Publicado el 17/9/12 • en el tema EL MUNDO EN CRISIS / Contrainjerencia
RNV – Según Naciones Unidas, un 20 por ciento de la población mundial, el equivalente a 1.320 millones de personas, concentra en sus manos el 82 por ciento de la riqueza en el mundo. Mientras, los más pobres, unos mil millones de personas, sobreviven con apenas el 1,4 por ciento de la riqueza mundial.
Los economistas neoliberales toman el PIB (Producto Interior Bruto) como indicador de la riqueza de una economía. Bajo su lógica, cuanto mayor sea el PIB, mayor es el crecimiento de un país.
Pero un país crece cuando su economía total se engrosa con más cifras. Lo que no significa que cumplió su cometido, o sea que imprimió más calidad de vida y de felicidad a su población.
El crecimiento tiene que ver con la producción agropecuaria, industrial y la expansión de la red de servicios. Desarrollo implica escolaridad, salud, saneamiento, vivienda, cultura y preservación del medio ambiente.
Alegrarnos por el crecimiento del PIB no significa que el país vaya en la dirección correcta. Vea por ejemplo la China, cuyo PIB es el que más crece en el mundo. Ni por eso nos causa envidia la calidad de vida de su población. Si el despalamiento de la Amazonía —pelada ahora en un 17 por ciento de su área total— aumenta, más se introducirán allí el agronegocio y rebaños inmensos, lo que haría crecer el PIB, así como reducir el equilibrio ambiental y nuestra calidad de vida.
El problema número uno del mundo no es económico, es ético. Perdimos la visión del bien común, de pueblo, de nación, de civilización. El capitalismo nos ha infundido la noción perversa de que la acumulación de riqueza es un derecho y que el consumo de lo superfluo es una necesidad.
Compare estos datos: según la ONU, para facilitar la educación básica a todos los niños del mundo sería preciso invertir, hoy, 6.000 millones de dólares. Y solo en los EEUU gastan cada año en cosméticos 8.000 millones.
El agua y el alcantarillado básico de toda la población mundial quedarían garantizados con una inversión de 9.000 millones de dólares. El consumo de helados por año en Europa representa el desembolso de 11.000 millones de dólares.
Habría salud elemental y buena nutrición de los niños de los países en desarrollo si se invirtieran 13.000 millones de dólares. Pero en EEUU y Europa se gastan cada año en alimentos para perros y gatos 17.000 millones; 50.000 millones en tabaco en Europa; 105.000 millones en bebidas alcohólicas en Europa; 400.000 millones en estupefacientes en todo el mundo; y más de un millón de millones en armas y equipamientos bélicos en el mundo.
El mundo y la crisis que le afecta sí tienen solución. Siempre que los países fueran gobernados por políticos centrados en otros paradigmas que huyan del casino global de la acumulación privada y de la incontenible espiral del lucro. Paradigmas altruistas, centrados en la distribución de la riqueza, en la preservación ambiental y en el compartimiento de los bienes de la Tierra y de los frutos del trabajo humano.
Ponga mucha atención a los candidatos que este año merecerán su voto para alcaldes y concejales. Investigue su pasado para saber con quién se va a comprometer de hecho.
Ah, ¿que a usted no le gusta la política? No sea ingenuo: quien se aparta de la política será gobernado por aquellos a quienes sí les gusta. Precisamente lo que los políticos corruptos desean es que la omisión de usted asegure la perpetuación de ellos en el poder.
Nota: el subrayado es nuestro.
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El neoliberalismo canadiense en su apogeo
Mario R. Fernández (especial para ARGENPRESS.info)
No
me malentiendan que en Canadá también algunos celebramos el Primero de
Mayo, la fecha histórica de los trabajadores, lo celebramos como todo el
mundo y con el resto del mundo -aquí se llama May-Day-, pero quienes
salimos a celebrarlo somos quienes nos identificamos con la izquierda y
con la historia de luchas de los trabajadores. Para Canadá, Estados
Unidos, Australia y Nueva Zelanda, y quizás para otros, el Primero de
Mayo vendría a ser algo así como una “celebración comunista.” Pero como
la apatía es reina y señora en este territorio, y cualquier feriado no
es más que un día más para salir a consumir, imagino que para la mayoría
de los canadienses todo el dilema de cómo y cuándo celebrar el DIA DE
LOS TRABAJADORES es invisible. De todas formas, la realidad económica
encuentra la manera de llamar a la puerta. Entonces, ese Canadá que de
lejos pareciera ser la excepción por no ser afectado por las
contradicciones y crisis que vive el mundo, se ve de cerca como no
excepcional y afectado.
