No
hubo milagro electoral para el gobierno de Mauricio Macri. El principal
candidato opositor lo superó por 47,5% a 41% de los votos válidos según
los primeros resultados oficiales, con más del 80% de las mesas
escrutadas. A medida que el recuento avanzaba, la brecha entre ambos
candidatos se expandía a favor de Fernández, lo que hace suponer que la
distancia será mayor al culminar el escrutinio.
La
participación electoral superó el 80%, un porcentaje elevado si se lo
compara con las últimas votaciones presidenciales de primera vuelta en
el país. El oficialismo consideraba que con un récord histórico de
participación podía tener posibilidades de alcanzar una segunda vuelta,
pero pese a una fuerte recuperación de votos no pudo forzar un balotaje.
En
definitiva, el resultado electoral confirmó lo que sucedió en las
primarias del 12 de agosto, cuando Alberto Fernández venció con el
47,78% de los votos. En Argentina se accede a la Presidencia superando
la barrera del 45% de los votos válidos u obteniendo más del 40% y una
ventaja superior a 10 puntos sobre el segundo candidato más votado.
Macri logró recortar la brecha de 16 puntos a menos de 10, pero
Fernández se mantuvo por encima del 45%.
En
tercer lugar quedó el ex ministro de Economía Roberto Lavagna (6,13%),
seguido por el candidato del Frente de Izquierda y los Trabajadores
(FIT) con 2,01%. El oficial retirado del Ejército Juan José Gómez
Centurión apareció cuarto y relegó al economista ultraliberal José Luis
Espert al último lugar. Ninguno llegó al 2% en medio de una elección
fuertemente polarizada.
Regreso del peronismo al poder
El
triunfo de la fórmula Alberto Fernández – Cristina Fernández de
Kirchner marca el regreso de la principal fuerza política nacional a la
Casa Rosada tras cuatro años de gobierno de una la alianza electoral
conformada por el partido de Macri (PRO) y el radicalismo (UCR).
Luego
de fracturas y fuertes divisiones, el Partido Justicialista (PJ,
peronismo) y organizaciones afines lograron contener al grueso de sus
fuerzas en torno a un acuerdo electoral que se denominó Frente de Todos.
Esta posibilidad fue facilitada por la decisión de Cristina Kirchner de
relegar su candidatura presidencial y apoyar a Alberto Fernández como
aspirante a la Vicepresidencia, lo que redujo las chances de quienes
vislumbraban una candidatura peronista sin el kirchnerismo.
En
un contexto de recesión económica agravada, con alta inflación,
desempleo de dos dígitos y fuerte aumento de la pobreza, las
posibilidades electorales del oficialismo se esfumaron. El gobierno de
Macri basó su campaña en la confrontación con el kirchnerismo, pero su
líder no solo no fue candidata presidencial, sino que tuvo mínima
aparición pública durante los últimos meses.
En
cuanto a la conformación del nuevo Congreso, el Frente de Todos no
tendrá mayoría propia. Sin embargo, podría alcanzarla en acuerdo con las
fuerzas provinciales, que tienden a ser favorables a los oficialismos.
Para confirmar estos cálculos habrá que esperar los números definitivos
de las elecciones.
La
mayor incógnita será la relación interna entre las organizaciones que
componen el gobierno electo, donde convivirán peronistas de distintas
vertientes, kirchneristas y algunas fuerzas de centroizquierda que hasta
hace poco tiempo formaban espacios políticos distintos e incluso
enfrentados.
Larga transición
Los
44 días que separan las elecciones de este 27 de octubre de la asunción
del nuevo gobierno el 10 de diciembre serán claves y definitorios en
varios sentidos. La situación macroeconómica de Argentina es muy
delicada -para muchos directamente insostenible- y la fuga de capitales
necesita ser frenada con urgencia.
Una
de las primeras medidas que se espera para esta semana es el
endurecimiento del control de cambios, con el objetivo de frenar la
pérdida de reservas del Banco Central, que no recibió el último tramo
del préstamo del Fondo Monetario (FMI), pautado en 5.400 millones de
dólares. Incluso se especulaba con la posibilidad de decretar uno o más
días de feriado bancario para evitar una nueva corrida devaluatoria.
Además,
el país no está en condiciones de hacer frente al pago de los
vencimientos de deuda con el FMI y otros acreedores pautados para el año
que viene sin una renegociación de por medio. Esto significa que el
próximo presidente asumirá en una situación extremadamente delicada, que
incluye la continuidad del déficit fiscal.
Según
el propio FMI, Argentina terminará este año con una caída de la
economía del 3,1% y prevé un retroceso de otro 1,3% del PBI para 2020.
Nuevos cambios en América Latina
La
derrota de Macri en Argentina se suma a la paliza electoral que padeció
el PRI en México tras el gobierno de Enrique Peña Nieto. En Chile, el
presidente Sebastián Piñera se encuentra acorralado por la presión
social, al igual que su par ecuatoriano Lenín Moreno, mientras que el
presidente peruano electo por el voto, Pedro Kuczynski, debió renunciar
el año pasado.
Una
palpable inestabilidad política, apoyada sobre un contexto económico
negativo, atraviesa a la región. Hasta ahora no asoman indicios de
recuperación y los nuevos gobiernos que surgieron tras el llamado “giro a
la derecha” en América Latina estuvieron lejos de poder consolidarse.
En realidad, prácticamente todos los gobiernos -de distinto signo
político- enfrentan grandes desafíos sociales y amenazas potenciales en
sus países. Argentina no es la excepción.
https://elcaminantehn.com/2019/10/27/se-hunde-la-derecha-la-izquierda-gana-la-presidencia-argentina/?fbclid=IwAR1udFldrkkjYYmtZmjWpgOs7HBOn5hOIQmvq3ERmySK60xxmmrPNoeic-Y
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