“La
república se convierte de pronto en semillal de dialogueros... Sumos
mediadores para la crisis aparecen cuando la movilización ciudadana toca
fondo, se encrespa y rebela, pues amenaza los privilegios e intereses
de quienes explotan y expolian a la sociedad, que ya ven cómo se
incendia la estopa que por décadas mantuvieron enfriando para que no
prenda”, analizan pensadores hondureños, cuyo texto original publicamos
aquí.
Coraje,
hondureños... La endemia corrosiva del virus neoliberal se llama
corrupción y mina a la sociedad. Si no se le detiene ocurre el peligro
de que infecte al alma de la república y Honduras deje de ser el sueño
que los próceres idearon: un ente comunitario con anhelos de democracia y
bienestar. Doble llave al pasado bipartidista, el futuro es
irrenunciablemente hoy.
EL LIBERTADOR / Publicado: 11 Junio 2019
Basta
un estudiante de medicina para diagnosticar el cuadro de salud del
sistema político hondureño: deterioro generalizado e insuficiencia ética
en condiciones de crisis severa.
Desde
2009 se le expandió el mal de la corrupción por el árbol linfático, lo
que llaman metástasis, contaminando al organismo todo, o sea al Estado y
la sociedad.
Quedan
algunas municipalidades, organizaciones comunitarias y gremios, escasos
espacios anatómicos libres de riesgo, pero están altamente expuestos a
la septicemia del cachurequismo, que es como un factor genético que hace
que el espíritu reaccione negativamente ante la honestidad y el
progreso.
Si
las defensas del ente social no se activan y reaccionan contra el
embate de los patógenos políticos descontrolados el Estado mismo entra
en peligro de gangrena. Urge por ende desarrollar un potente tratamiento
de emergencia que desafíe al peligro, para lo que se recomienda acudir
al mejor grupo consultivo para esa labor y congregarlo en torno a una
propuesta de transición que dirija las prevenciones y curaciones
oportunas, pues incluso una cirugía mayor es siempre preferible a la
extinción del paciente.
El
hipotético alumno no ha expuesto, sin embargo, las características
socio culturales del enfermo. No ha dicho, para el caso, que esos
patógenos políticos –constituidos en élites y mafias– han desarrollado
tal histrionismo cínico, tan voluminosa capacidad de mentir, que ni
arrugan el ceño.
El secretario de turismo asegura que ingresó a Trujillo en semana santa una horda vacacional de
millones de personas, cuando la ciudad apenas si resiste los visitantes
de un avión común; el ultra conservador COHEP afirma que las protestas
de calle ocasionan 1,500 millones de Lempiras en pérdidas... ¿Ah sí? ¿Es
ese el volumen de gestión financiera que los comerciantes de la zona
manejan al día? ¿Nos permiten atentamente compararlo con su diario
registro de impuestos y su declaración mensual a la SAR? ¿Seguros de que
no existirá discrepancia y que
no echarán la culpa a los partidos políticos de resistencia, alegando
que se trata de conspiraciones o intrigas que buscan perjudicarlos…?
El
practicante médico tampoco verá, por concentrarse en signos anatómicos,
el cuadro psicótico del enfermo gubernativo: la mente de este es la del
criminal a quien asedia la culpa, la que procura ocultar mediante leyes
favorables al narcotráfico y el crimen, o tras las pantallas no siempre
efectivas de la manipulación desde el congreso, donde se aprueba
contratos, exenciones y concesiones terminantemente transgresoras de la
ley, hasta que un día próximo emerjan del pueblo gobiernos honestos que
pongan ante la justicia los múltiples casos de cohecho, lavado de
activos, abuso de autoridad y corrupción de estos malevos
administradores del Estado.
La
aparente pasividad del hondureño que contempla estos sucesos no es
cobardía sino conciencia fraguada, fe en que tarde o temprano, contra
viento y marea, luna o sol, la justicia llega y se instala incluso sobre
el sepulcro de la historia para denunciar y verificar la verdad.
Nadie escapa al dedo acusatorio, y usualmente justo, del pueblo.
Las
defensas de esta sociedad en riesgo tampoco funcionan mal, no hasta el
momento. Luego de un activo período de combate en 2009, y del
resurgimiento de la voluntad de resistencia en 2017, tras la fraudulenta
elección, resistencia que por diversos modos adormeció la acción
maquiavélica del gobierno de JOH y sus adláteres militares, financieros, evangélicos y mediáticos, apoyada por la hipocresía de Estados Unidos, renace hoy una oposición decidida y consciente.
