Julio 3,2018 / Criterio.hn
Tegucigalpa.-Las primeras generaciones de mujeres maquileras ya no tienen oportunidad de empleo en ninguna empresa, no solo porque ya pasaron de los 40 años, también porque quedaron con su salud seriamente dañada producto de las intensas y extensivas jornadas de trabajo a las que se sometieron y que siguen aplicándose a las nuevas empleadas, muchas de ellas, hijas de ex obreras.
Para
el año 2018, la maquila reporta 150 mil empleados, la mayoría mujeres.
Sin embargo, es poco probable que siga laborando alguna de las 50 mil
jovencitas que ingresaron como operarias hace treinta años. Para ellas,
la alegría de “liberarse económicamente” al ganar su propio dinero, se
convirtió ahora en angustia de la sobrevivencia.Tegucigalpa.-Las primeras generaciones de mujeres maquileras ya no tienen oportunidad de empleo en ninguna empresa, no solo porque ya pasaron de los 40 años, también porque quedaron con su salud seriamente dañada producto de las intensas y extensivas jornadas de trabajo a las que se sometieron y que siguen aplicándose a las nuevas empleadas, muchas de ellas, hijas de ex obreras.
Un breve recorrido en el tiempo y en el escenario de las empresas maquiladoras
La
maquila es la industria que más emplea mujeres en Honduras. Se trata de
un rubro que se expandió desde hace 30 años, al aprobarse leyes que le
otorgaron muchos beneficios y facilidades que no tienen otras empresas
nacionales. Las maquilas, que no aportan impuestos, le han heredado al
país unas cien mil mujeres enfermas que tienen como única opción buscar
asistencia médica en un centro de salud o un hospital público para
atender las dolencias, producto de años de trabajo, particularmente en
la industria de la confección.
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A
finales de los años ochenta, miles de mujeres salieron de las casas
donde estuvieron relegadas a las actividades domésticas y comenzaron a
laborar por un salario. Esto atrajo a las jóvenes de los municipios
cercanos a las zonas maquileras que abandonaron sus aldeas y se
instalaron en las ciudades del Valle de Sula. La mayoría sigue allí, con
sus compañeros de hogar. Otras solas, con sus hijos e hijas, como
madres solteras.
Sin
embargo, las mujeres y hombres maquileros que han vivido sus vidas en
este rubro, heredaron daños severos en sus huesos, músculos,
articulaciones, el sistema nervioso, el sistema digestivo, las vías
respiratorias, los oídos, la vista, entre otros órganos. Esos problemas
de salud son el resultado de realizar movimientos repetitivos en
jornadas de ocho y hasta doce horas continuas, o la suma de 66 horas
laborales durante la semana, al obligarles a trabajar horas extras.
Salarios para la semana, dolores para toda la vida
Las
altas metas impuestas hacen que las mujeres y hombres de la maquila
trabajen de forma acelerada, lo que vuelve más dañina la actividad
repetitiva. Un ejemplo de lo anterior expuesto: una obrera que labora al
cien por ciento tiene que hacer casi 54 mil ruedos de camiseta en un
mes; son 650 mil en un año y en 10 años de trabajo esa persona tuvo que
hacer por lo menos 6 millones y medio de ruedos, haciendo los mismos
movimientos, sentada cada día y en la misma posición.
Las
obreras en la maquila ganan por producción; las metas al cien por
ciento son altas y agotadoras. Como el pago no ajusta, tienen que
producir hasta un 150 por ciento, lo que equivale a jornada y media de
trabajo en el mismo horario. Para lograrlo tienen que “ahorrar tiempo”:
no hablan con sus compañeras, toman poca agua para evitar ir al baño, no
descansan los recesos de 15 minutos establecidos en la mañana y tarde;
algunas no almuerzan o lo hacen en la mitad de la media hora concedida.
Se trata de avanzar lo que más se pueda para agenciarse un mejor ingreso
por semana y mes.
Al
hacer el promedio, si una obrera trabajó 10 años y mantuvo su
producción al 150 por ciento, eso equivale a que haya laborado 15 años.
En lugar de hacer los 6 millones de ruedos de camiseta, llegó a unos 10
millones. Pero ese sobre esfuerzo dejó severos daños a la salud.
Dentro
de las fábricas es frecuente escuchar a las mujeres que les duelen los
brazos, la espalda, los músculos, el abdomen o la cabeza; pero sus
quejas no son escuchadas. Una enfermera o el médico de la empresa no
pueden dar incapacidades y el o la trabajadora dispone nada más de
analgésicos para calmar los dolores y continuar trabajando. De esa
manera, lo que era una pequeña afección se convierte en una enfermedad
crónica y una enfermedad común pasa a considerarse como enfermedad
profesional. Es decir, causada o más bien agravada por las condiciones
laborales.
Mujeres embarazadas, las marginadas de la maquila
Las
empresas maquiladoras hacen trabajar a sus empleados en equipos de
hasta once personas y las metas colectivas les son pagadas con el
trabajo finalizado, aun y cuando cada una hace solo una pequeña parte de
la prenda. Cuando una obrera se atrasa con la pieza que le corresponde,
las demás le exigen y si no rinde en su producción la discriminan y
hasta la expulsan de la célula de trabajo. Eso ocurre con las mujeres
enfermas o las que están embarazadas. En ambos casos la mujer no puede
laborar al ritmo de las demás. Baja su producción y eso provoca acoso
por parte de sus compañeras y compañeros.
