Editorial
¡No todo está dicho!
El
pequeño poder económico y político que colonizó la administración de
Honduras necesita y se alimenta de la enorme dominación imperial a la
que suele servir sin disfraz a través de sus grandes jefes políticos,
patrióticos militares, camarillas empresariales y hombres de fe.
Esta
vez la conducta distante de Washington ha sido ingrata y desinteresada
del régimen Hernández, ninguna invocación desde las esferas de mando
pudo armonizar la prisa de bendecir la reelección con el exterior y la
tardanza del presidente Trump para enviar al nuevo embajador de avenida
La Paz.
Mal
signo para un siervo que lo ficharon de violador de derechos humanos
después que cumplió la orden de atacar Venezuela y, por eso mismo,
humillado en la OEA. ¡Si podés, ganá! Ese es el mensaje, no sé. De todos
modos, el diplomático que vendrá después de Navidad es viejo camarada
de Tegucigalpa, en teoría no tendrá nada que ver con lo que produzca la
lucha del 26 y tejerá sus relaciones consulares con nuevas risas en
educadas y cordiales visitas de acercamiento a la fórmula triunfal.
La
paradoja situación de la Honduras que ve Hernández es que su deseo de
reconocimiento universal a la ilegítima reelección presidencial va
acompañado, a la vez, de una estela de desconfianza en sus propósitos.
Ser dueño absoluto del partido, de la aspiración y voluntad de su
inquieto círculo político, filtra una imagen personal que ya fabricó
muchos anticuerpos, y refuerza posiciones renuentes a seguirlo, hasta en
los golpistas que lo sentaron en la silla que, ahora llenos de odio,
quieren quitarlo, porque en la repartición nunca los contó. Salió muy
caro el lastre eterno del desprestigio sin gozar ninguna cartera ¿o no?
¡Ah, los tontos!
Sin
embargo, a pesar de los temores en el pueblo hondureño, al que lo
preocupa que el actual gobierno autoritario se afirme como dictadura con
más terror social, mayor empobrecimiento, fraudes y haciendo lo que
tenga que hacer, lo cierto en lo hondo, no hay posibilidad de que la
Honduras de Hernández se convierta en una autárquica “Corea del Norte
centroamericana”, pues, por más oligárquico, abusivo, injusto y
neoliberal que sea la administración del Partido Nacional, por encima
está el capital –el núcleo real del poder— que se lucra de nuestro país y
se halla unido al mundo por variados conectores que alimentan islas de
intereses vinculadas entre sí y, en efecto, aunque esos otros capitales
comulgan con las mismas ideas de concentración de la riqueza y
exclusión, no son tan torpes como los multimillonarios y golpistas
hondureños para conducir a sus países al desastre y la división por
décadas y generaciones, donde lo más afectados son sus inversiones y sus
fortunas. ¡Los pueblos se cansan! Y muchos tiranos han muerto
saboreando ese sabor amargo desde Miami.
Honduras
fue en 2009 el laboratorio de Estados Unidos para experimentar golpes
de Estado en el siglo XXI contra mandatos progresistas, pero en 2017 es
centro de estudios para rescatar Estados en coma criminal y
rehabilitarlos a través de métodos técnico científicos como la Misión de
Apoyo Contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (Maccih-OEA).
En
el pasado –hasta Obama— la capacidad disuasiva de la OEA era que el
orden en América Latina estaba condicionado a la dependencia de cada
país con Estados Unidos, empero,el
gobierno Trump juega un papel distinto en Honduras, no se comporta
igual que sus antecesores. Sin ser ingenuos, Estados Unidos libra en lo
interno sus propias contradicciones y amenazas –como la inmigración y
una sociedad embrutecida por la droga—, desde ahí perfila en la
actualidad un punto de vista para sus intereses; por ese cristal analiza
el problema y la salida, entonces, fija quién será el protagonista en
su juego.
http://www.web.ellibertador.hn/index.php/noticias/nacionales/2498-editorial-y-portada-el-libertador-impreso-nov-2017-no-todo-esta-dicho
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