
Por: Tomás Andino
A
raíz de la publicación de mi artículo “Reformas Electorales: De la
oposición a la colaboración con la dictadura” (27/1/19), algunos amigos y
camaradas han interpretado que yo me opongo a que LIBRE tenga
representante ante el TSE o en el nuevo CNE. Por eso me veo en la
necesidad de exponer aquí algunas de mis ideas más amplia y claramente.
NO ACTUEMOS COMO SI HUBIERA DEMOCRACIA… HAY DICTADURA
No
soy contrario a que un partido como LIBRE, que se ha ganado a pulso ser
la fuerza política más importante del país, tenga representación ante
un organismo que administre un proceso electoral democrático. De hecho,
antes de las elecciones de noviembre de 2017 defendí en mis
intervenciones ese derecho que les asiste. Ese no es mi punto. Mi punto
es que ya no hay democracia electoral en Honduras y por tanto no hay que
actuar como si la hubiera.
Después
de lo que pasó en esas elecciones, cuando vimos a este régimen dispuesto
a matar para sostenerse en el poder, no hay elección que valga. Van ya
dos intentos de sacarlo por esa vía, el primero en 2013 y el segundo en
2017, al costo de medio centenar de muertos, y podremos hacer otros dos o
tres intentos más, pero así no lo vamos a lograr. ¿Cuántos muertos más
necesitamos para que nos caiga el veinte?
Mientras
ellos puedan manipular las cosas a manera que siempre “ganen” y dejen a
la oposición con una minoría conveniente para aparentar democracia, no
valdrá la pena seguir prestándose a su juego. No hay que ser más
papistas que el Papa. Véase, por ejemplo, lo que pasa en el Congreso.
LIBRE cuenta con más de 30 diputados, y ¿de qué ha servido? Los cachos
aprueban las leyes que quieren y se ríen de nosotros; los diputados
opositores solo pueden patalear. Lo mismo pasará en el CNJ y el TJE que
se aprobó con las reformas electorales.
Que
nos quede claro de una vez: Mientras JOH este en el poder, ni LIBRE ni
ningún otro partido de oposición que le dispute seriamente la conducción
del país, tendrá oportunidad de llegar al gobierno y tener las cuotas
proporcionales de poder que merece. Para recuperar esa posibilidad, es
decir, para recuperar la poca democracia que había, JOH debe salir del
poder. Sacarlo es la condición necesaria primordial. Mientras ese
siniestro personaje se mantenga ahí, cualquier aparente logro, por
progresivo que se pinte, en realidad solo servirá para consolidarlo más
en el gobierno.
La
oligarquía primero dará otro Golpe de Estado antes que entregar el
poder electoralmente. Se ha organizado, de la mano de los militares y
los gringos, para quedarse varias décadas ahí, hasta que desmantelen
este país. Quien no haya despertado a esa realidad, no ha aprendido nada
desde 2009, y estará condenado a repetir una y otra vez la misma
historia.
NO SEGUIR HACIENDO MÁS DE LO MISMO
Ante
una dictadura de ese tipo, estamos en otro nivel de la lucha y no
podemos seguir con las prácticas del pasado. No se puede seguir viendo
el cargo presidencial y las butacas del Congreso como las metas de la
actividad política. Estas lo serian en una democracia real, que no
existe aquí. Hoy día en Honduras las verdaderas metas deberían ser:
Primero, SACAR A JOH y, junto a él, toda la pandilla de funcionarios, diputíteres y magistrados que le son fieles.
Segundo,
la instalación de un GOBIERNO PROVISIONAL integrado por todas las
fuerzas que participen de verdad en la lucha contra la dictadura y
tengan un amplio nivel de convocatoria.
Y tercero, la convocatoria a una ASAMBLEA CONSTITUYENTE ORIGINARIA, que organice el país que necesitamos.
Así
que olvidémonos de asistir ingenuamente al próximo proceso electoral,
como si nada hubiera pasado. EL grupo criminal que se ha enquistado en
el poder no llegó ahí para salir con votos.
INSURRECCION SI, PERO EN SERIO
El
escenario principal de la actividad política debe ser la calle, no las
urnas. No podemos seguir viendo la actividad electoral como el medio
principal para tomar el poder. La historia ha probado que regímenes
dictatoriales de este tipo solo pueden ser derribados por insurrecciones
en las que se involucre el Pueblo masivamente. Al poder le entra pánico
cada vez que miles de personas se posicionan en las calles, se toman
empresas o entidades del Estado. Por eso el régimen nos reprime cuando
las tomamos, no porque piense en la circulación de las personas o en el
buen funcionamiento de las cosas, sino porque percibe que le disputamos
el poder de esa forma.
En
la medida de lo posible las actividades deben ser contundentes,
fuertes, no simples banderillazos, como si de una campaña electoral se
tratara. Por eso, no tiene sentido hacer “paros” un día domingo.
Se para
la economía de los capitalistas o no tiene chiste. Todo debe conducir
finalmente a la estrategia principal que no puede ser otra que el Paro
Nacional Insurreccional con autodefensa, que realmente paralice el país.
No hay gobierno que resista un paro total indefinido.
Debemos
tener claro también que derribar una dictadura nunca puede ser logrado
con esfuerzos separados. La unidad en la lucha es crucial. Unidos somos
fuertes, divididos somos débiles. Ni siquiera LIBRE, que tiene una
importante capacidad de convocatoria, puede por sí solo sacar al
dictador; de igual forma la Convergencia contra el Continuismo tampoco
podría aisladamente. Juntos estos movimientos haríamos un río
incontenible que a la larga puede derrotar al tirano.
No
se puede estar jugando a la insurrección. O se hace bien o se hace
bien. La seguridad es primordial. Cómo enfrentamos a un gobierno
criminal, dispuesto a matarnos, las acciones de masas deben contar con
autodefensa, con todos los medios que sean necesarios. En tal sentido,
es inaudito que los Comandos insurreccionales se exhiban públicamente y
no tengan medios de autodefensa porque serán presa fácil de los cuerpos
represivos.
Una
insurrección de ese tipo no se improvisa y no se logra de la noche a la
mañana. Para su triunfo es indispensable que las grandes masas de la
población afectada por el régimen, se incorporen a la misma; y eso
requiere un proceso que puede darse en etapas, en el que se usen todos
los medios posibles y se aprovechen todas las oportunidades que nos
presenta la realidad.
Hacia
esas metas debemos orientar todo lo que hagamos. Cualquier acción o
decisión que nos distraiga de eso, retrasa el cambio que necesita el
país. Por eso debemos preguntarnos: Las decisiones que están tomando
nuestros dirigentes ¿nos ayudan a avanzar en esa ruta o nos atrasan?
Juzgue Usted.
https://criterio.hn/2019/01/30/y-ahora-cual-es-la-ruta/
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