Reunidos en asamblea ordinaria la Conferencia Episcopal de Honduras,
ha emitido un nuevo comunicado referente a la situación actual del país.
En Fides Digital lo compartimos.
MENSAJE
Descarga aquí el mensaje de la Conferencia Episcopal de Honduras Mensaje Junio 2019
https://fidesdiariodigital.com/2019/06/06/conferencia-episcopal-de-honduras-emite-nuevo-comunicado/?fbclid=IwAR2GlAEst7qt_ayF6Xbnt87NPoIk3w1FwYaYqVEsgsDEPOPJXadMJwzMtNI
En Fides Digital lo compartimos.
MENSAJE
“Que el amor sea sincero: ¡detesten el mal y apéguense al bien!,
(Rom. 12,9).
Los Obispos miembros de la Conferencia
Episcopal de Honduras (C.E.H.), al celebrar la Asamblea Plenaria,
durante los días 03 al 07 de Junio del presente año, hemos orado,
reflexionado y discernido sobre la situación en que se encuentra nuestra
patria, con la intención de asumir compromisos que queremos compartir
con nuestros hermanos y hermanas en la fe y con las personas de buena
voluntad.
Consideramos que los principales
problemas que más preocupan a la ciudadanía son el alto costo de la
vida, el crimen y la violencia, el desempleo, las deficiencias graves en
los sistemas de salud y educación, la corrupción. Pero hay otros
problemas que son igualmente susceptibles de provocar conflictos, tanto o
más graves que los que estamos viviendo en estos días, en referencia a
la salud y la educación: problemas en la forma de legislar del Congreso
Nacional de Honduras, problemas en las decisiones del Ejecutivo, en las
crisis de empresas estatales, en los servicios de energía, agua,
transporte, etc.
Si cada problema deriva en conflictos
como el que ahora estamos viviendo, acerca de los sistemas de salud y
de educación, y si cada conflicto es manejado con la misma ineficiencia,
las consecuencias pueden hundir a Honduras en una crisis muy difícil de
superar.
Por eso, se hace aún más dolorosa y
comprensible la indignación de la mayoría de la población, el
sufrimiento de los más pobres, la decepción de los jóvenes, el miedo de
los migrantes, la angustia de los enfermos, la impotencia frente a la
corrupción y la impunidad, el cansancio de quienes luchan por una
Honduras mejor sin ver resultados.
Creemos que la gravedad que adquieren
muchos conflictos se debe, en primer lugar, a la forma incorrecta con
que los manejan los poderes del Estado; en algunos casos siendo los
causantes del problema y, en otros, por no saber resolverlos con los
recursos propios de una democracia participativa, y dejando que el paso
del tiempo haga que se resuelvan por sí mismos, cuando en realidad sólo
se agudiza su conflictividad.
Otro ingrediente que agrava los
conflictos es la politización que los complica aún más, introduciendo
dobles agendas y empañando la claridad de los objetivos por los que se
lucha.
No dudamos de que las manifestaciones
de protesta tienen la intención de ser pacíficas, pero permitir la
infiltración de elementos violentos desmerita la finalidad que persiguen
y conculcan otros derechos de la población que también deben ser
garantizados.
La responsabilidad de la policía es
garantizar el orden y la seguridad de toda la población. Sin embargo,
algunas actuaciones policiales, pueden calificarse como de fuerza
desproporcionada y con
esto añaden otro elemento de gravedad a los
conflictos.
Nos preocupa en gran manera el futuro
de nuestra Honduras, al pensar que si problemas coyunturales no se
saben resolver adecuadamente, ¿cómo podremos resolver aquellos que por
ser estructurales exigen un serio ordenamiento de todos los elementos de
que consta un Estado de Derecho?
Una Constitución violada cuantas
veces convenga, unos poderes que no son para nada independientes, un
Congreso que se ha convertido en un teatro de pésimos actores, dándole
la espalda al pueblo. La necesidad de un poder electoral que garantice
la transparencia de los sufragios y destierre de una vez por todas los
delitos electorales. Unas instituciones del Estado quebradas por la
corrupción, una paralización de la economía, sobre todo en el agro, una
vergonzosa venta de los bienes naturales de nuestra tierra. Una falsa
reforma del Código Penal, que simplemente lo convierte en un instrumento
de protección a los corruptos y narcopolíticos, con apariencia de ser
mejor por el hecho de endurecer las penas a los supuestamente más
“peligrosos”, que acostumbran a ser los jóvenes marginados y los pobres
desesperados por subsistir.