Un
estudio realizado por la Colectiva de Mujeres de Honduras (CODEMUH), en
colaboración con la Universidad Nacional Autónoma Metropolitana de la
ciudad de México establece que las presiones, reclamos, gritos e incluso
insultos de los supervisores, sumados al agotamiento e intensidad de
las operaciones provocan ansiedad, depresión y excesivo estrés laboral,
lo que a su vez les genera trastornos nerviosos que afectan todo su
organismo.
El
estudio también indica que el ambiente laboral contribuye a la
generación de enfermedades profesionales. Se pueden evitar esas
enfermedades si se usa protección contra los químicos que desprenden las
telas, con una adecuada ventilación que extraiga el tamo y evite el
calor y la humedad; con una correcta iluminación y reducción a la
exposición del ruido.
Pero
definitivamente, explican los médicos expertos en Trastornos
Musculoesqueléticos Ocupacionales, la clave para evitar los miles de
hombres y mujeres enfermas está en reducir las metas de producción y
limitar a ocho horas la jornada de labores. Eso implicaría revisar las
faenas intensas como las llamadas 4 por 4, 3 por 2, 3 por 3, que son
jornadas de doce horas nocturnas y otras modalidades con las que se
exigen ritmos de producción intensivos y sin la debida protección.
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Juntas para defenderse
La
CODEMUH ha organizado a mujeres que han resultado con daños en su salud
y ha logrado que sean evaluadas y reciban un dictamen de parte del
Instituto Hondureño de Seguridad Social, IHSS. El dictamen establece qué
enfermedades sufren como consecuencia de su actividad laboral y se
ordena a las empresas que las obreras se reubiquen para evitar que se
agraven los daños, por ser irreversibles.
María
Luisa Regalado, Coordinadora general de la CODEMUH, afirma que desde
hace veinte años se han formado en el tema, con profesionales que han
llegado desde México y que han dirigido investigaciones en este campo.
Regalado
dice que han documentado más de 500 casos; cerca de 200 han obtenido un
dictamen del IHSS, mientras otros están en proceso. Entre los casos se
ha incluido a 50 hombres porque no hay ninguna otra institución que
realice este tipo de apoyo para acompañarles en sus reclamos.
Una
vez obtenido el dictamen prosigue “la batalla”, pues hay que
enfrentarse a la renuencia de las empresas para cumplirlo, al igual que
con los inspectores de trabajo quienes con frecuencia se vuelven
cómplices en el incumplimiento de la Ley.
La
presión es para que los dictámenes tengan efecto entre las más de 20
empresas de donde proceden, sobresaliendo 6: grupo GILDAN, HBI, Hanes
Brand, Jasper, Jerzees Nuevo Día, Génesis, Elcatex, RKI, New Holland,
Dickie, Delta Apparell y Delta Cortés.Un dato importante es que la
mayoría de personas afectadas deciden renunciar a su trabajo cuando los
malestares no las dejan producir. Las empresas, por su parte, las tratan
como desahuciadas y les dan su liquidación deshaciéndose de lo que
consideran un problema.
“Yo
mejor puse mi renuncia y negocié las prestaciones, de todas maneras me
iban a despedir porque ya no podía sostener nada con las manos; se me
caían las cosas. Y así sigo todavía”, sostuvo una obrera entrevistada,
que prefirió el anonimato y que dejó de laborar hace ocho años en la
empresa Gildan. Ella no tuvo la oportunidad de ser evaluada por el IHSS,
como las mujeres asesoradas por la CODEMUH.
Una
vez separadas de las empresas, las obreras pierden el derecho a la
atención en el IHSS. Para atender su quebrantada salud solo tienen como
opción el sistema de salud público, en el que es difícil conseguir la
atención de un especialista, recibir un tratamiento o realizarse una
cirugía.
La gran contradicción y la necesidad de generar trabajo digno para las mujeres
Las
empresas que están heredando a Honduras miles de personas afectadas en
su salud a consecuencia de las condiciones laborales, son las que
durante más de treinta años han estado exentas de pagar impuestos al
Estado, que podrían ser recursos suficientes para hacer funcionar el
sistema de salud pública.
Un
contrasentido se delinea en la problemática del sector maquila: el
Estado y gobierno no tienen la intención de rectificar y por el
contrario, impulsan planes de mayor beneficio para las maquiladoras y
aprueban leyes encaminadas a privatizar los ya deficientes servicios de
salud estatales.
Para
las mujeres y feministas organizadas, es imperativo que el Estado
garantice el respeto y cumplimiento de los derechos humanos laborales de
las mujeres trabajadoras, para tener acceso a un trabajo y salario
digno en condiciones de seguridad social y de salud, sin ningún tipo de
discriminaciones. Esta premisa es uno de los temas de la agenda que una
diversidad de plataformas y organizaciones de mujeres construyeron en el
2017.
La
lucha por posicionar la Agenda de mujeres y feministas en los planes de
gobierno continúa. En relación con este tema, que es parte del trabajo
de incidencia, se pretende lograr la aprobación, en el Congreso Nacional
de Honduras, de una Política Publica de Prevención a los Daños de la
Salud de las Trabajadoras de la Maquila.
Asimismo,
la aprobación de mecanismos de control de vigilancia y aplicación del
Código del Trabajo, a las empresas maquiladoras, en relación con las
jornadas de trabajo, por parte de la Secretaría de Trabajo y Seguridad
Social.
https://criterio.hn/2018/07/03/miles-de-obreras-enfermas-la-herencia-de-la-maquila-a-honduras/
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