupaciones
sociales, organizaciones políticas y gremiales, es tener claro que en
Honduras esas instituciones no resolverán el problema y que la dilación
con la que, por ejemplo, se ha empantanado el llamado “diálogo
nacional”, no es sino útil a las fuerzas conservadores y reaccionarias
que se encuentran en el poder.
En
el caso de la OEA, sus presentantes y su “Misión de Apoyo Contra la
Corrupción y la Impunidad en Honduras”, ha sido mucho más fácil
comprender su naturaleza, viendo el papel de la institución a lo largo
de la historia y especialmente con su desbocado Secretario General, Luis
Almagro, convertido en un vulgar activista del imperialismo
norteamericano cuyo objetivo primordial ha sido en los últimos años,
acompañar el golpe de estado contra la República Bolivariana de
Venezuela.
Observando
el llamado “diálogo nacional” que se ha montado a nivel de cúpulas
partidarias y el régimen, su legitimidad se ha perdido aún antes de
comenzar y tiene diferentes manifestaciones de debilidad que evidencian
sus limitaciones y preocupan en sentido de homogenizar a sus
protagonistas. Si bien no es raro ver al Partido Liberal logrando
acuerdos de gobernabilidad con el Partido Nacional, ahora al
funcionamiento del bipartidismo parece sumarse los representantes del
Ing. Salvador Nasralla; esta legitimación solo podría deberse a nuevo
pacto de élites o la más pura ingenuidad gratuita. Esperamos que sea lo
segundo, pero las ingenuidades en política se pagan caro y
electoralmente se pagan doble.
Por
su parte la verdadera oposición ha demorado en reorganizarse, no es
para menos. El desgaste de la lucha electoral en condiciones
tremendamente adversas del 2017, compitiendo contra los recursos del
Estado para el momento electoral y sus fuerzas represivas en el tiempo
posterior al fraude, tuvieron consecuencias importantes. Además, el
efecto psicológico en las masas del asesinato político y sistemático de
la oposición, los presos políticos –que aún se mantienen cinco
compañeros ilegalmente detenido en cárceles de máxima seguridad- el
exilio temporal o permanente de compañeros y compañeras y la
judicialización de otro centenar de manifestantes, hace que la protesta
haya disminuido notablemente.
A
su vez las organizaciones sociales han mostrado un gran interés de
protagonizar nuevamente las trincheras de las demandas inherentes a sus
sectores y también las políticas, en tanto la crisis es multisectorial y
apunta a la necesidad de reconstruir la institucionalidad perdida o
borrada por la voluntad dictatorial de la élite, es innegable que cada
día que pasa el régimen da muestras de la construcción de una dictadura
abierta con fachada civil en una sociedad militarizada y tremendamente
violenta.
La Convergencia Contra el Continuismo
ha sido un esfuerzo innovador que ha recorrido el país conversando con
todos los sectores sociales organizados e invitándolos a participar de
la protesta pública con agendas amplias, sobre todo aquellas que
denuncien la matriz del problema, es decir el modelo económico, político
y social que impera en Honduras y la necesidad de impedir su
continuidad. Por eso existe una gran expectativa en cuanto a la
movilización nacional que se ha convocado para Tegucigalpa el próximo
jueves 30 de agosto y que se estima podría aglutinar decenas de miles de
manifestantes.
Lo mismo que continúan los esfuerzos por concretar un encuentro regional de organizaciones sociales para los días 25, 26 y 27 de octubre el marco del Foro Mesoamericano /ALBA Movimientos,
que se realizará en las instalaciones de la Universidad Nacional
Autónoma de Honduras, para contribuir también con el debate dentro de la
academia sobre el papel de las organizaciones sociales en los cambios
estructurales, complementando o superando la idea de las vanguardias
partidistas.
No
obstante, la protesta dispersa sufre el ascenso que estaba previsto
para estos meses, en tanto se recrudece la crisis económica y ésta
alcanza a diferentes sectores de la sociedad. Los vemos en la demanda
del sector transporte, que comenzó unida y que ahora tiene diferentes
actores, así como en los estudiantes que diariamente –tanto en la
universidad pública como en las instituciones de segunda enseñanza- han
protagonizado enfrentamientos con la policía en el último mes. A esto
parece sumarse la protesta del sector salud, uno de los más golpeados
por la corrupción del partido en el gobierno.
Las
manifestaciones del agotamiento del régimen son muchos y las fuerzas de
oposición –política y social-, deben hacer una correcta lectura de esta
crisis/oportunidad que se presenta. Por su parte es correcta la
convocatoria del Partido Libertad y Refundación a un diálogo directo con
el pueblo, a través de asambleas de base en las que se propongan
caminos de lucha que satisfagan la necesidad de justicia social de las
grandes mayorías.
(•) Dirigente del Partido Libertad y Refundación.https://outlook.live.com/owa/?path=/mail/inbox/rp
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