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Foto 1.-Moises Landaverde durante presentación de teatro en una asamblea del Sindicato de la Medicina, Sitramedhys |
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Miguel A.Pavón /Honduras Laboral |
Un vehículo con vidrios polarizados se estaciona por un rato, en frente de la casa de los padres de Miguel; luego, cuando Miguel sale para las oficinas del PINU-SD este vehículo le da seguimiento.
Lo mismo le había sucedido a comienzo de año cuando viaja a la aldea de Cacahutare. Un vehículo doble cabina color blanco lo sigue hasta el municipio de Pespire, Choluteca, a 6 Km. de dicha aldea, habiéndose atrevido a preguntar por el en un local comercial ubicado frente al parque central de dicho municipio. Al darse cuenta de esto, el tío Miguel Ángel Salazar, a quien visitaba en la aldea, dispuso acompañarlo en su viaje hasta Tegucigalpa.
Esa misma mañana Constantino Pavón (hermano menor) pasa por la oficina para coordinar un trabajo familiar y acordar la hora que se encontrarían por la tarde. Sin embargo, Constantino no llega a la cita porque tiene inconvenientes con su carro. En la tarde comienza a lloviznar, Miguel Ángel recoge a su amigo Moisés Landaverde para ir a inscribir en una plaza de maestra, a Sandra (hija de Miguel Ángel), actividad que realizaron en poco tiempo. Aproximadamente a las 6:30 P.M lo pasa a dejar a su casa en la Colonia Villa Florencia. Mientras conversan en el interior del vehículo, el motor está en marcha y los faroles encendidos. De pronto, una motocicleta en la que se conducen dos hombres, se detiene en la esquina de la primera calle y primera avenida de dicha Colonia. Uno de ellos se encamina hacia el auto marca Peugeot color beige, llega hasta la ventanilla delantera izquierda del carro y le dispara a Miguel Ángel a una distancia muy corta. Uno de los disparos atraviesa el cuello de Miguel Ángel y entra en el tórax de Moisés, bala que le causa la muerte. A Miguel Ángel le dan dos tiros más en la cabeza, según el dictamen forense.
Meses antes de morir, como presintiendo su muerte, hace saber a sus familiares que sí le pasaba algo, los culpables serían la policía militarizaba del país, la cual tenía asesoría de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y de gobiernos represivos de América del Sur, al tiempo que les daba algunas instrucciones como proceder para protegerse.
El mismo vehículo que estuvo estacionado por la mañana en la casa de los padres de Miguel Ángel, es visto en las inmediaciones del lugar donde velan sus restos. Ese mismo día enfrente de la iglesia cuando salen algunos familiares ven que por la ventana del carro sobresale la punta de una arma.
El 15 de enero de 1988, Héctor Orlando Vásquez, ex-agente del G2 infiltrado en el CODEH, con quien Miguel Ángel tenía bastante confianza, llega a la casa de sus padres, junto a un joven norteamericano, Peter Shielke. Éste, usa una grabadora para preguntar a los padres y al hermano de Miguel, si creen que Miguel era un comunista. Peter Shielke manifestó que el trabajaba para medios de radio en NY. y que tenía como conocidos algunos senadores de su país, por lo cual intentaría interceder, pues Miguel no merecía morir de esa manera.
Un gran padre y esposo
Mientras no estuvo involucrado en actividades gremiales y políticas, fue un padre hogareño, trabajador, cariñoso. Hizo todo lo posible por educar a todos sus hijos y formarlos en profesiones sociales y técnicas.
Se bautizó y fue líder en la “Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días” por más de 10 años. Fueron quizás las enseñanzas de Jesucristo y su filosofía las que influyeron en sus actitudes, pensamientos y acciones en su vida adulta, pues siempre pensaba en el bien común, la armonía, la convivencia y el entendimiento entre todos los seres humanos.
