Diciembre 5,2017 Por: Carlos Zelaya Herrera
Tenemos
la fortuna, al igual que Ustedes, de vivir una coyuntura fundamental en
la consecución de un estado moderno al servicio de la colectividad
hiper, súper o muy necesitada de nuestra Honduras.
A varios
meses del golpe de Estado contra el presidente Manuel Zelaya Rosales, en
una ocasión me preguntaba mi esposa, Negro, ¿qué crees que pueda pasar
en Honduras con el golpe a Mel? No sé qué pasará, pero sí te digo que lo
que veo es que podrán suceder muchas cosas malas porque la inseguridad
será como algo peor a regresar a la década perdida de los desaparecidos,
o peor aún.
Van a
volver los crímenes selectivos, por ser políticos, crímenes contra niños
y jóvenes; masacres, impunidad de los autores, pero, del otro lado, por
increíble que parezca, el inicio de un proceso revolucionario netamente
hondureño, multiétnico, agraria y de recuperación de la dignidad e
integridad del territorio nacional, recuerdo que comenté.
Después
llegó la desmovilización del movimiento de resistencia nacional que a
muchos no nos gustó y con ello la progresión de movimiento de masas a
partido político legalmente reconocido.
El
arraigo e identidad del hondureño actual evoluciona del militante, cual
sea su bandera política, del Frente Nacional de Resistencia Popular,
pasando por Indignado, luego Antorchista, hasta recalar en miembro y
simpatizante de la Alianza de Oposición Contra la Dictadura.
Esto nos
ha permitido ser testigos del salto más importante en materia de cultura
y consciencia política de nuestro pueblo, así como está, tan parecido a
un mosaico que conjuga contrastes y realidades contrapuestas, a veces,
incluso, de forma grotesca por ser nuestro país el más desigual del
continente.
Una
muestra de esa adquisición de consciencia política, solidaridad e
integración del pueblo, que prácticamente se ha sublevado ante la
brutalidad del régimen de JOH, la estamos viendo ahora en donde más
dolor le pueda dar al dictador, en la base de la Policía Nacional, que
ha dicho a Juan Hernández Alvarado y la alta oficialidad que le sirve,
basta ya de reprimir al pueblo.
Y no es
para menos, la capital está paralizada de noche, con la sublevación en
la Policía Nacional, la gente se ha tomado las calles; en muchas
colonias y barrios hay barricadas y grupos de jóvenes, madres de
familia, hombres de todas las edades y hasta niños, gritan Fuera JOH,
fuera JOH; mientras cantan la tonada más popular de hoy, “JOH, JOH, JOH
es pa’ fuera que vas”.
Por
cuarto día consecutivo “Los Cacerolazos”, petardos, varillas con
pólvora, pitos y gritos contra el dictador, se escuchan en zonas
populares y residenciales en todo el país.
Dos
recorridos que por cosas de labor me tocó hacer, me permitió una primera
vista de cómo el pueblo tomó el control de sus comunidades, no permitió
que infiltrados los tentaran con cometer fechorías.
El
domingo, en el trayecto de la UNAH al Hospital Escuela la movilización
de la Alianza fue enorme, alegre, hermosa. Una marea roja de pueblo se
movilizó pacíficamente en la capital, ciudades y comunidades del
interior del país.
En verdad
que sí puedo dar Gracias a Dios por permitirme ver el despertar de un
pueblo cuya práctica está dando la razón a algo que como hondureño amo y
entiendo.
Que
extraños son los caminos del Señor…que son los mismos caminos que
transita nuestro pueblo; que uno sabe cuándo inicia un proceso social de
cambio, pero no cuando termina; que si bien la resistencia, como
estructura social, fue desmovilizada el sentir y pensar irreverente que
nos legó el golpe de Estado, como expresión del modelo neoliberal
contraria a la refundación nacional de Honduras, nunca se detuvo.
Siempre
ha estado evolucionando y acerca cada vez más su paso de una conducta
conformista e indiferente, a arquitecto, ingeniero, materia y obrero en
la construcción de ese proceso de refundación nacional que
inevitablemente nos conduzca al socialismo hondureño.
Ese
socialismo que no ignora la experiencia de los fracasos de la izquierda
hondureña, del centralismo soviético, de la Revolución Cubana, la
proximidad de las revoluciones y dictaduras en Guatemala, El Salvador,
Nicaragua, como en Honduras. La Caída del Bloque Soviético y la
experiencia socialista de los países nórdicos de Europa.
Que no
desconoce el aporte del presidente Hugo Chávez, la honradez de Pepe
Mujica; y ya en otra esfera más real, el empobrecimiento generalizado de
Honduras; la desolación de la mujer y la niñez víctimas de la sociedad
que el bipartidismo ha construido para su beneficio.
Haremos
el socialismo de cualquier hondureño que ama a su pueblo, que ama su
país. Que valora el arraigo y las características individuales de cada
comunidad, de cada colectividad, sabiendo que estamos en deuda con
ellos, aunque seamos parte de esa misma realidad.
Estoy
feliz porque nuestra juventud tomó el legado de nuestro máximo héroe,
Francisco Morazán Quesada, de luchar por la liberación de la patria que
con tanto pesar dejó un 15 de septiembre de 1842, cuando se cometió su
magnicidio, en San José, Costa Rica.
Hoy veo
en cada rostro de hombre, mujer y niño movilizado en nuestro partido
Libertad y Refundación, el Frente Nacional de Resistencia Popular como
en la Alianza de Oposición Contra la Dictadura, a ese Morazán que
siempre he idealizado en nuestro pueblo, que hoy se muestra hermoso,
digno y valiente.
Cómo no
dar gracias al presidente Manuel Zelaya Rosales, como el catalizador que
supo construir a partir de las aspiraciones de democracia
político-económica y social del pueblo hondureño, ese corte transversal
de nuestra sociedad que hoy vemos movilizada contra el fraude electoral,
la reelección, por ilegal e ilegítima, para que la dictadura neoliberal
no se consolide y termine de destruir a la patria y nuestro pueblo.
http://criterio.hn/2017/12/05/morazan-cabalga-nuevo/
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