Criterio.hn / Noviembre 15,2017.-
Análisis del CESPAD
Tegucigalpa.-
Honduras vive un momento especialmente crítico en el desempeño de su
democracia electoral, cuestionada por sectores importantes de la
ciudadanía y alejada de los estándares internacionales sobre elecciones
auténticas, democráticas y transparentes.
A partir de la ruptura
constitucional del 2009, se han realizado dos comicios electorales (2009
y 2013) que en lugar de contribuir a recuperar la democracia,
restablecer el Estado de derecho y superar las graves violaciones a los
derechos humanos, nos han conducido a una alta concentración de cuotas
de poder en el Poder Ejecutivo y a la instalación de un modelo de
gestión pública autoritario.
A pocos
días de celebrarse las elecciones del 26 de noviembre el Centro de
Estudio para la Democracia (CESPAD), desea compartir las reflexiones
siguientes:
1)
ELECCIONES SIN REGLAS CLARAS NI ACEPTADAS POR TODAS LAS FUERZAS
POLÍTICAS CONTENDIENTES, NO PUEDEN SER AUTÉNTICAS Y DEMOCRÁTICAS Las
buenas prácticas internacionales nos indican que para que se celebren
elecciones auténticas y democráticas deben estar presentes los elementos
siguientes:
- a) Transparencia en todas las fases que implica el proceso electoral.
- b) Una administración electoral que actúa de manera eficaz, imparcial, independiente y responsable.
- c) Un acceso igual a los recursos del Estado para candidatos y partidos políticos.
- d) Un acceso igual a cualquier medio de comunicación estatal o financiado con recursos públicos, así como una cobertura equilibrada para candidatos y partidos políticos.
- e) Electorado informado sobre sus derechos por medio de campañas de educación cívica y electoral y,
- f) La existencia de una atmósfera pacífica, libre de violencia, intimidación o represalias para candidatos y partidos a la hora de hacer campaña y para el electorado a la hora de votar
En
Honduras, a pesar del cuestionamiento de las reglas electorales que
normaron el proceso electoral del 2013, serán las mismas reglas las que
regularán las elecciones del 26 de noviembre próximo. Ningún cambio fue
posible introducir a la normativa electoral, a pesar de los compromisos
adquiridos por los partidos políticos y las propuestas de diversas
instancias ciudadanas. Esto ha evidenciado la imposibilidad, en el
actual contexto hondureño, de la práctica democrática del dialogo y
construcción de acuerdos entre las diversas fuerzas políticas
representadas en el Congreso Nacional. Este continuará siendo uno de los
grandes déficits de la actual democracia-política hondureña.
El
Tribunal Supremo Electoral (TSE), en lugar de ganar credibilidad entre
las fuerzas políticas contendientes y entre la ciudadanía en general, en
la medida que se aproxima el 26 de noviembre, más bien ha incrementado
la desconfianza en su gestión por la evidente falta de independencia y
capacidad de administrar democráticamente el proceso electoral en su
conjunto. Las principales fuerzas de oposición (La Alianza y el Partido
Liberal) se han retirado del Consejo Consultivo del TSE; rechazan la
mecánica de transmisión de resultados y han decidido instalar sus
propios sistemas de conteos, han cuestionado la credibilidad del nuevo
padrón electoral, la falta de transparencia en los traslados
domiciliarios y la manera como se están entregando las tarjetas de
identidad, además, están denunciando la venta de credenciales de los
partidos pequeños a favor del partido oficial y se está cuestionando las
formas en como el TSE está integrando las directivas de las mesas
receptoras de votos (integradas por representantes de los diferente
partidos).
¿A dónde
nos conducen estos graves cuestionamientos del proceso electoral?
¿Cuáles serán sus impactos en los precarios niveles de gobernanza del
país?
2)
AMBIENTE DE MIEDO Y VIOLENCIA NO FAVORECE EL DESARROLLO DE UN PROCESO
ELECTORAL AUTÉNTICAMENTE DEMOCRÁTICO Los procesos electorales
democráticos no son compatibles con un clima de violencia política y de
intimidación a los electores y partidos políticos. Según el Observatorio
de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH)2
, hasta finales de agosto de este año se habían registrado 9 asesinatos
de personas dedicadas a la actividad política, dato muy preocupante, si
consideramos que aún no llegamos al día “D”. El número de asesinatos
hasta ahora registrados, se asemeja a los 10 homicidios reportados en
todo el proceso electoral del 2013. A esto hay que sumarle las acciones
de hostilidad y agresión verbal y física contra caravanas electorales de
los partidos de oposición e incluso, contra los diferentes candidatos
presidenciables.
También,
desde el oficialismo, se considera que los llamados hechos por la
oposición a “defender el voto contra el fraude” son convocatorias a la
violencia que tensionan el proceso electoral. Lo cierto es que en un
escenario marcado por la polarización y desconfianza, los riesgos de la
confrontación física y verbal se tornan inevitables, en especial a
medida que se aproxima el día de las votaciones. Esto crea una atmosfera
de intimidación a los y las electoras en general, colocando en precario
su derecho a ejercer el sufragio en condiciones de libertad.
A este
ambiente hay que sumarle la violencia sufrida por las mujeres que
participan en actividades políticas: agresiones físicas y verbales,
hostigamiento sexual y otras formas aberrantes que limitan sus
facultades a ejercer sus derechos políticos en condiciones de igualdad.
El caso más grave, pero no el único, ha sido la reciente agresión contra
la actual diputada Fátima Mena, con el que quedó evidenciado el
predominio de la cultura patriarcal y la impunidad que otorga el hecho
de ser “machos políticos”. Estos actos de violencia sin sentido,
deberían ser sancionados por una normativa nacional y no solo dejarlos a
la discrecionalidad de las dirigencias de los partidos políticos.
