Centros educativos de nivel básico con más de 50 años de funcionar en la ciudad están en calamidad por la falta de apoyo en infraestructura de las autoridades
Los padres de familia y maestros de
estos centros apelan a la buena voluntad de los sampedranos que han sido
formados en centros oficiales o de cualquier sector, para que apoyen a
mejorar las condiciones de la calidad educativa de los menores que se
merecen algo mejor.
Cientos de niños de 122 centros educativos públicos en San Pedro Sula
regresan con ilusión mañana a clases; sin embargo, el entusiasmo de la
mayoría se desvanecerá al encontrar las instalaciones de su escuela en
iguales o peores condiciones que cuando salieron de vacaciones en
noviembre del año pasado.
La realidad es que faltan pupitres, los
techos están dañados, las pizarras están obsoletas, las ventanas de
madera destruidas por la polilla y sus sanitarios arruinados por la
antigüedad. 
La crisis en infraestructura no
solamente ha golpeado a los colegios públicos de la ciudad, también y en
mayor grado a las escuelas y centros básicos que abrirán sus portones
mañana a pesar de las grandes limitaciones con las que cuentan. 
El mal se ha ensañado en los últimos
meses con la mayoría de centros emblemáticos de la ciudad que a pesar de
que sus autoridades buscan apoyo, no logran obtener ayuda concreta.
Tal es el caso de escuelas con más de 50
años de ofrecer educación en la capital industrial, como la Miguel Paz
Barahona, Dionisio de Herrera, Ramón Rosa, Lila Luz de Maradiaga y José
Trinidad Cabañas, entre otras.
Otro grupo de instituciones como la
Presentación Centeno, José Castro López, República de Cuba y Luis Landa
recibieron apoyo de la Municipalidad sampedrana.
Situación
La heroica colaboración de los padres
de familia, en su mayoría de escasos recursos, ha permitido que estas
escuelas aún sigan en marcha.
“Los padres de familia venden y hacen
actividades para mejorar los pisos y la ventilación de las, aulas pero
no pueden más. Los servicios sanitarios casi siempre están
congestionados y con mal olor; el año pasado, los niños estuvieron a
punto de enfermarse por esa razón”, dijo Camila Benítez, subdirectora de
la escuela José Trinidad Reyes del barrio Barandillas. 
El caso del centro básico Dionisio de
Herrera de Río Blanco es peor aún. Este año, la matrícula se ha
incrementado y no cuentan con maestros ni espacios suficientes para
atender a los alumnos.
La mayoría de padres que inscriben a sus
hijos en esta escuela viven en precarias condiciones y en su mayoría
sacrifican a uno de sus hijos para mandar a otro a estudiar.
“La situación en esta zona es triste, la
mayoría de niños viven en los bordos del río Bermejo y zonas aledañas.
El techo de la escuela está por caerse, los pupitres no nos ajustan,
queremos construir una nueva aula con los padres, pero no tenemos
recursos suficientes, el nuevo alcalde se comprometió a ayudarnos”, dijo
Rafael Vicente, director del centro.
En la escuela Ramón Rosa, que funciona
hace 112 años, les piden a las autoridades departamentales que les
permitan funcionar como centro de educación básica para que su matrícula
no disminuya y puedan educar a otros menores cuyos padres no los
continúan apoyando por falta de recursos.
La escuela Paz Barahona requiere de
pupitres, nuevas ventanas y techos para poder comenzar las clases. “Hay
árboles gigantes alrededor de las aulas que amenazan con caer encima y
ya tenemos el permiso municipal, pero nadie ha venido a cortarlos”,
comentó su director, Rigoberto Reyes.
Marlon Escoto, ministro de Educación, asegura que ya
existen proyectos de infraestructura en marcha para mejorar estos
centros, pero “es un proceso”.
“Debemos ir aplicando las reformas
mientras se mejora la infraestructura. Las escuelas con mayor necesidad
serán las primeras en ser atendidas.
Ya tenemos el plan maestro de infraestructura y sabemos bien cuáles son y qué necesitan”, comentó Escoto.
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