Criterio.hn/ Junio 16,2017
Por: Josué Polanco Matute
Por: Josué Polanco Matute
“No hay peor ciego que el que no quiere ver”
“Una sala gigante repleta de hombres, dos o tres mujeres doblando unos sobres”
Nos
dirigíamos al trabajo. Todo transcurría de forma normal. La máquina de
control marcaba las 8:50 a.m. un 14 de junio de 2017.
La misma música de
siempre que hace que los minutos cobren vida. La monótona mañana nos
mostraba lo habitual: gente marchando al trabajo, carros y fábricas
contaminando por todos lados, niños pidiendo en las calles, mendigos
inaugurando el alba, el sol preparando sus rayos para fulminar el fresco
de la mañana, sicarios por las calles, ladrones yendo a descansar y
otros recién levantándose; el mismo presidente, sus mismas políticas,
sus mismos eslóganes baratos: “Honduras está cambiando”, “Con chamba
vivís mejor”, “Ya no somos el país más violento”, etc. En fin, el
gobierno de la vida mejor.
“Este es el club de los idiotas, donde los idiotas se olvidaron de vos”
El
cansancio se había apoderado de mí ser finito, había caído en los brazos
de Morfeo. Ese día noté que Moisés, en varias ocasiones, había frenado
de golpe, por un motorizado imprudente y un peatón sin cuidado, me
comentó más adelante. Aquellos sucesos eran señales que nos avisaban que
estuviéramos alerta, como si anunciaran que algo iba a acontecer. Con
cada frenazo me despertaba asustado, me movía para observar si seguíamos
vivos, pero mis ojos eran como piedras, el sueño me seducía como las
sirenas a Ulises en la Odisea.
“Son
periodistas, hombres futbolistas, dueños de marcas, hijas de modistas
millonarios que diezman todos los domingos, señoras que besan el anillo
del obispo”
Siempre
nos dirigimos al trabajo por el mismo camino, atajos aprendidos de los
maestros taxistas de la calle. Cuando ya estábamos en San Pedro Sula,
salida vieja a La Lima, percibí como un grito la voz de Moisés.
“¡Mirá Josué!”
No dijo
más. Me levanté de inmediato y, mientras volvía de mi trance, analizaba
aquellas palabras, imaginando lo que podía ser. Noté sobresalto en su
voz, en sus ojos, como película en cámara lenta, se reflejaba todo lo
que había sucedido. Comencé a indagar en busca de información.
“Un muchacho en otra moto dio la vuelta y se fue”, dijo.
Había un
muchacho tirado en el suelo, tendría más o menos unos 26 o 28 años.
Llevaba una camisa negra y una mochila. Pensaba que había chocado con la
otra moto y la otra persona se había fugado. Moisés se detuvo, me bajé
del carro y salí a socorrerlo.
Inmediatamente otra persona también
acudió al hecho y llamó a una ambulancia. Yo regresé al carro corriendo
para traer un poco de líquido vital. En cuestión de segundos un
conglomerado de personas se había hecho presente. Oía que un señor decía
“denle agua”. Yo seguía creyendo que se había accidentado. Cuando me
acerqué a darle un poco de agua, me percaté que tenía unos orificios en
la cara. Luego vi sangre en su rostro y su pecho.
Agonizaba. Jamás podré
olvidar esa imagen. Agonizaba. Se estaba muriendo. Será imposible
olvidar su rostro. Intenté darle agua, pero vi que no reaccionaba.
Seguía pensando que había sido un choque.
Hasta que escuché por mis
espaldas una persona que dijo: “desde la entrada a la colonia lo viene
siguiendo otro hombre en moto y le hizo como 5 disparos”. Volví a ver su
rostro y entendí qué eran los orificios. No se había accidentado, lo
habían asesinado.
Un sudor
helado corrió por mi espalda. Mi mente se quedó en blanco. No pensé que a
tempranas horas iba a presenciar el asesinato de una persona. Miraba
que Moisés estaba de largo, luego se acercó y se percató de lo sucedido.
Morir no es lo que nadie desea. No sé qué habrá hecho, no sé qué debía,
no sé con quién se metió, pero lo que tengo claro es que nadie desea
morirse, nadie quiere abandonar a sus familias. ¿Y la vida mejor?
La
policía llegó a la escena del crimen. En ese momento seguimos con
nuestro camino. Íbamos en silencio, atónitos por lo que había sucedido.
Luego nos dimos cuenta que ese mismo día habían asesinado a dos
abogados, al día siguiente asesinaron a un periodista. No sé qué
noticias mirará el señor presidente, pero afirma que la tasa de
homicidios se ha reducido. Que la vida en Honduras está cambiando, que
se puede salir a las calles tranquilamente sin preocupaciones.
No sé por
qué calles transita, porque por donde yo paso, asesinan gente. Y donde
muchas familias viven matan a personas a diario. En Honduras NO se vive
mejor, en Honduras hay pasajes gratis para una vida mejor. Alejados de
tanta injusticia, donde no hay opresión, donde no hay impunidad, donde
nadie le roba a nadie, nadie mata a nadie, hay paz, hay tranquilidad, en
el cementerio, en el Hades no oprime a nadie.
http://criterio.hn/2017/06/16/hacia-una-vida-mejor/
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