En
verano pareciera que la política (o politiquería) canadiense se calma y
entonces la Falsimedia gira su foco y se dedica a prestarle atención a
otros asuntos, se habla por ejemplo de la “decepción del asunto Siria”
-que se traduce en que Canadá que se ha estado preparando para
participar en un ataque aéreo a ese país y en una carnicería humana más,
como la de Libia donde Canadá fue responsable del 10 por ciento de las
incursiones y bombardeos a pueblos y ciudades del país o la de
Yugoslavia, siente que lo ha hecho en vano. O el otro tema de la
Falsimedia canadiense, la creciente parodia politiquera de los Estados
Unidos, donde republicanos y demócratas se prestas a jugar como si
fueran los antiguos griegos pero con argumentos totalmente surreales. Y
mientras ruge el surrealismo al sur de este país el gobierno federal
conservador canadiense continúa callado, pero efectivamente, imponiendo
su agenda neoliberal sin que nadie lo cuestione. Y esto por haber
logrado su mayoría en mayo del 2011 gracias a un sistema electoral que
le entrega todo al ganador y a una participación electoral bastante
menguada (sufragaron sólo el 61 por ciento de los capacitados para
sufragar). Hoy, el Primer Ministro Stephen Harper y su gobierno tienen
capacidad real de implementar su agenda política completita, una agenda
preocupante pero que no parece tener oposición; se trata de la
profundización del neoliberalismo económico y del debilitamiento y
desmantelamiento del Estado de Bienestar, que ha de dejarnos un Canadá
irreconocible.
Casi
todas las semanas el gobierno de Harper nos viene con alguna sorpresita
contra una mayoría de canadienses pasivos o indiferentes. En lo que va
de este año, pues el año pasado hubieron muchos cambios, sus ataques
mayores han sido cambiar de 65 a 67 años la edad para calificar para la
pensión de Seguridad de Vejez (Old Age Security); eliminar agencias de
evaluación y protección del Medio Ambiente, transformar el Seguro de
Empleo obligando a trabajadores y trabajadoras a aceptar cualquier
oferta laboral en cualquier lugar geográfico que se le presente; aprobar
la ley C-38 que corta y reduce los mecanismos de supervisión de la
Auditoria y elimina sus facultades de examinar las prácticas de agencias
fundamentales (como la inspección de los alimentos, en manos de la CFIA
-una agencia cuya eliminación ha ahorrado unos 56 millones al
presupuesto pero que aumenta el riesgo para la salud de la población);
terminar con laboratorios federales y fondos a la investigación excepto
aquellos que tienen implicación corporativa y comercial; reducir la
protección a los peces de aguas dulces y marítimas -en tiempos de
ecosistemas colapsados o por colapsar en aguas canadienses o relevantes
para Canadá, por lo que 80 por ciento de las 71 especies de aguas dulces
que están riesgo de extinción perderán toda protección.
Además
de todo lo anterior el gobierno ha dejado este año vulnerable también a
parques nacionales y lugares históricos que estaban protegidos por
“Parks Canada” y terminado, eliminado o limitado el acceso y los
servicios vitales a estos lugares, además de que ha perjudicado
seriamente la investigación arqueológica. Por otra parte, el Primer
Ministro ha inaugurado un nuevo parque nacional en el norte del país
pero lo ha hecho para facilitar el acceso a la explotación de recursos
naturales, un agravio a la filosofía que guía la conservación de un
territorio. Este gobierno ha eliminado fondos para programas como
“Community Access Program,” que facilita el acceso al Internet en
bibliotecas públicas y centros comunitarios usados principalmente por
personas de bajos ingresos y de la tercera edad, y ha eliminado
programas del departamento de Bibliotecas y Archivos de Canadá y quitado
poder al Centro Nacional de Energía (NEB) en decisiones y aprobaciones
que tienen que ver con la participación ciudadana sobre proyectos
energéticos.
El
Primer Ministro y su Partido Conservador llevan adelante un gobierno
neoliberal que es incondicional a la política exterior de los Estados
Unidos -algo que afecta también a la totalidad de los gobiernos europeos
y latinoamericanos con la sola excepción de los gobiernos del ALBA. El
neoliberalismo se refleja muy claramente en su política interna, en
donde su compromiso con la gran empresa garantiza a los más ricos un
espacio para saquear y explotar al país y sus habitantes. Para facilitar
que este saqueo continúe el gobierno favorece, y garantiza, una total
desregulación, eliminando cualquier barrera, la máxima privatización, la
reducción de beneficios sociales y el desmantelamiento del Estado de
Bienestar, la reducción de los impuestos a las grandes empresas y a los
más ricos y una guerra frontal contra organizaciones laborales y de
defensa de derechos básicos.