No menos
preocupante es la inevitable militarización que se producirá el 26 de
noviembre en el entorno de las mesas electorales. Al respecto, el
candidato presidencial Luis Zelaya, ha denunciado “la importación de
granadas de humo y lanzagranadas que entraron al país el 21 octubre”3 .
Esta militarización implicará la presencia activa de la Policía Militar
del Orden Público (PMOP), con una trayectoria de violación de los
derechos humanos, tal como ha quedado registrado en numerosos informes
de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y de la Oficina
del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Sin
duda alguna, todos los hechos arriba señalados representan un
significativo retroceso en los logros de la democracia electoral
hondureña alcanzados antes del 2009, momento en el cual se había
superado el estigma de las “elecciones estilo Honduras”.
3) LA
COMPLEJIDAD DE LA ACTUAL CONTIENDA POLÍTICA. MÁS ALLÁ DE LO QUE DICEN
LAS ENCUESTAS. En las elecciones de noviembre del 2013 se produjo una
reconfiguración de las fuerzas políticas electorales, producto de eso el
bipartidismo tradicional perdió fidelidad partidaria. Dos nuevas
fuerzas políticas se posicionaron en el escenario nacional: el Partido
Libertad y Refundación (LIBRE) y el Partido Anticorrupción (PAC). Ambas
fuerzas, de acuerdo a datos del TSE, alcanzaron el 43% del electorado
total. Ciertamente, en los últimos cuatro años de gobierno a esta nueva
oposición le ha faltado coherencia y consecuencia política en torno a un
proyecto por construir un país más justo, incluyente y democrático.
Las
voluntades de un porcentaje no despreciable de los diputados y diputadas
de esta nueva oposición, han sido compradas y puestas al servicio del
proyecto gubernamental. En tales circunstancias, esta oposición ha sido
fragmentada y muy poco se ha diferenciado de la política tradicional.
Por supuesto, esto ha generado frustración y desesperanza en los
sectores que respaldaron con su voto a LIBRE y PAC.
Aun así,
si leemos detenidamente las pocas encuestas que han circulado hasta
finales de octubre, y con las reservas que eso nos genera, constatamos
los hechos siguientes: i) El Partido Nacional no supera el 37% de
simpatía en el electorado; ii) el Partido Liberal apenas llega al 17% de
la intención del voto; iii) La Alianza ronda en un 24% de la simpatía
electoral.
Estos
datos nos dicen que tanto el Partido Nacional como Liberal no logran
superar la simpatía electoral alcanzada el 24 de noviembre de 2013, pero
tampoco la Alianza consigue aún convocar un 20% del electorado que
apoyó sus propuestas en las elecciones pasadas. He aquí una pregunta
obligada: ¿Este electorado se abstendrá de participar en estas
elecciones o se volcará a última hora a favorecer con su voto a la
Alianza de Oposición? Porque lo que nos dicen las encuestas es que ese
electorado no está apoyando ni al Partido Nacional ni al Partido
Liberal.
Lo
anterior obliga a reconocer que estamos ante un proceso electoral
inédito, cuyos resultados inciertos se decidirán hasta el 26 de
noviembre, en medio de una situación polarizada y con potenciales
fuertes de generarse conflictos sociales.
Nota relacionada El proceso electoral es ilegal, pero vestido de legalidad: Andrés Molina
Los
intereses que se juegan son relevantes y marcan el presente y futuro
mediato del país. Las opciones por delante son principalmente dos: la
primera, se profundiza el proyecto extractivista del gran capital
nacional y transnacional en torno a la concesión de los recursos
naturales y la privatización de los servicios públicos. La segunda, se
intenta emprender, con ensayo/error, la reconstrucción del Estado de
derecho con la mirada puesta en transitar hacia la democratización
económica, política y social del país.
4)
NUESTRO LLAMADO A LA DEFENSA DEL VOTO Entre los estándares
internacionales de elecciones auténticas y democráticas figura el
“derecho y la oportunidad de los ciudadanos, sin distinción o
restricción no razonable, a participar en el gobierno y los asuntos
públicos a través de: elecciones periódicas, elecciones auténticas,
sufragio universal, sufragio igual, el derecho a presentarse como
candidato a las elecciones, el derecho al voto, el derecho al secreto
del voto y la libre expresión de la voluntad del votante” .
Es el
acatamiento a la voluntad del votante la que ha estado en el debate
público tanto en las elecciones del 2013 como en las que están por
celebrarse el 26 de noviembre. Es por ello que en estas reflexiones
sobre la coyuntura actual, un aspecto central a asegurarse es la
efectiva participación ciudadana en los asuntos del país, por medio del
respeto del derecho universal al sufragio.
Desde el
CESPAD creemos que en la actual coyuntura hondureña es esencial la
defensa al voto. Esto implica, entre otros factores, la más amplia
afluencia a los centros de votación para ejercer el sufragio y expresar
su simpatía por uno de los partidos en contienda, la auditoría ciudadana
en torno al derecho al voto en el día de las elecciones, la presencia
en los escrutinios de las mesas electorales y el registro de los
resultados finales.
La
participación política es un derecho humano universalmente aceptado y es
uno de los instrumentos que tienen los hombres, las mujeres, los
pueblos indígenas, negros y los sectores que padecen discapacidades para
transformar el mundo en que vivimos. La respuesta a los problemas que
hoy enfrenta el país sólo será posible con la más amplia participación
ciudadana, electoral y no electoral, para avanzar hacia la construcción
de una democracia más incluyente y equitativa.
http://criterio.hn/2017/11/15/la-farsa-electoral-la-crisis-politica-sin-fin/
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