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Foto 2.-Acto de recuerdo de asesinato de los 2 martires en San Pedro Sula |
En diciembre de 1988 un ex(miembro del Escuadrón 3)16, el señor Fausto Reyes Caballero, dio declaraciones a la periodista Julia Preston del Washington Post, indicando como autores materiales del hecho a los militares teniente de Policía Nacional, Mario Asdrúbal Quiñónez y Sargento Jaime Rosales. El señor Reyes Caballero especificó que el conductor de la motocicleta era Jaime Rosales y el ejecutor del crimen el teniente Mario Quiñónez. Tal afirmación fue hecha posteriormente a la Dra. Anne Manuel de Américas Watch.
Según los informes, el Juzgado Tercero de Letras de lo Criminal de San Pedro Sula, el 20 de abril de 1998, cursa órdenes de arresto contra el Teniente Mario Asdrúbal Quiñónez y el sargento Jaime Rosales. El primero de ellos, en el momento de dictarse la orden de arresto, es segundo Oficial al mando de la Fuerza de Seguridad Pública en La Ceiba, Atlántida.
En el 2007 en San Pedro Sula, un ex miembro del desaparecido Batallón 3-16 identificado como Jaime Ramírez Raudales fue capturado por la Dirección General de Investigación Criminal (DGIC) del barrio El Centro, donde descubrieron que tenía orden de captura por la muerte de los dirigentes populares Miguel Ángel y Moisés Landaverde. Confiado se presentó porque había obtenido libertad mediante un recurso de “Habeas Corpus”. La primera orden de aprehensión sobre Ramírez Raudales, se emitió en junio de 2002, por lo que, se detuvo el 4 de marzo de 2003 en Miami, Florida, donde se encontraba viviendo ilegalmente. En abril de 2006, fue absuelto por la jueza Linda Patricia Reyes, pero como el caso era conocido con el Código Penal antiguo, siguió en la cárcel, mientras no estuviera firme la sentencia.
Ante la absolución, la Fiscalía de los Derechos Humanos del Ministerio Público (MP) presentó un Recurso de Apelación, alegando que había suficientes elementos de prueba como responsable del doble crimen, en el que se involucró al Oficial Asdrúbal Quiñónez, que también fue absuelto y quien falleció trágicamente, cuando la patrulla en la que se conducía se cayó con todo y puente en La Ceiba, Atlántida, con el paso del Huracán “Mitch”.
Cuando en mayo de 2007, la Corte de Apelaciones decide dar respuesta a la petición de la Fiscalía de los Derechos Humanos, revoca la resolución emitida por Reyes y lo condena a 20 años de prisión. Según en vocero del MP para la zona noroccidental, Elvis Guzmán, al detenido, no le queda ningún otro recurso por agotar y tendrá que cumplir los 20 años de reclusión, en la cárcel que determine el juez que conoce la causa.
Autor: B-Ocón
Miércoles, 14 de enero 2009
Fuente: Constantino Pavón, hermano de Miguel Angel Pavón
Foto 1: Moises durante presentación de teatro en una asamblea del Sindicato de la Medicina, Sitramedhys
Foto 2: Conmemoración del asesinato de Moisés Landaverde y Miguel Angel Pavón. Frente a la municipalidad de San Pedro Sula el 14 de enero de 1994.
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Foto: Honduras Laboral |
Un
día, como hoy, 14 de enero, a esta misma hora, seis de la tarde de
1988, dos gatilleros e igual número de cómplises, de los organos de
seguridad del Estado (dígase 3 dieciséis) mataron a Moisés Landaverde y a
Miguel Ángel Pavón. Aún viven impunes e inmunes tales asesinos y los
autores intelectuales. Quien escribe era compañero de trabajo y hermano
de lucha de Moisés. Por eso sólo escribo desde el ángulo de haber
conocido muy bien a Moisés, por lo que pido disculpas al no poder
referirme con la misma propiedad acerca del respetado compañero Miguel
Ángel (en memoria de ambos patriotas, mártires de la resistencia del
pueblo hondureño, publico este escrito). ¡Ni olvido, ni perdón!
Armando García
Primo Moisa:
Moisés Landaverde
Armando García
Primo
Moisa: jamás nos hemos acostumbrado a tu ausencia. Nos hacés falta como
el agua de mayo. Tenemos la impresión, será el maldito espejismo y sus
bromas, de encontrarte a la vuelta de la esquina. Te hemos visto andar
en los sitios concurridos. Tu sonrisa es cotidiana en cualquier parte.