Esto, y mucho más, hace brotar de nuestros corazones un ¡Basta ya!
Es necesario enderezar la marcha de
Honduras, desde el compromiso de rescatar unos valores éticos que se han
ido perdiendo o debilitando en la medida en que las crisis no han sido
debidamente solucionadas. Nos preocupa grandemente la decadencia moral
en que está cayendo nuestro país.
Nunca es lícito hacer el mal para
obtener un bien.
EL RESPETO A LA LEY. Obligación de
la autoridad es emitir leyes justas, conformes a la dignidad de la
persona humana y en orden al bien común. Cuando no actúa así, la
autoridad se vuelve ilegítima y pierde el derecho a ser obedecida.
Educar en el conocimiento y respeto a las
leyes es una tarea pendiente y urgente a todos los niveles, incluyendo a
los mismos legisladores para que dejen de aprobar lo que ni siquiera
han leído o comprendido.
LA CONFIANZA. La que se ha ido
perdiendo y que consiste en la esperanza firma en lo bueno que hay en
las personas y en las instituciones.
La decepción que pueden provocar muchas
situaciones conflictivas no ha de llevarnos a creer que no nos podemos
fiar de nadie, a desconfiar de todo. El salmo 37,3 nos hace esta
invitación: “Confía en el Señor y haz el bien, establécete en la tierra y
mantente fiel”.
LA ÉTICA POLÍTICA. “Una democracia
sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o
encubierto, como demuestra la historia” (Juan Pablo II “Centesimus
annus”, 46).
La honorabilidad de la autoridad
política y el derecho a hacerse respetar por el pueblo, depende de que
sean moralmente rectos los fines que persigue y los medios que utiliza
para ello.
Con frecuencia, las manifestaciones de
protesta de la sociedad no son para atacar a los políticos sino para
defenderse de ellos y de sus abusos.
LA VERDAD. No es un producto decidido
por la mayoría y condicionado por los intereses y acuerdos políticos.
La convivencia social es ordenada y respetuosa del ser humano cuando se
fundamenta en la verdad. Por eso, la búsqueda de la verdad fundamenta
el verdadero diálogo.
EL DIÁLOGO. La solidaridad, como
fruto de la preocupación de unos por otros, nos acerca al diálogo como
camino e instrumento de la búsqueda de una comprensión mutua que
facilite rebajar tensiones y encontrar, en medio de conflictos,
posibilidades de acercar posiciones y de ver con mayor claridad dónde
está el bien común. Dialogar no es obtener a toda costa lo que yo
pienso; es buscar juntos qué es lo mejor para el Bien Común. El diálogo
fracasa cuando alguien no quiere escuchar por creerse poseedor de la
verdad.
Queremos hacer un llamado a las
Instituciones del Estado para que por las mismas facultades que les
concede la Ley y el sistema republicano cumplan con sus deberes.
Queremos hacer un llamado a toda la
sociedad para que, desde la realidad en que vive cada persona y cada
grupo, considere la necesidad de sumarse a la búsqueda de caminos de
solución para Honduras.
Sea por medio de pactos, acuerdos, reformas,
plataformas, el plebiscito o el referéndum, leyes de iniciativas
ciudadana, etc. Vayamos tomando conciencia de que sí es posible un
cambio para mejorar y el compromiso de lograrlo solidariamente.
Nosotros, como cristianos queremos
confiar este proceso de la historia de Honduras a la Madre del Señor,
Nuestra Señora de Suyapa a cuyo amor e intercesión nos acogemos.
Ciudad de Tegucigalpa. 06 de Junio de 2019.
CONFERENCIA EPISCOPAL DE HONDURAS
Descarga aquí el mensaje de la Conferencia Episcopal de Honduras Mensaje Junio 2019
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