miércoles, 2 de julio de 2014

Honduras: Sobre mordidas Nuestra Palabra de hoy, Miércoles, 02 de Julio de 2014.

Entre las muchas anécdotas del mundial ha impactado la mordida que le dio el jugador uruguayo a su contendiente italiano. De igual manera, fue sorprendente la rapidez con que la FIFA enjuició y condenó dicha acción que, ciertamente, nada tiene que ver con la competencia deportiva.

La mordida del jugador uruguayo nos hace recordar muchas otras mordidas, comenzando con el fútbol, y con los altos directivos de la FIFA. Grandes mordiscos hasta arrancar trozos de humanidad le dan a los países y selecciones, con sus prácticas corruptas y sin embargo, ninguna sanción ni juicio posible para ellos.
Las mordidas las tenemos en Honduras. Décadas atrás Don Miguel Facussé Barjum le pegó una enorme tarascada al Estado hondureño a través de la Corporación Nacional de Inversiones, CONADI, con cuya fortuna después ha hecho negocios, siempre sucios y siempre usando el Estado. Sin embargo, nadie, ni por asomo lo ha procesado ni menos sancionado como sí se actuó con diligencia para acusar a los campesinos por querer meter un colmillo que no tienen en las tierras de Facussé o alguno de sus compinches.

En los tiempos más recientes, altos directivos y funcionarios del Seguro Social han pegado grandes mordidas hasta arrancar la vida de decenas de miles de pacientes y contribuyentes, quedándose con tajones de carne que bien suman varios millones de lempiras. Sin embargo, ninguno de ellos ha sido enjuiciado o sancionado.

Un reducido grupo de personas, corporaciones y militares mordió de una tarascada nacional al Estado de Honduras con un golpe de Estado, y a lo que unos se quedaron llamando “la crisis del 28 de junio” o peor todavía “la sucesión constitucional”. Lo que pudo ocurrir si no se hubiese dado el golpe nadie lo sabe; lo que ha ocurrido en estos cinco años después del golpe todos lo sabemos, y la inmensa mayoría lo sufrimos. Sin embargo, esa mordida ha quedado impune, y los mordelones andan tranquilos y metiendo sus colmillos en armas, militares, minerías, ciudades modelos y otras mordeduras.

Por suerte el jugador uruguayo ha sido severamente castigado, y todo el mundo alaba el castigo y reprocha la actitud de quien en lugar de dignificar al fútbol lo convierte en una práctica canina. Sin embargo, a los que muerden, arrancan el pellejo y la carne de los pobres y meten el colmillo a la soberanía nacional, nadie hasta ahora los ha sancionado ni los ha llamado perros. Seguramente porque muerden como los perros, pero nunca dejan de ser élites humanas privilegiadas.
         
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