Eres el mismo de siempre en la cuadrícula artística de tu camisa
pestañando fraternal colorido en la amplitud de la calle.
Nuestros
hijos indagan por vos, por su tío Moisa. Les describimos a pulso tu
memoria y tu ejemplo. De la mar de tu humanismo. Del mar de tu humanismo
en el filo de tu tiempo. Señalamos la levadura de tu sal y de tu pan.
Les decimos del histrionismo de tu músculo vital y tu indignado verbo
restallando ante el malvado y el injusto.
Los
desavisados interrogan si fuimos amigos, les digo que no, que hermanos.
Quieren saber de ti. No conocen que descifrabas el silbo de las flores y
el encabritado color de los sonidos. Del valor acrisolado de tu pluma
en el surco del aire y de la tinta fértil en la geografía del papel. Les
digo que tu palabra era testigo de calidad, tu arma de fuego cortante,
en el juicio de la historia.
Cada
mes nos estruja tu partida. Nos duele aún más en la larga noche de
enero. Nos angustia la espera de tu visita. No te hagás el remolón,
volvé, hermano. Mirá, fijate que los espacios del hogar rezuman todavía
tu diáfana pupila y el desparpajo sin igual de tu sonrisa. Aún está
esperándote en la mesa, primo Moisa, el plato diario del convite.
Queremos invitarte a lo de siempre: al pan fraterno y duro,
a la olla caliente, a la férrea tortilla. No queremos dejarte sin tu
sorbo de tinto de altura. No queremos apurar los bocados sin tu
compañía. No queremos la sala sin tu voz, sin tu amor dinámico y
sensitivo. ¿Por qué? Porque no podemos y no queremos desprendernos de tu
ejemplar presencia de modestia y sencillez.
Post
Data: aparte de todo esto, primo Moisa, queremos contarte muchas cosas.
Aquí, entre nos, te digo vos, fijate lo que es la vida y sus asuntos:
los que una vez pensaron matarte han comenzado a pagar su maldad, la
naturaleza y Dios con su divina sabiduría y agualotal se ha encargado de
juzgarlos y ahogarles sus picardías. No, ¡qué va!, no ha habido para
ellos olvido ni perdón. Los otros, los que alguna
vez se llamaron gremialistas, fraternos y hasta mentores y que en más
de alguna oportunidad quisieron acallar tu voz, ahora en la edad madura,
andan tirados en los brazos del tradicionalismo –vos los vieras– con
los principios chamuscados, botados en un nivel un poco más allá, cuasi
abajo del mismito lodo. Dirán que son los tiempos y aquello de don
Nicolás Maquiavelo de que el hombre es producto de su circunstancia,
pero no: es ni más ni menos pérdida de la vergüenza y más que eso: de
los principios.
Por
último te cuento de los muchachos, de nuestros hijos: pues mirá, ya
estamos pintando canas, compadre. Los chiquitines que vos dejaste, están
garrudos, se enojan ya que se les llame niños o
niñas. Los tuyos, Pablo y Danahe y los de tus cuñados; los del indio
Jota Jota Reyes; los de los dos Juanrra; los de Ana y los de tu comaye
Marta están en la universidad. Otros están en el colegio. Mira que dato,
bróder del alma y del asma: Fanny y ña Helen ya son abuelas. Y mi Fina
Mujer y yo ya comenzamos a pensar seriamente en
una treintaiocho espantanovios porque tu sobrina es toda una señorita.
No te vayas a sentir vanidoso, primo Moisa, pero es la verdad, los
estamos formando en los principios de tus mejores ideales y en tu
inmarcesible ejemplo. ¡Hasta pronto, hermano!
Florencia
7 de Enero de 2002
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Sí, hace 25 años asesinaron al Primo Moisa co-fundador del Teatro Taller Tegucigalpa, imposible olvidarlo, imposible perdonarlos.
Mario Jaén
Presidente COMHTE
Asociación Cultural Teatro Taller Tegucigalpa
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Foto: Homenaje Honduras Laboral |
Gustavo Zelaya
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