EL LIBERTADOR Dirección / 30 de Octubre 2015
La
nación hondureña estaría de luto si percibiera la brutal dimensión
contenida en el cierre de un medio de comunicación que, como diario
Tiempo, aun siendo una empresa corporativa creada por el poderoso Grupo
Continental, mantuvo cierto gesto informativo durante 45 años que lo
diferenció de cuando en cuando de la inmundicia de la prensa
tradicional, y en momentos trágicos de nuestra historia como el golpe de
Estado en 2009 y la Guerra Fría en la década de 1980, Tiempo
acompañó la indignación y las aspiraciones de patriotismo, soberanía y
desarrollo de la Honduras del pueblo.
Un
medio masivo de comunicación que hace periodismo es aquel que no duda
en ocupar la primera línea de lucha, a cualquier costo, para defender la
Patria, por eso cuando muere por cualquier causa, pierde la población,
porque se trata de un activo de propiedad común, porque ha callado un
patrimonio social, y si eso no importa a la ciudadanía, menos importa a
los que siembran miseria y aborrecen a los pobres.
La
sociedad es responsable de cuidar sus medios de comunicación, si no lo
hace, no merece estar bien informada y debe cargar la condena de la
manipulación que esclaviza la voluntad y de la ignorancia que humilla la
razón, articulada y ejecutada siempre por los grupos del poder real
local y transnacional a través de sus terroristas mediáticos.
En
el periodismo el trabajo por el ser humano es un imperativo, no una
moda; por eso, la ocupación total del tiempo y de la vida de un medio de
comunicación, es la más alta expresión del espíritu evolucionado y del
carácter firme y excepcional, forjado en el incondicional sacrificio y
duro camino que reclama la dinámica de una sala de redacción o un
estudio de radio y de televisión cuando son altares de la verdad.
Periodismo
es llamar los hechos por su nombre, al ladrón ladrón; o se está del
lado de los más sentidos proyectos populares o se sirve al poder
abusivo. Es estar despiertos cuando todos duermen; acercarnos al peligro
cuando todos se alejan; hablar cuando todos temen; estar lejos de la
familia cuando todos comparten fechas especiales, en suma, es asumir la
soledad, sin pedir premios ni esperarlos; es levantarse una mañana
sabiendo que es la última.
Esto
no es una mirada romántica a la liquidación de diario Tiempo y quizá de
Canal 11, es entrever tras bastidores el debilitamiento directo de la
oposición ideológica y política por la elite que busca perpetuar el
control del Estado hondureño ¿no fue acaso Grupo Continental dueño de
esos dos medios y del banco que en el pasado proceso electoral se irguió
como el mayor acreedor del partido Libre? que, en efecto, encarna la
única amenaza real y el enemigo a vencer en la disputa de la silla
presidencial ante los grupos fácticos locales subyugados a los intereses
económicos, militares y geopolíticos de Estados Unidos.
Diario
Tiempo fue la excepción a la norma dentro de la prensa tradicional,
durante el golpe de Estado, en 2009 el fundador de Grupo Continental,
Jaime Rosenthal, publicó su postura frente al crimen constitucional bajo
este título: “Yo no soy golpista”. Todo eso suma a la hora de cobrar la
cuenta para un imperio que entre sus monopolios asume la exclusividad
del orgullo nacional y la aplicación de la ley.
Si
la liquidación forzosa y aseguramiento de Grupo Continental fuera un
problema suyo y de Estados Unidos, entonces jamás hubo miles de
hondureños trabajando para empresas de la familia Rosenthal, y tampoco
los capitales generados por sus operaciones se cuantificaron como 20 mil
millones de lempiras aportados cada año a la producción total de la
economía hondureña. Sólo un ignorante puede creer que la liquidación de
Continental no es asunto que incumbe a Honduras.
En
cualquier lugar del planeta, cerrar un medio de comunicación se
entiende como involución de derechos ciudadanos, y no admite gestos
repletos de pretextos, es y será siempre un ataque a la libertad de
ideas, porque en la diversidad ideológica se sustenta la evolución del
Estado moderno, al contrario, se entiende como dictadura de Estado.
No
tiene excusa el Gobierno de Honduras al haber aplicado a raja tabla la
confiscatoria norteamericana “Ley Kingpin” que ha exterminado también a
diario Tiempo. ¿Dónde está la capacidad soberana del Estado para
proteger los intereses de su población? Si el Gobierno no quiere o no
puede aplicar el ordenamiento jurídico a nuestro favor como lo hace el
de Estados Unidos hasta mas allá de sus fronteras, entonces Honduras no
es Estado, es una horda: humanos y territorio, simple definición, desde
la Ciencia Política somos una reserva salvaje.
Como
pueblo, sólo nos queda actuar hoy para evitar el colapso de propuestas
alternativas como periódico EL LIBERTADOR, el único medio escrito con
función social que sobrevivió en los últimos 50 años; por eso deberíamos
guardar agradecimiento a Jaime Rosenthal que, aun siendo un burgués
neoliberal, permitió que diario Tiempo acompañará a nuestro pueblo en
esos momentos nefastos, sobre todo en este país, inundado por un océano
de mercenarios que a diario hace fila para la deyección cerebral sobre
la vergüenza y desarrollo nacional.
Es
imposible que un país acceda a la democracia sin la participación de
todos los sectores de la nación, y el horizonte no es alentador para
Honduras, ahora quedan únicamente cuatro medios escritos, uno
alternativo, EL LIBERTADOR diario digital e impreso mensual y tres
tradicionales digitales e impresos El Heraldo, La Prensa y La Tribuna, y
de los tres, los primeros dos, son propiedad del Grupo Opsa de la
familia Canahuati Larach, el mayor obstáculo para la democracia en
Honduras, según el exembajador de Estados Unidos, Hugo Llorens.
Como
cualquiera suele creerse periodista sin poder siquiera balbucear los
límites entre la interpretación y la opinión, no extraña que haya
quienes no se sobresalten por la caída de Tiempo, es más, de toda la
estructura mediática tradicional y alternativa, algo comprensible, el
bruto goza de ciertas licencias, hasta creer que su palabra es dogma.
Así
el político afirma que lo importante es tomar el control del Estado,
desconociendo que el capital con mayores medios de comunicación en el
siglo XXI ya no sólo evita que una fuerza llegue al Gobierno, sino que
la bota cuando se le antoja un riesgo, en particular en regiones como
Honduras, donde el hambre, el fanatismo y la ignorancia no son casuales,
son estrategias de dominación para preservar el poder real. La muerte
de un periódico como Tiempo ataca y daña a la nación.
http://www.web.ellibertador.hn/index.php/avance/687-cuando-muere-un-periodico-carta-del-director-de-el-libertador
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