Aunque
el gobierno cuenta con el total apoyo de la Falsimedia canadiense en la
tarea de deteriorar el poder de los sindicatos no le ha sido tan fácil
como en Estados Unidos -allí solo del 11,8 por ciento de la fuerza
laboral y el 37 por ciento de los empleados públicos y el 7 por ciento
de los privados están sindicalizados mientras que en Canadá el 30 por
ciento de la fuerza laboral está sindicalizada (el 71 por ciento en el
empleo público y el 16 por ciento en el privado). Pero no por ello, ha
cejado en su esfuerzo y como estrategia anti-sindical las empresas y
este gobierno han incrementado sus “relaciones públicas,” arma
sicológica que usan continuamente para deteriorar el prestigio de las
organizaciones sindicales. Traen además miles de trabajadores y
trabajadoras temporales foráneos con el fin de debilitarlas. Aún hay
regulaciones y leyes que favorecen los derechos sindicales y estas
tienen intención de cambiarlas desde el poder legislativo, por ejemplo
con propuestas parlamentarias del gobierno principalmente para los
sindicalizados de los servicios del gobierno federal en que los miembros
podrían optar por no pagar sus cuotas de membresía (“right-to-work”)
para eliminar al sindicato, esto ya fue implantado hace años en 20
estados de los Estados Unidos y ha tenido terribles consecuencias para
los trabajadores organizados.
Hay
muchos ataques más en la carpeta de la agenda del gobierno de Harper,
algunos de estos muy ocultos y otros que ya dan señas de lo que
continuarán tratando de imponer en los próximos tres años, por ejemplo
el cambio en el sistema de salud pública que es gratis, único y
universal y que no debemos olvidar el mismo Primer Ministro trató de
destruir cuando fuera Director Ejecutivo, entre 1998-2002, de la
Coalición Nacional Ciudadana (National Citizen Coalition) organización
corporativa con la tarea específica de crear el ambiente necesario para
terminar con la Salud Pública. O en la sugerencias de implantar el
impuesto al valor agregado del 5 por ciento a alimentos, medicamentos y
otros servicios hoy exentos de este gravamen. Muchos de estos cambios
puede se implementen a través del mecanismo de las remesas de fondos del
gobierno federal a los gobiernos provinciales.
La
Falsimedia presenta a Canadá en lo económico como salvado de las aguas,
pero los indicadores muestran un déficit presupuestario federal para
este año de aproximadamente 23,500 millones de dólares y una deuda
nacional o pública del gobierno federal de 586 mil millones de dólares, a
la que si le agregamos las deudas provinciales asciende a 1,1 billones
de dólares, o al 84 por ciento del PIB del país. El desempleo es de 7,3
por ciento considerando que incluye solo a quienes reciben el seguro de
desempleo, pero hay millones que trabajan media jornada o menos
generalmente ganando sueldos muy cercanos al salario mínimo y que hay
una inflación oficial de cerca del 2 por ciento que más bien parece una
cifra estimada muy por debajo de la real inflación pues han subido los
precios de muchos alimentos básicos y del combustible entre un 20 ó 30
por ciento anual.
Es
posible que la economía canadiense crezca en menos del 2 por ciento
este año, incluso según Moody´s Analytics hay posibilidades serias de
entrar a un periodo recesivo a fin de este año o principios del 2013,
considerando que la deuda personal en Canadá es alta -del 152 por ciento
de las entradas disponibles y que ha venido creciendo desde la recesión
del 2008 cuando equivalía al 130 por ciento de las entradas
disponibles. El gobernador del Banco Central de Canadá, James Carney, ha
identificado el nivel de endeudamiento de los canadienses como
peligroso y al precio de las viviendas en muchas ciudades canadienses
como inflados. Pero es el Banco Central el que mantiene los intereses al
1 por ciento desde el 2008 y con ello ha venido dándole nuevo impulso
al endeudamiento, que es facilitado además por una ideología dominante
altamente consumista -todo el que tiene un trabajo estable se endeuda
previendo que los intereses bancarios han de continuar eternamente
bajos, mentalidad que alimentó las burbujas que precipitaron la crisis
del 2008.
Los
bajos intereses bancarios han perjudicado enormemente a quienes no
tienen un fondo de pensión (que es el 50 por ciento de la población)
resultado de un contrato colectivo o por haber trabajado en una empresa
con buenos beneficios, o sea quienes cuentan con la pensión federal y la
de vejez, generalmente bajas, se han refugiado en planes de ahorro en
instituciones financieras para retirarse y temen invertir en riesgosas y
especulativas aventuras de la bolsa. Estas personas requieren intereses
bancarios a un mínimo del 5 por ciento de interés anual para defenderse
de la inflación y que sus ahorros les aseguren alguna entrada. Lo
paradojal es que las personas mayores de 65 años que se retiran y su
pensión no llega a 1300 dólares al mes, reciben suplementos del gobierno
para asegurarles que no viven en la pobreza, mientras que aquellos que
tienen ahorros los ven desaparecer comidos por la inflación y debido a
los bajos intereses bancarios que se les pagan por sus ahorros, mientras
que los bancos y los ricos siguen enriqueciéndose. O sea todos les
pagamos las ganancias a los bancos privados y a los más ricos -hayamos
ahorrado dinero o no, mientras ellos se dedican a enriquecerse
robándonos con sus actividades especulativas y nosotros a pagarles las
deudas por las especulaciones que les han salido mal.
