A veces es necesario
recurrir a la Psicología Social para
poder interpretar la personalidad de quienes dirigen nuestras sociedades, por cuanto, la ideología puede quedarse corta
y simple al momento de calificar ciertas conductas, comportamientos que nos
dejan en la boca, el sabor de la desmesura.
Por ejemplo, aunque sabemos
que responden a intereses de clase, en la lucha por el poder, existe a lo mejor
un aditamento más que puede explicar motivaciones y hasta pulsiones de algunos
personajes que dirigen la cosa pública.
Para un analista de
formación materialista es muy fácil
caracterizar ciertos individuos cuya catapulta de pensamiento está respaldada
por la acumulación de capital que posee después de tantos años de ejercer el
latrocinio, el saqueo y la rapiña
pública.
Lo interesante del
seguimiento cronológico de tales individuos es que logramos conocer sus
orígenes sociales y encontramos que antes de llegar a la administración
gubernamental eran personas de pocos recursos económicos, pero en la medida en
que lograron escalar una posición burocrática donde haya un presupuesto jugoso
que exprimir, se convirtieron de la noche a la mañana en potentados, algunos
bajos, otros medios y los demás de gran perfil financiero.
Todo ello fue logrado por
tales sujetos gracias a la asunción de la corrupción como medio de
enriquecimiento ilícito.
Para lograr tales fines,
objetivos y propósitos, debieron escoger un organismo político que les
permitiera lograr sus sueños personales de enriquecimiento y poder a toda costa.
Entonces se ocuparon de aportar
y portar todas las ideas posibles en
derredor del crimen público administrativo, cuyas acciones son muy conocidas en
el ámbito nacional, especialmente los ciudadanos comunes que rechazan y
combaten el delito estatal, gubernamental.
El Psicólogo marxista Erich
From, (1900-1980), alemán, Piscólgo social, y filósofo humanista, autor de “El
miedo a la libertad”, “El arte de amar”, “El corazón del hombre”, “Ética y
Psicoanálisis”, etc. , ha planteado la teoría de la personalidad de la
sociedad, en un intento por definir la naturaleza psicológica social.
Para From existen varios modelos de personalidad en la
sociedad, por una parte existe la orientación receptiva que consiste en que las
personas esperan conseguir lo que necesitan, sin embargo, si no lo obtienen de
forma inmediata, esperan que se les otorgue más temprano o más tarde lo que necesitan. Forman parte de aquella
frase cristiana: Dios proveerá .
Hay también lo que se denomina
la orientación explotadora, misma que consiste en conseguir lo que se desea por
medio de la explotación de los demás. Es muy común esta conducta en las clases
aristócratas y en las oligarquías que no ven otro modo de comportamiento humano
si no a través de la dominación de unos sobre otros.
La orientación de venta está
emparentada con el acto de vender, es decir con el acto de cambiar la mercancía
producida por dinero. Los conceptos de familia, trabajo, escuela, ropa, todo es
un objeto que se puede intercambiar como mercancía para obtener lo que se
desea.
Es una personalidad que
incentiva la transacción como algo natural para obtener el dividendo que
corresponda, en este tipo de conducta los valores morales o éticos no son
indispensables, coinciden con la propuesta de Maquiavelo, el fin justifica los
medios. Una frase cotidiana los describe: son capaces de vender a su propia
madre.
Sin embargo existe una
personalidad que se denomina productiva y es la más sana por cuanto parte de la
responsabilidad y la libertad para construir nuevos senderos.
Contrario a esta orientación
existe otra denominada orientación acaparadora que se caracteriza por
considerar al mundo como una pertenencia, junto con sus objetos y sus
individuos.
Todo lo que quieren y desean,
incluyendo los seres humanos, son objetos de posesión. La clase social que más
se identifica con esta personalidad es la burguesía y las oligarquías
nacionales o transnacionales.
La maldad es una orientación
como también lo es la bondad. En tal sentido, para Fromm existen los biófilos y
los necrófilos. Los biófilos son amantes de la vida, de la construcción de
modelos y utopías en la sociedad tendentes a mejorar la calidad de vida de los
seres humanos.
Los necrófilos son
personalidades que aman la muerte que les sirve de instrumento para satisfacer
sus necesidades de explotación y dominio sobre los demás, a quienes consideran
siempre sub-humanos, o seres que por su animalidad no merecen la pena vivir.
