1 de julio de 2015 - 10:07
El 1 de julio de 2015, el presidente de los
Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, General de
Ejército Raúl Castro Ruz y el presidente de los Estados Unidos de
América, Barack Obama intercambiaron cartas mediante las cuales
confirmaron la decisión de restablecer relaciones diplomáticas entre los
dos países y abrir misiones diplomáticas permanentes en las respectivas
capitales, a partir del 20 de julio de 2015.
Ese
mismo día, se realizará la ceremonia oficial de apertura de la Embajada
de Cuba en Washington, en presencia de una delegación cubana presidida
por el ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla e
integrada por destacados representantes de la sociedad cubana.
Al
formalizar este paso, Cuba y los Estados Unidos ratificaron la
intención de desarrollar relaciones respetuosas y de cooperación entre
ambos pueblos y gobiernos, basadas en los principios y propósitos
consagrados en la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho
Internacional, en particular, las Convenciones de Viena sobre Relaciones
Diplomáticas y Consulares.
El Gobierno
de Cuba ha tomado la decisión de restablecer las relaciones diplomáticas
con los Estados Unidos en pleno ejercicio de su soberanía,
invariablemente comprometido con sus ideales de independencia y justicia
social, y de solidaridad con las causas justas del mundo, y en
reafirmación de cada uno de los principios por los que nuestro pueblo ha
derramado su sangre y corrido todos los riesgos, encabezado por el
Líder histórico de la Revolución Fidel Castro Ruz.
Con
el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y la apertura de
embajadas, concluye la primera etapa de lo que será un largo y complejo
proceso hacia la normalización de los vínculos bilaterales, como parte
del cual habrá que solucionar un grupo de asuntos derivados de políticas
del pasado, aún vigentes, que afectan al pueblo y a la nación cubana.
No
podrá haber relaciones normales entre Cuba y los Estados Unidos
mientras se mantenga el bloqueo económico, comercial y financiero que se
aplica con todo rigor, provoca daños y carencias al pueblo cubano, es
el obstáculo principal al desarrollo de nuestra economía, constituye una
violación del Derecho Internacional y afecta los intereses de todos los
países, incluyendo los de los Estados Unidos.
Para
alcanzar la normalización será indispensable también que se devuelva el
territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval en Guantánamo, cesen
las transmisiones radiales y televisivas hacia Cuba que son violatorias
de las normas internacionales y lesivas a nuestra soberanía, se eliminen
los programas dirigidos a promover la subversión y la desestabilización
internas, y se compense al pueblo cubano por los daños humanos y
económicos provocados por las políticas de los Estados Unidos.
Al
recordar los temas pendientes de solución entre los dos países, el
gobierno cubano reconoce las decisiones adoptadas hasta el momento por
el presidente Obama, de excluir a Cuba de la lista de Estados
patrocinadores del terrorismo internacional, de instar al Congreso de su
país a levantar el bloqueo y de comenzar a adoptar medidas para
modificar la aplicación de aspectos de esta política en uso de sus
prerrogativas ejecutivas.
Como parte del
proceso hacia la normalización de las relaciones, a su vez, habrá que
construir las bases de unos vínculos que no han existido entre nuestros
países en toda su historia, en particular, desde la intervención militar
de los Estados Unidos, hace 117 años, en la guerra de independencia que
Cuba libró por cerca de tres décadas contra el colonialismo español.
Estas
relaciones deberán cimentarse en el respeto absoluto a nuestra
independencia y soberanía; el derecho inalienable de todo Estado a
elegir el sistema político, económico, social y cultural, sin injerencia
de ninguna forma; y la igualdad soberana y la reciprocidad, que
constituyen principios irrenunciables del Derecho Internacional.
El
Gobierno de Cuba reitera la disposición a mantener un diálogo
respetuoso con el Gobierno de los Estados Unidos y a desarrollar
relaciones de convivencia civilizada, basadas en el respeto a las
diferencias entre ambos gobiernos y en la cooperación en temas de
beneficio mutuo.
Cuba continuará
enfrascada en el proceso de actualización de su modelo económico y
social, para construir un socialismo próspero y sostenible, avanzar en
el desarrollo del país y consolidar los logros de la Revolución.
La Habana, 1 de julio de 2015
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