Lo
que no dice el Banco Central ni los servicios financieros es que no hay
cambios en el estancamiento económico en Estados Unidos hacia donde van
el 75 por ciento de las exportaciones canadienses, ni hablan de la baja
en Europa y Asia principalmente en la industria minera (con la
excepción del petróleo y del gas no procesados) y forestal que junto con
la agricultura y la energía son el 58 por ciento de las exportaciones
canadienses. Canadá ha comenzado a tener serias dificultades en su
economía de explotación de recursos naturales desde ya hace más de una
década, por ejemplo han cerrado más de 30 plantas de papel fino en los
últimos años, y la baja demanda y la crecida competencia con nuevas
minas y plantas procesadoras de madera y pulpa de papel en el Tercer
Mundo (que a veces son propiedad de los mismos propietarios que acá y
que antes de cerrar sus industrias esquilman a los gobiernos
provinciales canadienses con subsidios con el supuesto de mantener los
trabajos y luego cierran igual para irse al Tercer Mundo).
En
Nova Scotia, por ejemplo, contratistas y pequeños industriales
forestales presentaron un proyecto al gobierno provincial al tiempo del
cierre de Bowater este año para utilizar las 200 mil hectáreas de
bosques que dejo de explotar la papelera y que son del gobierno en pago
de los grandes subsidios que Bowater recibiera el último año, y en su
proyecto plantean que esta riqueza sea administrada para su protección
ecológica por el gobierno y distribuida a pequeños empresarios para un
mercado regional. El gobierno provincial neoliberal del social-demócrata
NDP sin embargo se ha negado a aceptar el proyecto en espera de que
venga otra multinacional a saquear estos recursos.
En
América Latina como en Africa gobiernos oligárquicos trabajan en favor
de las grandes corporaciones, abaratando sus costos de operación gracias
a pagos de bajos salarios, impuestos de explotación muy reducidos o
nulos y gracias a la no aplicación y a la no existencia de regulaciones
ambientales mínimas. Las corporaciones se encuentran con buena acogida,
bajos costos, externalización de costos ambientales y otros daños y
abundancia de recursos de explotación -condiciones todas muy favorables.
Según
datos oficiales hay en Canadá 3 millones y medio de canadienses que
viven en la pobreza, un 12 por ciento de la población, y entre ellos el
15 por ciento de los niños del país. Hay además otro 15 por ciento de
canadienses que bordea la pobreza, personas con trabajos temporales y
salarios mínimos que sólo gracias al seguro de empleo y al acceso al
crédito personal no son pobres. Mucho se habla de la decadencia de la
clase media aunque esto no sea realmente cierto sino producto de la
propaganda ideológica que ha llegado a hacer creer a la población que en
Canadá el 80 por ciento de la población es clase media. La situación es
más seria para los aborígenes (o Primera Nación) donde la pobreza
alcanza al 25 por ciento, en una población de 1,2 millones que además
sufre altos índices de enfermedades serias (diabetes, tuberculosis y
cirrosis). “Health Canada” define el alcohol como un problema serio y
que afecta al 73 por ciento de los aborígenes, las drogas que afectan a
un 59 por ciento (uno en cinco adolescentes usa solventes) y la
violencia familiar que afecta al 50 por ciento de esposas o convivientes
(mucha de esta violencia termina en homicidio), desafíos mas allá de
altos niveles de disfuncionalidad, implacable racismo que los aborígenes
sufren por cientos de años.
¿Que
posibilidades existen de terminar con el neoliberalismo en Canadá?
Aparentemente ninguna por ahora. Los partidos políticos de oposición en
el parlamento canadiense, el social-demócrata NDP que es la oposición
oficial, el Liberal y dos pequeños partidos, el Bloque de Quebéc y el
Partido Verde, de gobernar en lo económico no serían realmente
diferentes del actual gobierno, quizás no tendrían la actitud odiosa de
los conservadores, pero continuarían sus políticas. Algunos partidos,
como el Partido Verde parecieran salvarse pero puede que eso sea sólo
mientras son pequeños --en Alemania donde son grandes son totalmente
neoliberales en sus políticas. Quizás en Québec haya esperanzas con la
protesta multitudinaria de los estudiantes y el pequeño pero creciente
partido de izquierda Québec solidaire (ver un interesante artículo sobre
elecciones provinciales en Québec http://www.alainet.org/active/56714
).
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