Estos últimos tienen una
pasión por todo aquello que significa muerte, destrucción, podredumbre y
tendencia enfermiza por el sadismo.
Su ideal es transformar lo
vivo en no vivo cuando no coincida con
su pensamiento que pugna por destruir aquello que se convierte en amenaza para
él o para sus principios ya sean ideológicos, religiosos o simplemente no
coincidentes con su visión de mundo.
Dice Fromm que este tipo de
hombres o mujeres, conviven con nosotros y se insertan en las estructuras en
donde puedan poner en práctica sus inclinaciones necrófilas.
Refiere al momento en que un
mercenario norteamericano se enrola en las filas de los “contras” allá en
Nicaragua. El periodista le preguntó por qué se había enlistado en tales
fuerzas paramilitares, él simplemente expresó: Ya sabes, cuando era niño, me
gustaba poner petardos en la parte trasera de pequeños pájaros que había
capturado, me gustaba ver como explotaban.
Fromm establece que debe
existir algún mecanismo genético que les previene de sentir o responder a los
afectos. Deben haber tenido una vida llena de frustraciones que la persona
finalmente pasa inmersa en la rabia.
El mercenario debió haber
tenido una madre necrófila incapaz de generar amor entre los hijos y para los
hijos. Son individuos que están plenamente conscientes de su maldad y la
sostienen como un acto de identidad personal.
La estructura psicológica que tiende hacia la
destrucción de ser humano es la dimensión necrofílica la que utilizan las fuerzas imperiales para
destruir a los pueblos enemigos de su existencia, es el reverso tenebroso de esta fuerza. La
necrofilia surge cuando el hombre se decanta por el egoísmo, y conlleva la soberbia, la codicia, la violencia, el ansia de destruir y el odio a la vida.
Es de destacar el magnífico
estudio que Fromm hizo, en este libro, de la personalidad de Hitler basándose
en esta teoría de la biofilia-necrofilia.
Las fuerzas psicológicas del
egoísmo, la soberbia, la codicia y la violencia en las personalidades políticas explotadoras
producen en la sociedad individuos que
están predispuestos a ensayar la necrofilia como instrumento político para
destruir enemigos ideológicos o políticos.
De acuerdo con la teoría del
El egoísmo psicológico la naturaleza humana afirma que la conducta está
impulsada por motivaciones auto interesadas o ruines, y niega la existencia de
conductas verdaderamente altruistas, esta teoría ha sido defendida en el pasado
por Thomas Hobbes, y en nuestra época por Moritz Schlick y otros.
Pero, en el caso del egoísta
psicológico es que sólo es posible satisfacer nuestro propio ego, nuestros propios
intereses, y no importante el ser colectivo, el ser social.
El egoísmo de clase es convertido en política de Estado, por lo
tanto es necesario odiar a quienes promueve el criterio de la verdad, de la
igualdad y de la justicia. El egoísmo psicológicamente combinado con el poder
político constituye una combinación de enfermiza obsesión que se convierte en
psicopatía social.
Como se puede observar, el
ejercicio de la autoridad por parte del criminal gubernamental, o del
delincuente estatal, se convierte en un
instrumento de represión, capaz de llegar hasta el homicidio, el asesinato o la
masacre, si fuera necesario el caso.
El ciudadano común, provisto
de una honestidad que nace de la conciencia colectiva y genética de la sociedad comunal, combate esta
dimensión psico social de poder político, con acciones que tiendan a desnudar,
y poner en la picota pública los actos delictivos correspondientes a los
funcionarios que ejercen la necrofilia en contra de la comunidad ciudadana
común.
Reclama el ciudadano que se
caracteriza por ser biófilo, es decir amante de la vida constructiva, ante los
organismos que corresponden todas las violaciones
a los derechos humanos, vigentes.
Los biófilos construyen senderos
por donde avanzar hacia la conquista de la igualdad, la fraternidad y la independencia.
Los necrófilos se destacan por cultivar el cinismo, la explotación, la mentira,
la calumnia. Disfraza su conducta con falsos testimonios de generosidad.
Ambos bandos, necrófilos y biófilos,
coexisten, y en el decurso del tiempo unos son preeminentes y otros no, de acuerdo
con la coyuntura de las fuerxas sociales.
