Julio 3,2018 / Galel Cárdenas
La
más abyecta de las inmoralidades es el ámbito que contiene la dictadura
bipartidista que se ha entronizado en Honduras desde el año 2009, época
del sangriento Golpe de Estado, donde todas las fuerzas anticomunistas
se reunieron y en un puño cerrado de opresión asestaron un golpe a una
democracia incipiente dirigida por un presidente que había roto el
ovillo de las relaciones de sometimiento norteamericano y de la élite
del poder fáctico, mediático político, militar y eclesiástico.
La
inmoralidad plena de indecencia, impudicia y obscenidad es el ropaje
que viste el bipartidismo del Partido Nacional y Liberal, ahora
subsumiendo partidos inventados en la mesa del TSE para mantener la
represión generalizada contra las fuerzas convergentes que combaten la dictadura, fuerzas del pueblo que un día despertarán con una energía inusitada ya sea en las calles o en las urnas.
El
país vive un artificio republicano, una artimaña, un ardid, una treta,
una astucia repugnante, escandalosa, vergonzante, concebida expresamente
para aplastar la ira del pueblo que se manifiesta cuánto puede en el
territorio nacional.
Con el más descarado de los cinismos, los
líderes mercenarios de la mafia, la pandilla y la caterva de quienes
han asaltado el poder general de la nación a través de la fuerza, y
haciendo a un lado la Carta Fundamental de la hondureñidad, van
deshaciendo todos los elementos que configuran la república, es decir
la nación gobernada por una ley vertebral y unas suplementarias.
Nada queda de aquella república, de aquel régimen de derecho, de aquella democracia asentada en la significación etimológica, poder del pueblo.
La
elección del Fiscal General es otra de las grandes falsedades que vive
el pueblo hondureño, pues quebrantando la Constitución, violando las
leyes respectivas, se ha re electo al actual hombre que ostenta tal
cargo de manera ilegal, porque no fue electo la primera vez dentro de
los marcos sustanciales de la ley y la Constitución.
Al
país lo han des institucionalizado, lo han convertido en despojo, un
estropajo del derecho primordial que sustenta la más alta investidura
moral. Todas las elecciones que se practican en Honduras están asentadas
en el estercolero (ver y oír a Santiago un predicador de barrio), en un
lodazal hediondo y asqueroso.
Pero,
los voceros de la impunidad, el poder mediático, se ha encargado de
introducir en el receptor analfabeta del país, la idea de que en
Honduras, todo marcha de manera correcta, efectiva y
en los parámetros que corresponden.
No
es posible que el Partido Liberal y Salvador Nasralla acepten que la
elección del fiscal es una orden del imperio. Ah payasos, chuscos,
ridículos, saltimbanquis y bufones de la corte imperial y del
propietario del circo con rostro de alimaña infernal, Juan Orlando
Hernández, que con una mano reparte dólares, dinero, territorios,
empresas y confites demoníacos, mientras que con la otra reparte la
muerte, la asfixia, la indignidad.
El Fiscal electo es uno más de la horda criminal organizada expresamente para los fines maléficos de manejar el
timón de la nave en pleno naufragio, llamada Honduras, en esa carrera
incontrolable de saqueo, despojo, pillaje y usurpación.
Tomada de FIAN Googlegroupe
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