Otra
vez, como hace diez años, la policía opresiva retrocede en las
calzadas, arrinconada por una fresca generación que aprendió ya a
defender con más que palabras sus derechos constitucionales. Como que
entiende ahora que una sana economía, y los beneficios que un Estado
responsable se obliga a proveer, se aseguran con la fuerza o se diluyen y
extravían.
Futuro comprometido
Quienes
suscribimos esta carta de análisis no seremos quienes pagarán, en la
década de 2020, los altísimos costos de vida que la pirámide del cruel
neoliberalismo eleva ya en Honduras gracias a las complicidades de “la
embajada”, del BM y el FMI. En 2025 un apartamento para enamoradas
parejas costará 300% más que hoy; comprar un auto significará dos
décadas ––¡veinte años!–– de hipoteca personal; suscribirse a programas de educación
superior implicará endeudarse de por vida, dados los aplastantes cobros
financieros previsibles. Entre más joven sea la población laboral más
baja será (indecentemente) la oferta salarial. A ello contribuye la
perversa sed de plusvalía que exhiben las empresas, que contratan cada
vez más a jóvenes a fin de aligerar los compromisos laborales y pagar
exiguos salarios. Ese es el tipo de contaminación inmoral con que el régimen va día a día infectando a la sociedad, minándola y deteriorando sus tradicionales principios y valores.
La hipocresía como hábito
El
mandatario violó la Constitución republicana y cierto porcentaje de la
empresa privada no protestó. Se violentó la selección de magistrados a
la Corte Suprema y la ANDI apartó la vista hacia otras partes. La CCIT
disimuló la falsa escogencia del nuevo —que es el mismo— fiscal. Se
produjo un fraude espantoso, cínico y químicamente ilegal, y el COHEP
mantuvo silencio. La “embajada” no sólo avaló los falsos datos de
concurrencia electoral sino que participó en las asesorías manipuladoras
de censos y votos, existen archivos de tal felonía.
En aquel entonces ninguno de ellos —a pesar de las probadas y groseras agresiones al texto constitucional— solicitó
se dialogara para remendar los adefesios jurídicos. Hipócritas
comerciantes e industriales acudieron unánimes para vitorear jubilosos
al mini führer golpista Micheleti cuando los convocó a Expocentro —hay
abundantes fotografías—, mismos que ahora resienten que la población
reclame su máximo derecho a la insurrección por la libertad.
Hoy
que el pueblo ocupa las calles y protesta y lanza piedras contra balas,
y consignas contra lacrimógenas, y justicia contra maldad, no sólo las
organizaciones arriba citadas sino evangélicas, confesionales, gremiales
burguesas y periodísticas, así como improvisados “analistas”, olvidan
que ellos originaron este desastre hace diez años y que por ende carecen
de respeto para inferir que los problemas de Honduras van a resolverse
con oraciones o sólo diálogo.
La
república se convierte de pronto en semillal de dialogueros... Sumos
mediadores para la crisis aparecen cuando la movilización ciudadana toca
fondo, y se encrespa y rebela, pues amenaza los privilegios e intereses
de quienes explotan y expolian a la sociedad, que ya ven cómo se
incendia la estopa que por décadas mantuvieron enfriando para que no
prenda.
Y
son además cínicos en el planteamiento, pues en vez de reclamar
objetivamente que el rapaz gobierno cese de trampear con los decretos de
la discordia, sitúan en igual condición a los contendientes. “Que
dialoguen”, predican los engañadores sofistas; “que desistan de
intereses personales”, como si los gremios de educación y salud deban
consentir que se transgreda el principio noble del bienestar social. Es
imposible dialogar cuando una de las partes impone para el consenso,
revólver en mano, su onerosa condición.
Coraje,
hondureños... La endemia corrosiva del virus neoliberal se llama
corrupción y mina a la sociedad. Si no se le detiene ocurre el peligro
de que infecte al alma de la república y Honduras deje de ser el sueño
que los próceres idearon: un ente comunitario con anhelos de democracia y
bienestar. Doble llave al pasado bipartidista, el futuro es
irrenunciablemente hoy.
¡País insurrecto!
Junio 10, 2010
Ismael Moreno, Sj
Darío Euraque
Víctor Meza
Helen Umaña
Rodolfo Pastor Fasquelle
Eduardo Bähr
Patricia Murillo
Wilfredo Méndez
Hugo Noé Pino
Mauricio Torres Molinero
Ramón Enrique Barrios
Leticia Salomón
Marvin Barahona
Joaquín Mejía
Rafael Del Cid
Mario Ardón
Rafael Delgado
Julio Escoto
http://www.web.ellibertador.hn/index.php/noticias/nacionales/3392-analisis-metastasis-del-sistema-politico-hondureno
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