A veces es necesario
recurrir a la Psicología Social para
poder interpretar la personalidad de quienes dirigen nuestras sociedades, por cuanto, la ideología puede quedarse corta
y simple al momento de calificar ciertas conductas, comportamientos que nos
dejan en la boca, el sabor de la desmesura.
Por ejemplo, aunque sabemos
que responden a intereses de clase, en la lucha por el poder, existe a lo mejor
un aditamento más que puede explicar motivaciones y hasta pulsiones de algunos
personajes que dirigen la cosa pública.
Para un analista de
formación materialista es muy fácil
caracterizar ciertos individuos cuya catapulta de pensamiento está respaldada
por la acumulación de capital que posee después de tantos años de ejercer el
latrocinio, el saqueo y la rapiña
pública.
Lo interesante del
seguimiento cronológico de tales individuos es que logramos conocer sus
orígenes sociales y encontramos que antes de llegar a la administración
gubernamental eran personas de pocos recursos económicos, pero en la medida en
que lograron escalar una posición burocrática donde haya un presupuesto jugoso
que exprimir, se convirtieron de la noche a la mañana en potentados, algunos
bajos, otros medios y los demás de gran perfil financiero.
Todo ello fue logrado por
tales sujetos gracias a la asunción de la corrupción como medio de
enriquecimiento ilícito.
Para lograr tales fines,
objetivos y propósitos, debieron escoger un organismo político que les
permitiera lograr sus sueños personales de enriquecimiento y poder a toda costa.
Entonces se ocuparon de aportar
y portar todas las ideas posibles en
derredor del crimen público administrativo, cuyas acciones son muy conocidas en
el ámbito nacional, especialmente los ciudadanos comunes que rechazan y
combaten el delito estatal, gubernamental.
El Psicólogo marxista Erich
From, (1900-1980), alemán, Piscólgo social, y filósofo humanista, autor de “El
miedo a la libertad”, “El arte de amar”, “El corazón del hombre”, “Ética y
Psicoanálisis”, etc. , ha planteado la teoría de la personalidad de la
sociedad, en un intento por definir la naturaleza psicológica social.
Para From existen varios modelos de personalidad en la
sociedad, por una parte existe la orientación receptiva que consiste en que las
personas esperan conseguir lo que necesitan, sin embargo, si no lo obtienen de
forma inmediata, esperan que se les otorgue más temprano o más tarde lo que necesitan. Forman parte de aquella
frase cristiana: Dios proveerá .
Hay también lo que se denomina
la orientación explotadora, misma que consiste en conseguir lo que se desea por
medio de la explotación de los demás. Es muy común esta conducta en las clases
aristócratas y en las oligarquías que no ven otro modo de comportamiento humano
si no a través de la dominación de unos sobre otros.
La orientación de venta está
emparentada con el acto de vender, es decir con el acto de cambiar la mercancía
producida por dinero. Los conceptos de familia, trabajo, escuela, ropa, todo es
un objeto que se puede intercambiar como mercancía para obtener lo que se
desea.
Es una personalidad que
incentiva la transacción como algo natural para obtener el dividendo que
corresponda, en este tipo de conducta los valores morales o éticos no son
indispensables, coinciden con la propuesta de Maquiavelo, el fin justifica los
medios. Una frase cotidiana los describe: son capaces de vender a su propia
madre.
Sin embargo existe una
personalidad que se denomina productiva y es la más sana por cuanto parte de la
responsabilidad y la libertad para construir nuevos senderos.
Contrario a esta orientación
existe otra denominada orientación acaparadora que se caracteriza por
considerar al mundo como una pertenencia, junto con sus objetos y sus
individuos.
Todo lo que quieren y desean,
incluyendo los seres humanos, son objetos de posesión. La clase social que más
se identifica con esta personalidad es la burguesía y las oligarquías
nacionales o transnacionales.
La maldad es una orientación
como también lo es la bondad. En tal sentido, para Fromm existen los biófilos y
los necrófilos. Los biófilos son amantes de la vida, de la construcción de
modelos y utopías en la sociedad tendentes a mejorar la calidad de vida de los
seres humanos.
Los necrófilos son
personalidades que aman la muerte que les sirve de instrumento para satisfacer
sus necesidades de explotación y dominio sobre los demás, a quienes consideran
siempre sub-humanos, o seres que por su animalidad no merecen la pena vivir.
