* Rodolfo Pastor Fasquelle
EL LIBERTADOR / 21 Noviembre 2016.
No
sé si Trump se va a reelegir, allá es legal. Aquí solo es impopular,
porque usaron la no reelección para golpear y hoy es secuela del golpe. Y
aunque sus amigo el Gral. Kelly puede llegar a Canciller, la esperanza
de JOH es mantener el control absoluto de su partido y dividida a la
oposición. Y como esa es la contradicción principal… hace bien mi señor
primo Mel Zelaya en concentrarse en ella. La Alianza es el camino y
responsabilidad de todos los opositores (no es de Carlos Flores, que no
es ni de Roberto Micheletti) forjar una alianza sin fisuras para
derrocar a JOH.
Hasta
Micheletti podría arrepentirse, puesto que ya se arrepintió Romeo, su
profeta, aunque sea tarde. Arrepentirse –digo- porque todo lo bueno, lo
malo y lo feo que ha sucedido desde entonces en lo político hondureño
--el colapso económico, la expulsión de Honduras de la comunidad de las
naciones, la dictadura de JOH, la nueva conciencia cívica, la
movilización de resistencia que marcará el resto del siglo XXI, la
represión que se agota-- se deriva del golpe y sus autores no deseaban
ni previeron las buenas ni las malas consecuencias.
Hay
quien no va a entrar nunca en esa alianza. Manchas bravas y pancistas
desorientados. Pero hay suficiente madurez. Y es muy tarde para JOH,
para redimirse ante la historia, no digamos ante el Tribunal Celestial
que le cobrará tantas almas e injusticias. La reelección fue su último y
quizás definitivo error. La hybris. Y el rechazo de JOH será el motivo y
el denominador opositor común. Pero la propuesta no puede ser primero
ni primordialmente negativa.
Porque
el rechazo, la descalificación y el insulto nunca movilizan a la masa,
siempre mas sabia y exigente. Para animar a la ciudadanía en general, la
Alianza tiene que terminar de escoger inteligentemente a candidatos
atractivos y tiene que plantear, mas allá de la no reelección, una
visión positiva de gobierno conjunto, que responda a las necesidades
urgentes de la población, a sus angustias diarias, una política de
seguridad que funcione, una política de inversión publica y privada que
genere oportunidades y empleo suficiente y una reposición de la fe
publica, de la confianza en la capacidad de regeneración de las
instituciones.
La
Alianza debe ofrecer un sentido de futuro y de dignidad. Cada uno de
los aliados pondrá para ese fin sobre la mesa su plataforma mínima.
LIBRE, mi partido, debe proponer el referéndum sobre la constitución.
PAC puede, por su parte, exigir representación en los Tribunales y el
reforzamiento de los mecanismos para combatir la corrupción. Los
liberales disidentes querrán reclamar otras reformas electorales que les
permitan rescatar a su partido secuestrado, de manos de tres bandidos,
el PINU ¡que se yo!… La Alianza debe comprometerse a restaurar las
garantías mínimas, los principios jurídicos abandonados y los derechos
universales.
Los
aliados deben asimismo --a través de su candidata y un elenco de
Designados visibles-- ofrecerle esperanza y cambio real a la gente
común, a mucha de la cual todavía no le importa lo que cree que es mera politiquería.
Cambio sistémico. Justicia y protección de la vida y los bienes de cada
quien. Esperanza y fe. Respeto -mientras tanto- de la población pero
también de la autoridad a la ley y al derecho ajeno. Limpieza por fin de
la Casa de la Justicia y reivindicación de lo público, de recursos
naturales nacionales y de la soberanía. Nadie debe de insistir en una
agenda radical de cualquier ideología que derrote a su propio fin, en
más dictadura. Nadie debe hacer caprichos personales ni demandar
expulsiones que no estén justificadas en actos comprobables.
La Alianza será el comienzo de la reconstrucción también del tejido social. Honduras es hoy casi
un estado fallido. De todos contra todos, bajo la sonrisa complaciente
del dictador feroz. Solo hay que mirar como dice Natalie los titulares
de la prensa. La razón principal por la que no ha colapsado del todo
como Estado NO es la dictadura, si no es que muchos seguimos insistiendo
en trabajar y luchar por nuestras propias familias, por la gente
próxima que nos rodea, por cubrirlos y ampararlos. Eso no basta para ser
Estado Nación que satisfaga las necesidades de sus mayorías, que han
comenzado a entender y a exigir ni menos un Estado que se respete en la
comunidad de las naciones. Solo La Alianza podrá construir una nación
así en la Era de Trump.
* Pensador hondureño.
http://www.web.ellibertador.hn/index.php/avance/1866-analisis-coyuntura-hondurena-en-la-era-trump-y-la-alianza
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