Estos últimos tienen una
pasión por todo aquello que significa muerte, destrucción, podredumbre y
tendencia enfermiza por el sadismo.
Su ideal es transformar lo
vivo en no vivo cuando no coincida con
su pensamiento que pugna por destruir aquello que se convierte en amenaza para
él o para sus principios ya sean ideológicos, religiosos o simplemente no
coincidentes con su visión de mundo.
Dice Fromm que este tipo de
hombres o mujeres, conviven con nosotros y se insertan en las estructuras en
donde puedan poner en práctica sus inclinaciones necrófilas.
Refiere al momento en que un
mercenario norteamericano se enrola en las filas de los “contras” allá en
Nicaragua. El periodista le preguntó por qué se había enlistado en tales
fuerzas paramilitares, él simplemente expresó: Ya sabes, cuando era niño, me
gustaba poner petardos en la parte trasera de pequeños pájaros que había
capturado, me gustaba ver como explotaban.
Fromm establece que debe
existir algún mecanismo genético que les previene de sentir o responder a los
afectos. Deben haber tenido una vida llena de frustraciones que la persona
finalmente pasa inmersa en la rabia.
El mercenario debió haber
tenido una madre necrófila incapaz de generar amor entre los hijos y para los
hijos. Son individuos que están plenamente conscientes de su maldad y la
sostienen como un acto de identidad personal.
La estructura psicológica que tiende hacia la
destrucción de ser humano es la dimensión necrofílica la que utilizan las fuerzas imperiales para
destruir a los pueblos enemigos de su existencia, es el reverso tenebroso de esta fuerza. La
necrofilia surge cuando el hombre se decanta por el egoísmo, y conlleva la soberbia, la codicia, la violencia, el ansia de destruir y el odio a la vida.
Es de destacar el magnífico
estudio que Fromm hizo, en este libro, de la personalidad de Hitler basándose
en esta teoría de la biofilia-necrofilia.
Las fuerzas psicológicas del
egoísmo, la soberbia, la codicia y la violencia en las personalidades políticas explotadoras
producen en la sociedad individuos que
están predispuestos a ensayar la necrofilia como instrumento político para
destruir enemigos ideológicos o políticos.
De acuerdo con la teoría del
El egoísmo psicológico la naturaleza humana afirma que la conducta está
impulsada por motivaciones auto interesadas o ruines, y niega la existencia de
conductas verdaderamente altruistas, esta teoría ha sido defendida en el pasado
por Thomas Hobbes, y en nuestra época por Moritz Schlick y otros.
Pero, en el caso del egoísta
psicológico es que sólo es posible satisfacer nuestro propio ego, nuestros propios
intereses, y no importante el ser colectivo, el ser social.
El egoísmo de clase es convertido en política de Estado, por lo
tanto es necesario odiar a quienes promueve el criterio de la verdad, de la
igualdad y de la justicia. El egoísmo psicológicamente combinado con el poder
político constituye una combinación de enfermiza obsesión que se convierte en
psicopatía social.
Como se puede observar, el
ejercicio de la autoridad por parte del criminal gubernamental, o del
delincuente estatal, se convierte en un
instrumento de represión, capaz de llegar hasta el homicidio, el asesinato o la
masacre, si fuera necesario el caso.
El ciudadano común, provisto
de una honestidad que nace de la conciencia colectiva y genética de la sociedad comunal, combate esta
dimensión psico social de poder político, con acciones que tiendan a desnudar,
y poner en la picota pública los actos delictivos correspondientes a los
funcionarios que ejercen la necrofilia en contra de la comunidad ciudadana
común.
Reclama el ciudadano que se
caracteriza por ser biófilo, es decir amante de la vida constructiva, ante los
organismos que corresponden todas las violaciones
a los derechos humanos, vigentes.
Los biófilos construyen senderos
por donde avanzar hacia la conquista de la igualdad, la fraternidad y la independencia.
Los necrófilos se destacan por cultivar el cinismo, la explotación, la mentira,
la calumnia. Disfraza su conducta con falsos testimonios de generosidad.
Ambos bandos, necrófilos y biófilos,
coexisten, y en el decurso del tiempo unos son preeminentes y otros no, de acuerdo
con la coyuntura de las fuerzas sociales.
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